SIXIÈME

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El ambiente en el pub de Bobby podía ser descrito con dos palabras: animado o desastroso.

Dependiendo de tu punto de vista ante la situación; una gran cantidad de chicos se encontraban apretujados dentro del pequeño establecimiento, brincando, gritando y ondeando sus tarros de cerveza cual bandera al viento.

Looks That Kill de Motley Crue sonaba modestamente en el fondo, siendo minimizada por los gritos y ánimos de los frenéticos adolescentes que lanzaban maldiciones hacia las múltiples pantallas distribuidas por el lugar.

El olor del alcohol, los cigarrillos y las pequeñas botanas saladas impregnaban el aire.

Louis se encontraba aprisionado entre el cuerpo de Stan y algún otro chico de por allí que parecía no conocer el desodorante. Pero ni el más rancio de los olores podía mover al ojiazul de su lugar; Se encontraba casi al frente, con una perfecta vista del partido que estaba siendo televisado por el canal deportivo más reconocido de toda Gran Bretaña.

''¡Oi! ¡Eso fue una puta falta! ¡Todos vimos la mano! ¿¡Todos vimos la mano o qué!?'' gritó Louis, volviéndose a ver a toda la gente detrás de él. Todos gritaron sonidos de acuerdo, soltando una que otra maldición hacia el árbitro que parecía estar ciego.

El muchacho continúa soltando insultos, exclamaciones y vítores a medida que el partido avanza. Sus ocasionales risas y gestos indican que esta cómodo, disfrutando alegremente la tarde.

''¡Estamos empatados, Stan! ¿Oyes eso? ¡Jodidamente empatados!'' llama Louis, rodeándole el cuello al pelinegro con un brazo mientras reclina su cuerpo al costado.

Stan alzó las manos, meciéndolas como la hierba siendo sacudida por el viento. ''¡Se van a medio tiempo!,'' grita, con una risa escapándosele de los labios. ''¡Inviten más cerveza!''

La gran multitud que abarca el pub parece de acuerdo, lanzándose en dirección a la barra, desesperados por tener el líquido frio en un gran tarro entre sus manos.

Harry por otra parte, no la está pasando tan bien.

En primera, porque el lugar apesta a pollo, por alguna extraña razón. Y ni siquiera hay pollo en ninguna parte, lo cual es todavía más inquietante.

En segunda, el estar sentado solo, en un lugar lleno de hombres borrachos no era bueno, para nadie. Al llegar, se había quedado cerca de la barra, con las manos en sus bolsillos y con la vista en las pantallas, rogándole a todos los cielos que su lógica fuese lo suficientemente buena como para deducir el juego sin tener que preguntar.

Así había sido al principio, pero llegada la tercera vez en que alguien le tocó el trasero sin permiso, decidió que era mejor sentarse.

Si, tal vez no había sido la mejor idea quedarse allí. Bien podía salir de allí y explorar un poco por aquellas calles extrañas para él, como si fuese un turista perdido con curiosidad insaciable.

El problema era, que no conocía el camino de vuelta a la estación del metro, además de que le daba miedo subirse a un taxi solo después de las nueve de la noche.  Londres era lindo y todo, pero eso no significaba que no existieran violadores, o secuestradores.

Por eso, Harry debía quedarse sentado aquí, bebiendo cerveza demasiado ácida para su gusto, viendo un juego que no entendía, acompañado de una multitud de hombres que le gritaban a pantallas inanimadas.

''Woohoo, que divertido'' pensó Harry, rodando los ojos mentalmente. ''Hubiese sido lo mismo si solo me hubiese quedado en mi dormitorio.''

Y ya que estaba rodando en su miseria, Harry pensó en Louis y Stan, y en la bella forma en la que lo habían olvidado apenas alcanzaron el añejo pub. Si, al principio el ojiazul y su amigo habían aparecido de la nada, como un par de superhéroes, salvándolo de una horda de gente desconocida. Harry se permitió pensar—estúpidamente—que tal vez Louis lo había visto y había pensado: 'Hey, ese es el chico con el que hable aquella vez, y con el que baile aquella otra. Sería bueno hablarle hoy, no? Ya que parezco encontrármelo siempre.'

𝙿𝚘𝚒𝚗𝚝𝚕𝚎𝚜𝚜 | Libro #1| Larry StylinsonWhere stories live. Discover now