Capítulo 14: La balanza no distingue entre el oro o el plomo

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La suave opera ligera seguía bañando aquella sala. En el piso se podían ver los innumerables fragmentos de cristal roto de aquel juego de ajedrez. Tres personas reunidas en un improvisado encuentro, mientras que dos de ellos sostenían armas, una de ellas apuntando a Max y la otra directamente a la frente de Charlotte, ambos dispuestos a matar con tan solo apretar del gatillo. La joven de cabello rubio se mantenía inmóvil producto de la droga que seguía dentro de su cuerpo, la impotencia de no poder hacer algo en ese momento comenzaba a consumirla.

Max seguía manteniendo aquella expresión vacía, como si no le importara que hubiese una pistola apuntándole, el comportamiento de alguien a quien no le importa el morir. Mientras que Elías miraba con profundo odio al hombre frente a él.

-Tan salvaje como siempre ¿no? Personas como tu son demasiado problemáticas – Max desvía su atención a Charlotte – si ese retrograda me mata ¿Qué crees que pase?

La joven se queda un instante pensando en aquella pregunta, no sabía si realmente quería una respuesta, por lo que la joven miro de reojo a Elías y luego al chico de ojos negros.

-No encontraríamos la salida – murmura por lo bajo.

-Ciertamente, aun no los he puesto a prueba – vuelve a centrar su atención a Elías – si quieres presionar el gatillo, adelante.

Elías desplaza sus ojos entre Max y Charlotte. Aquella situación comenzaba a sacarlo de quicio, más de lo que ya estaba, lo único en lo  que podía pensar en ese momento era en reventarle la cabeza a aquel sujeto, no se había pasado todo este tiempo enfrentándose a los jugadores de este piso, para que ahora no acabara con el maestro. Cada centímetro de su cuerpo le clamaban por asesinarlo e ignorarlo era algo que estaba fuera de sus capacidades.

-Eres un idiota si piensas que no te matare.

-Estoy consciente de que eres capaz de ello, no me esperaba menos de ti, Berserker.

-Tks. Bastardo – murmura entre dientes.

-Veo que ese nombre te molesta, quien diría que tienes un punto débil, es bastante curioso.

Por primera vez Charlotte no veía la típica expresión de locura y diversión de Elías, sino, que era más bien un semblante serio, frío y lleno de odio, y por un instante a la joven le pareció estar viendo a un completo extraño, uno igual o más peligroso que el Elías de siempre. Aquello hizo que el miedo golpeara con fuerza en su pecho, una extraña sensación que la hacía temblar, por lo que no sabía si su cuerpo estaba inmóvil por el miedo o por las drogas. De haber sido posible escapar, ya lo hubiese hecho, pero sus piernas solo eran peso muerto. Solo podía quedarse en su lugar, como una observadora de todo lo que sucedía a su alrededor.

La atmósfera se había vuelto sofocante, como si el mismo oxígeno comenzara a faltar.

Max tenía la ventaja, incluso si era asesinado sabía perfectamente que ellos dos quedarían atrapados en aquel piso, como maestro, él podía modificar las reglas a su favor, podía escribir la ubicación o el código de acceso como un juego para resolver o simplemente guardárselo para sí mismo y esperar ciertas condiciones  para revelarlas, lo que era este caso, si moría seria el final del juego. Caminaba al borde de las reglas al igual que Cathleya, hasta el punto de considerarse trampa.

Antes de que el reloj de la pared pueda marcar otro segundo, el sonido de dos disparos rompe el silencio del lugar, el ligero olor a pólvora se hacía presente mientras la sangre brotaba a chorros y caía al suelo, formando rápidamente un rojizo charco. Pequeñas gotas salpicaron el pálido rostro de Charlotte, cuya mirada parecía perdida por lo acontecido. El tiempo parecía estático y se negaba a seguir con su marcha, todo parecía algo irreal, como el momento en que Elías dejaba caer su arma y esta daba un molesto golpe contra el piso. Cuatro gotas rojas mancharon el metal de la pistola.

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