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Acomodaba las pocas cosas que había traído conmigo en mi armario, no eran tantas cosas, pero me gustaba el orden en mi habitación. Mientras colocaba todo en su respectivo lugar, bebía un poco de sangre que había traído conmigo. Había tomado una bolsa de sangre de cada hospital que atravesaba en el viaje, así tenía mi reserva y sin levantar las sospechas.

Si algo aprendí durante todos estos años es a no llamar la atención de los enemigos, una bolsa perdida en cada hospital, no era lo mismo a saquear uno completamente. De todas formas, la hipnosis siempre funcionaba.

Una vez que todo estaba listo o según lo parecía salí de la habitación y bajé las escaleras aun con mi bolsa de sangre en manos. Aparentemente en la sala no había nadie, por lo que solo salí de casa sin avisarle a nadie. Camine con dirección al cementerio como le había dicho a Damon, iria ver al sobrino Zach.

Una vez que llegué a esta, me detuve en la entrada tomando un profundo respiro. Tenía años que no lo pisaba, años de pararme en este lugar, años que solo traían nostalgia y malos recuerdos. Puse un pie dentro y después otro y así hasta llegar a la cripta familiar.

-Hola – suspire mirando todo a mi alrededor – Lamento no haber llegado a tiempo, Zach. De haberlo hecho seguirías aquí diciéndome las mismas cosas de siempre – sonreí divertida – Bebí un trago antes de venir aquí. Esperaba tu regaño diciendo que una joven como yo no debería de beber como un trailero, descuida seguí tu consejo y deje un poco el alcohol. No fui a un doble A, pero ya no bebo las miles de botellas de antes. De hecho, estoy muy bien a la última vez que me viste. Pude salir de ello, claro que, con ayuda, con la ayuda de siempre – guardé silencio por un momento - ¿Por qué nunca me dijiste que mis hermanos estaban vivos? Los recuerdo tal y la última vez que los vi, tal cual que, en 1800, es como si no hubiera pasado los años por ellos. Que ciertamente no lo hacen, pero sabes a lo que me refiero. Pero sí, los años pasaron y pasaron por los tres. Tengo sentimientos encontrados ¿sabes? Estoy feliz de verlos, de estar aquí con ellos, de estar nuevamente los tres juntos como siempre lo estuvimos, aunque por otra parte son más de cien años que estuvimos separados, toda una vida y hemos cambiado. A menos yo lo hice. Y no solo puedo lanzarme a sus brazos cuando pasaron tantas cosas. Estoy tan confundida, Zach – deje caer mi cabeza ocultando mi rostro entre mis manos – Quisiera un sabio consejo y aunque eras un bebe en comparación mío, siempre fuiste bueno con las palabras – nuevamente guarde silencio soltando un resoplido – Tu dirías que me diera una oportunidad y que les diera una oportunidad ¿No es así? Supongo que es lo que debo hacer. Darnos la oportunidad de volver a ser una familia.

- A mí también me gustaría lo mismo – menciono una voz a mis espaldas – Lo que dijiste adentro, tienes razón. Probablemente era quien menos te quería hacer daño y termino destrozándote. Lo siento tanto Ana. Por favor créeme que nunca quise herirte, creí que, hacia lo mejor para ti, pero solo hacia lo mejor para mí – Damon guardo silencio por unos segundos – No digo que alejarme de ti fue la mejor decisión que pude tomar, más bien que me odiaba tanto por dejarte aquella noche sola. Me odie porque me jure que tu no serias el mismo monstro que Stefan y yo, que estando conmigo nada te pasaría y... no pude mantener mi promesa. Cuando te miraba desesperada por sangre no podía con mi culpa, no podía verte sufrir de aquella manera y pensar que por lo que estabas pasando era mi culpa. No podía con toda la culpa, el sufrimiento, la decepción, el coraje, el odio. Porque te había fallado.

- No – negué de inmediato con mis ojos inundados en lágrimas – No lo hiciste Damon. Tu cuidaste de mi lo mejor que pudiste. Esa noche yo tomé la decisión de salir, esa noche a pesar de que tú me dijiste que no lo hiciera, lo hice. Salí. Fue mi decisión y mi elección. Si yo no hubiera estado en aquel lugar, no hubiera estado en la pelea y no hubiera tenido tu sangre o si al salir de bañarme me hubiera ido directo a la cama y a la mañana siguiente escribir en aquel diario, inclusive si hubiera escrito desde mi escritorio solo con la ventana abierta, nada de esto hubiera pasado. No fue culpa tuya, jamás lo fue. Solo fue una mala decisión con un mal final.

La Tercera Salvatore - Libro I [En edición]Where stories live. Discover now