Capitulo 5

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Corrí abrazarlo y para besarlo. Me llevo cargada al auto, ya que la sorpresa estaba lista. Todos se despidieron y nos abrazaron. Encendido el motor y se puso en marcha.
-¿Donde esta nuestra casa?- pregunté con intriga.
-No se seas desesperada.- sonrió.
--¿Cuánto falta?- lo mire con ojos tiernos y un puchero.
-No seas impaciente. Vas a ver que la sorpresa vale la pena.- guiñó un ojo.
-¡Quiero saber qué es, por favor ve rápido!- suplique.

(...)
-Bienvenida a casa...- abrió mi puerta del auto.
-¡No inventes!- me quedé boquiabierta.- ¡Es hermosa!- lo abracé.
-Es más hermosa por dentro. Dame la mano.- me llevo corriendo hacia la puerta principal.

Me quedé impactada con la enorme sala. Me llevo a la cocina y todo era tan hermoso, una enorme nevera, una enorme estufa. Todo estaba reluciente y brillaba. Los baños no se digan estaban gigantes con una tina demasiado grande. Había cinco en total.
-Esta es nuestro hogar.- susurró a mi oído.
-Es hermoso.- respondí en shock aún admirando la enorme casa.
-¿Quieres ir a ver nuestra habitación?- me abrazó por la cadera y dejó un beso en mi cuello.
-Vamos.- tomé su mano.

Subimos a la segunda planta y todo estaba decorado con globos y pétalos de rosa. Había como cinco cuartos y el principal. Seguí el camino señalado con los pétalos, llevaba a la cama de la habitación más grande. Tom tomó mi cintura y comenzó a besar mi cuello con pasión. Mis ojos se entrecerraron por el placer que sus labios provocaban. Sus manos recorrieron mis pechos y mi abdomen.
-Tom... Detente...- dije entre suspiros. Me ignoró.- No podemos hacerlo... Recuerda que estoy embarazada...- mi respiración se agitaba.
-Vamos, solo serán unos minutos...- me giró para verlo de frente.
-Es muy complicado hacerlo, lo puedes aplastar.- sonreí.
-Entonces solo déjame besar tu cuerpo, no haré nada más que eso.- tomó mi barbilla.
-Pero nada más eso.- lo señalé con mi índice.- Te dejo continuar...- puso mi rostro entre sus manos y besó mis labios.

Bajo la cremallera de mi vestido y yo quité su saco. Ya quedando totalmente desnuda, recorrió con sus labios, un camino que iba de mi cuello, a mi pecho y de ahí a mis senos. Soltaba pequeños gemidos de placer, era una sensación tan placentera. Metió sus dedos en mi feminidad y comenzó a meterlos.
-Ya que no puedo hacer más, opté por hacer esto.- me miró con una sonrisa de perversidad.
-¡Eres increíble Holland! ¡Por favor no te detengas!- comencé a gemir más fuerte.

Bajé una de mis manos a su miembro ya erecto. Ya teniéndolo, comencé a moverla de arriba hacia abajo recorriendo cada centímetro. El cerro los ojos por el placer que esto le provocaba. Nos dimos cuenta de que los dos estábamos haciendo maravillas con nuestras manos.
-¡Tom me voy a venir!- advertí.
-¡Yo igual!- grito.
-¡Detente por favor!- arañe sus brazos.
-¿Por que?- me miró con sorpresa.
-¡Estoy apunto de sufrir un orgasmo!- grite, para entonces, mi espalda se había arqueado y solté un gemido fuerte.
-Demasiado tarde.- me miró con una sonrisa burlona.
-¡Por favor detente!- repetí.
-Un rato más, por favor.- hizo cara de cachorro.
-De verdad no puedo.- acaricie su cabello.- Tengo un bebé en el vientre.- sonreí y me acerqué a sus labios.
-Esta bien. Nada más atente que en cuanto nuestra criatura nazca, te haré mía una vez más.- me besó.
-Tendrás que esperar aún, nos faltan menos de nueve meses.- dejé un corto beso en su oído.
-¡Vamos a dormir preciosa!- me ayudó a levantarme y destendio la cama, para poder cobijarnos con el cobertor.
-Buenas noches amor.- apagué la luz.
-Buenas noches señora Holland.- me abrazó.

Al poco tiempo me quedé dormida. A la mañana siguiente, me desperté antes que Tom. Bajé a la cocina y decidí preparar el desayuno. Hice unos hot cakes. Cuando estaba a punto de terminar, el teléfono fijo sonó.
-Casa de los Holland.- respondí.
-Que bonito suena eso.- era Tom llamándome desde su celular.
-¡Muy simpático Stanley!- grite y escuché sus carcajadas.- ¡El desayuno está listo!-Volvió a sonar el teléfono.- ¡Deja de hacer eso!
-¡Ahora si no soy yo!- termino de bajar las escaleras.
-Casa de los Holland.- volví a repetir.
-Hola hija.
-¡Mamá!- sonreí.
-¿Que tal la vida de casada?
-Hasta ahora todo bien.- dije mordiendo mi uña.
-Oye mi amor, llamo para decirte que hoy tenemos cita con el ginecólogo en la tarde. Queremos ver qué tal está el bebé.
-Esta bien, le diré a Tom.
-Pasaremos por ustedes a las cuatro.
-Si está perfecto. Hasta la tarde.
-Adios mi amor.
-Bye mami.- colgué.

La desgracia más hermosa.Where stories live. Discover now