Capítulo 10: piso 9

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El líquido carmesí se esparcía rápidamente por el sucio piso, pero lejos de mostrar alguna emoción, Elías se mantenía en su lugar, completamente impasible como si el dolor no existiera a pesar de la gravedad de la herida que comenzaba a manchar su ropa. Había sido un escape rápido e improvisado por los que los riesgos era casi el doble, pero no tuvieron otra opción, una lesión en el hombro izquierdo había sido un precio bajo a pagar, ya que bien pudieron haber sido sus vidas y eso era un  pensamiento que ambos compartían, pero tampoco hacia que Charlotte se sintiera mejor al respecto, la joven simplemente bajo la mirada hacia sus manos y la mantuvo así todo el tiempo. El silencio se hacía incómodo y la tención aumentaba entre ellos dos.

– Hey, mocosa – le habla de forma natural – devuélvemelo.

– ¿Eh?

– Mi cuchillo, lo quiero de regreso – le indica mientras se sienta.

La joven observa la afilada arma en su mano y luego se la regresa sin mirarlo directamente.

– Gracias – murmura por lo bajo.

Elías no le dice nada, solo se toma un momento para observar la hoja del cuchillo, sus dorados ojos se reflejan en la superficie metálica y este, frunce el ceño.

– ¿Qué rayos fue lo que hiciste con él? El filo está dañado, es como si hubieras intentado cortar una piedra.

– Lo siento – murmura – no podía ver muy bien, por eso creo que lo roce contra los tubos metálicos, no era mi intención arruinarlo.

– En serio que eres un desastre – murmura molesto guardando el arma – me sorprende que no te hayas cortado un dedo en el proceso.

La joven asiente y guarda silencio por un instante para ordenar sus ideas.
– Elías…

– ¿Mmh?

– La herida en tu hombro… ¿duele mucho?

– Sí, un montón.

– Ya veo – baja la mirada – lamento que te hayan disparado.

Elías la observa por un breve instante ladeando la cabeza hacia un lado.

– No fue una bala.

Charlotte lo mira confundida, puesto que no entendía de que otra forma pudo haberse hecho una herida tan profunda, una donde la sangre no parecía querer detenerse. Le da un rápido vistazo a su alrededor en busca de algo que pudiese haberle hecho esa lesión, pero no había nada y tampoco era algo que tuviese de hace mucho.

– Entonces… ¿Cómo es que tienes esa herida?

– Tú – la señala con el dedo – nunca más te dejare sostener un arma, eres demasiado estúpida como para usarlas, realmente me dolió cuando me clavaste mi propio cuchillo al momento de atraparte – hace una pausa y una maliciosa sonrisa se forma en sus labio –  ¿acaso tratabas de matarme? ¿Es una especie de venganza?

Charlotte se queda congelada por un segundo, nunca noto que había sido ella quien lo había cortado, todo había sido tan rápido que no se dio cuenta de nada, pero aquel joven no mentía, ya que se podía ver claramente el corte limpio de unos 10 centímetros de largo en su hombro, pero era difícil saber que tan profundo era, solo se veía el tajo en su ropa y la sangre que seguía fluyendo como una vertiente. La joven aprieta los puños sobre sus rodillas.

– Yo….–  murmura casi perdida – yo… no quería hacerlo… fue un accidente, yo… –  sus hombros comenzaban a temblar –  ¡nunca haría algo como eso! ¡No fue ninguna venganza! Yo… no pretendo lastimar a nadie… no quiero que nadie sufra por mi culpa…

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