Capítulo 5: Prodigio, no te equivoques

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La imagen sonriente de Cathleya en la pantalla, le provocaba una cierta incomodidad a la joven rubia que trataba de mantenerse tranquila, debía analizar con mucho cuidado la situación en la que se encontraban, Elías estaba inmovilizado, la puerta estaba cerrada y se encontraban en una habitación que estaba bajo el control de aquella mujer. La maestra del piso 11 parecía estar muy confiada o era ¿diversión? Fuera lo que fuera se debía asumir lo peor. La mujer de falsa sonrisa los observa fijamente.

– ¿Qué clase de examen? –   pregunta Charlotte con cierto recelo.

– Ah, ah, ah – niega con el dedo – eso solo le concierne a tu profesora, tu mi pequeña alumna dedícate a responder correctamente, o por lo menos inténtalo, después de todo mis exámenes tiene una tasa de aprobación del 8%.

La joven aprieta los puños, un 8% significaba que las preguntas eran de alto nivel o de conocimiento muy específico, de seguro no se parecían en nada a las que había visto en los otros salones ¿pero eso debía de sorprenderle? Se encontraba frente a la maestra de este piso, era obvio que no sería fácil, si lo único que quiere es asesinarlos. Estaban en problemas, si fallaba Elías sería el primero en morir y luego sería el turno de ella, no podía permitirlo pero tampoco podía asegurar de que lo conseguirían, después de todo no tenía ni la más mínima idea de que es lo se viene ¿sería capaz de responder todo correctamente? Niega con la cabeza. “ya basta, debes concentrarte” se dice así misma, “hay un 8% de probabilidad de que lo logre, mientras no sea cero, todo estaría bien”.

La joven suspira profundamente para luego levantar la mirada hacia la mujer del pronunciado escote.

– ¡Parece que ya estas lista! – Dice emocionada – adoro que mis alumnos tengan esa actitud de superación, pero… más adoraría reprobarte – suelta una risilla – muero por castigarlos.

– ¡Tú eres la única que va a morir, maldita perra! ¡Suéltame de ésta mierda para que pueda matarte, por un demonio!

Charlotte observa a Elías que estaba a poco menos de estallar, si las miradas fuesen capaz de matar a las personas, ese edificio ya sería un completo cementerio. El deseo de matar que emanaba aquel chico de cabello oscuro era escalofriante y aterrador al mismo tiempo, por una parte la chica de ojos azules agradecía que estuviese atado, con un carácter tan temperamental era mejor mantener una cierta distancia de la línea de fuego. Pero para Elías, estar en esa posición no era nada cómodo  y la actitud de Cathleya solo lo enfurecían más, no era alguien que se doblegase tan fácilmente, bien preferiría morir antes que hacerlo, pero por el momento, morir no estaba dentro de sus planes, estaba determinado a salir de ese edificio a como diera lugar, incluso si tenía que enfrentarse a todos los otros asesinos, incluso si tenía que liarse con una molesta adolecente, iba a hacerlo.

– Vaya, vaya, pero que pésimos modales tienes Elías – chasquea la mujer de lentes – esa no es forma de dirigirse a un profesor, tal parece que nunca te enseñaron lo que era el respeto.

– ¡Vete a la mierda!

– ¡Santo cielo! Que horrible comportamiento jovencito, tú necesitas correcciones urgentemente y por suerte para ti, aun estas en una excelente edad para aprender.

– Metete tus modales por el culo.

– ¡Oh! ¡Elías! – Pronuncia con voz lasciva – si lograra corregirte y convertirte en un estudiante modelo, ese sería el logro más grande de toda mi carrera, el solo pensarlo hace que me excite.

– Jodete — le dice con asco.

La extraña discusión continua por algunos minutos, mientras que Charlotte observa una vez más a su alrededor, el piso estaba cubierto por demasiada agua que no iba hacia ningún lado y los cables expuestos no brindaban ninguna confianza, un error y esto terminaría muy mal, pero, la muchacha se quedó un momento pensativa, si Cathleya tenía tanto afán de corregir el comportamiento de Elías ¿Por qué no lo hacía? Además el hecho de que no estuviese presente en la sala con ellos debía significar algo, eran preguntas que la joven no podía entender del todo, aunque ya tenía suposiciones sobre ello. La joven deja el pensamiento de lado y se sube al escritorio de madera del profesor, y desde allí espera a que todo se calme, lo cual tardo un tiempo.

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