Capítulo 30: Luz y oscuridad

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–No apagues el motor, no tardaré – le ordena a sus hombres antes de internarse solo por el oscuro barrio.

En medio de la noche y con la mala iluminación, era difícil saber con certeza hacia donde se estaba yendo, era como caminar en un laberinto, pero aquel hombre de expresión arrogante no mostraba ninguna mueca de inseguridad, para él era como dar un tranquilo paseo por el parque. No había nada de que temer si se sabía cómo actuar, con quien hablar y a donde dirigirse, si se era lo suficientemente listo se podía atravesar todo ese infierno sin la necesidad de mostrar un arma y Hannsel lo sabía. Solo tenía que seguir el camino que había trazado el rastreador que había implantado en el último hombre caído, por lo que miraba la pantalla de su teléfono cada cierto tiempo. Hasta que una sonrisa se dibujó en sus labios. Su pasea había resultado ser más corto de lo que tenía en sus planes. Solo un pequeño error de cálculos, nada significativo.

A unos cuantos metros frente a él, se encontraba tendido en el suelo un joven que no superaba los 17 años, llevaba ropa oscura y una pulsera identificadora en su muñeca. Había encontrado a su sujeto más rápido de lo que tenía pensado. El cuerpo tenía cuatro marcas de puñaladas en el  torso y mostraba evidentes heridas de que había peleado, pero obviamente no pudo ganar. Con este, ya eran seis víctimas que caían en la misma zona y mostraban los mismos signos de asesinato.

–No está nada mal – dijo en voz alta a los desolados alrededores – quien quieras que seas, tienes mis respetos – añadió sonriente – ¿Por qué no sales? Sé perfectamente que estás viendo, no lograste escapar antes de que llegara ¿no? – Le da una calada a su habano mientras mira la excesiva cantidad de sangre esparramada en el suelo – no tengas miedo, solo quiero charlar un poco – pero no hubo respuestas – que mal ¿en verdad me harás ir a buscarte? No podrás correr muy rápido con esa herida. Realmente no quiero tener que mandar a mis hombres a sacarte de tu agujero, ellos no son precisamente sutiles.

Pasaron algunos segundos de completo silencio, en los que Hannsel solo se terminaba su habano, podía quedarse toda la noche allí parado si era necesario, pero no era algo que le apeteciera hacer. Aunque por fortuna no tuvo que hacerlo. Unos pasos lentos pero firmes resonaron a sus espaldas y se detuvieron a una cierta distancia.

– ¿Qué mierda es lo que quieres, anciano?

–Tampoco soy tan viejo – murmura dándose la vuelta, encontrándose a un niño que le apuntaba con una pistola – Vaya, esto no me lo esperaba – confianza con sinceridad – No pensé que el asesino de mis hombres fuese solo un niño.

–Aun no has respondido – gruñe entrecerrando los ojos.

–Cierto. Solo tenía curiosidad de saber quién era el responsable de todo esto. Me has sorprendido pequeño – Hannsel tira el resto del habano al suelo y lo aplasta con el pie – ¿Cuánto tienes, 12, 13 años?

–Eso no es de tu incumbencia.

–Gloriosa juventud, tan llenos de vitalidad pero también son tan ingenuos.

Antes de que el muchacho pudiese responder, uno de los hombres de Hannsel lo ataca por la espalda, derribándolo y despojándolo del arma en un solo segundo. El chico de cabello negro gruñe y maldice cuando su cara choca contra el concreto y el robusto hombre lo inmoviliza.

– ¡Jodido bastardo! – maldice con una mirada de odio hacia Hannsel.

–Eso es algo que yo debería decir – murmura agachándose para quedar más cerca del joven – Eres tú el que ha estado matando a mis hombres.

–Tks. Esas mierdas patéticas no servían para nada. Fueron ellos los que buscaron pelea, no es mi culpa que hayan sido tan débiles ¡Ahora dile a tu perra que se quite de encima para que pueda matarte!

13 PisosWhere stories live. Discover now