Capítulo 8

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—Hola... —Saludo la madre de familia, Eliza Danvers, a su esposo e hija al verlos entrar en la cocina. — ¿Cómo les fue en el trabajo?

—Genial. —Respondió el hombre sin darle mucha importancia y abriendo la heladera para tomar una fría lata de cerveza.

—Brutal. —Respondió Kara

— ¿Puedo saber por qué? —Más que estar pidiéndole una explicación a su hija, Eliza estaba más que nada cuestionándole a su esposo si era de su incumbencia saber la situación. Generalmente todo lo que pasaba entre Jeremiah y Kara quedaba entre ellos ya que según el padre de familia eran 'asuntos de trabajo'

—No la escuches. Es una chica caprichosa que solo está enfadada porque la hice trabajar una noche de sábado. —Se defendió mientras tomaba un gran sorbo de su cerveza y se sentaba en una de las sillas de la cocina. —Además, se puso ebria en horario de trabajo y casi me hace perder millones. —Kara rodó los ojos ante la exageración de su padre.

— ¿Es cierto eso Kara? —Eliza estaba fingiendo no saber nada al respecto.
Y ahí estaba, la actitud más detestable que su madre tenía. Eliza era la mejor madre del mundo, Kara lo sabía, su hermana lo sabía, hasta Nia lo sabía. Pero como toda persona que es demasiado buena en esta sociedad, siempre seguía la corriente a causa del miedo que le tenía a su esposo y a sus socios. Cada vez que la joven tenía algún problema el cual involucraba de alguna manera u otra a su padre, Eliza era la primera y única en ayudarle, pero siempre bajo una condición, "No le digas nada de esto a tu padre''. Y cuando Jeremiah se enteraba o tenía sospechas de que su esposa podría estar del lado de Kara más que el de él, ella siempre actuaba como si no tuviera idea de la situación y ponía la lámpara sobre su hija, haciendo que tome toda la culpa.
No la culpaba después de todo, sabía que su madre siempre trataba de evitar los abusos de su padre porque al igual que ella, estaba harta de ellos. Y aunque odiaba que actuara como un perro guardián del hombre más desalmado que conoce, preferiría mil veces sufrir las consecuencias y tomar toda la culpa del asunto, después de todo su vida ya era lo suficientemente detestable y un poco de sufrimiento más no haría ninguna diferencia.

—Fue una noche pesada. —Fue lo único que respondió. — ¿Ya me puedo ir a la cama?

—Si. Te lo mereces después de todo. —Kara sonrió ante las palabras de su padre, aunque no lo crean, eso fue lo más cercano a algo tierno que la relación de ella y Jeremiah ha estado desde hace casi diez años.

—Gracias. —Pero él ni siquiera escucho, estaba muy ocupado bebiendo como un cerdo el contenido de su cerveza como para darle un poco de atención a su propia hija, u objeto de trabajo mejor dicho.
Antes de salir de la cocina aprovechó unos cortos segundos para voltear a ver a su madre, y en su rostro el arrepentimiento y las suplicas por el perdón de su hija eran evidentes gracias a sus expresiones, así que solo asintió en su dirección, haciéndole saber a Eliza que todo estaba bien, que ella estaba bien, y que no era necesario disculparse. Pudo haber sido peor, pero no lo fue. Hoy era su noche de suerte.

Al entrar a su habitación, el único espacio personal en el que podía aislarse de la morbosa situación que la rodeaba día a día, miro la hora en su celular y vió que eran un poco más de las tres y media de la madrugada. Probablemente ya es de día en Londres, y esperaba que así sea, realmente necesitaba unas palabras de su amiga en ese momento. Ni siquiera se molestó en encender su laptop, solamente marco el número de su amiga y ya, estaba muy cansada y estresada como para preocuparse por los costos de una estúpida llamada telefónica.

—Hola — Respondió su mejor amiga después del tercer tono. — ¿Para qué llamas? Tu padre tendrá que vender el club para poder pagar esta llamada telefónica.

Sweet TemptationDonde viven las historias. Descúbrelo ahora