QUATORZIÈME

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La academia parecía como parte de un pueblo fantasma; ni un alma se veía por ningún lugar.

Los alumnos habían echado raíces en la biblioteca—tanto la de la escuela como la de la ciudad, a unas cuantas calles de allí—estudiando para sus exámenes finales, y tomando rarísimos descansos para balancear los ensayos de la obra con sus necesidades básicas.

Pero ahora mismo, los lugares más tumultuosos de la escuela eran los talleres de vestuario.

Había filas y filas interminables de chicos y chicas esperando a ser medidos de pies a cabeza para darle los toques finales a sus vestuarios. A pesar de estar todos en un solo espacio, no había tanto ruido como uno pensaría.

Todos sabían que las costureras eran un tanto odiosas si las distraías mientras estaban trabajando. Además, si se desconcentraban mientras te cosían el vestuario había un noventa y nueve por ciento de posibilidades de terminar desnudo a medio escenario.

Así que, era algo así como un voto de silencio que hacía ganar a ambas partes.

Elizabeth y el resto de su clase llevaban hora y media esperando su turno para pasar a los talleres. La pelinegra había texteado a Louis unas diez veces—obteniendo la misma respuesta una y otra vez: letras en negrita poniendo ''Visto''—urgiéndolo a salir de donde quiera que se estuviera escondiendo para ir a medirse sus vestuarios.

Los últimos dos días no hubo ni rastro del ojiazul. Nadie sabía dónde estaba, ni siquiera los grupitos de chismosos. Esto estaba corroborado por la misma Elizabeth, que se había dedicado a interrogar a cada pobre alma que se le cruzaba.

Sus ojos azules escanearon por milésima vez el lugar, buscando rastros de su amigo. Encontró a Harry y sus amigos, pero ellos no le servían en aquel momento. Al menos no para lo que quería.

Volvió a revisar su celular, ignorando los mensajes de otros chicos, solo para encontrarse con que Louis seguía sin responder.

'¿Qué harás hoy? Te extraño, preciosa' decía un mensaje. Rodó los ojos, dios, los chicos sí que eran dependientes.

Estaba decidiendo si hacerse la difícil con su respuesta o simplemente no contestar cuando sintió un par de ojos mirándola. Se volvió, encontrándose con Harry a unos metros de ella.

—Hola— murmuró la ojiazul un tanto desorientada.

—Hola, Elizabeth. ¡Me alegra tanto verte! Escucha, tu eres amiga de Louis. Eres cercana a él, ¿no? No sé dónde se ha metido y de verdad, así como, en serio tengo que hablar con él. Sucedió algo, no puedo decírtelo porque seguramente se molestaría, pero en serio, en serio necesito tu ayuda. ¿Sabes dónde puede haber ido? Stan nunca está en su dormitorio y en las prácticas de futbol no puedo hablarle...—

Elizabeth alzó las cejas. Diablos, Louis tenía razón. Harry sí que parecía perico.

No se detenía ni a respirar, mierda.

—Harry— le interrumpió la chica, con un movimiento tajante de su mano. Temía que, de no hacerlo, el chiquillo se llevara diciendo lo mismo otros cinco minutos más. —Escucha, yo tampoco tengo idea de donde carajo se ha metido. El muy imbécil no me contesta los mensajes.

—Ni a mi— intervino con voz preocupada el ojiverde.

Elizabeth le dio una mirada un tanto irritada por la interrupción. —No sé qué haya pasado entre ustedes, si no quieres decirme lo entiendo.

—Es solo que creo que yo tengo la culpa de que se haya enojado tanto como para desaparecerse asi— añadió el chico, bien ajeno al disgusto de Elizabeth.

𝙿𝚘𝚒𝚗𝚝𝚕𝚎𝚜𝚜 | Libro #1| Larry StylinsonDove le storie prendono vita. Scoprilo ora