Capítulo 19: En la guerra la moral es relativa

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El constante sonido metálico se hacía molesto, era algo muy similar a lo que habían escuchado en el piso 10, solo que ahora era mucho más envolvente y hacia que las ganas de continuar se perdieran rápidamente, pero tras haber completado la misión encargada por Alicia, los jóvenes no tenían de otra que continuar su camino, uno que los hacia rodear el exterior del parque y los alejaba del mismo, llevándolos por un pasillo estrecho y que se sentía pegajoso al caminar. Lo sucedido con la extraña pareja quedaba rápidamente en el olvido, después de todo, no era algo que valiera la pena recordar, solo habían sido otro obstáculo que debieron superar para llegar hasta aquí, y seguirían haciendo lo mismo hasta conseguir su libertad, no importaba que pruebas ni quien se cruzara por delante, lo superarían de una u otra forma, después de todo, los residentes de los piso solo jugaban por diversión, mientras que los dos jóvenes jugaban por sus vidas, es por eso que su determinación no parecía conocer límites.

Iban casi en silencio mientras Elías jugaba con el cuchillo, lanzándolo en el aire para hacerlo girar y luego atrapándolo por el mango, repitiendo la acción una y otra vez, de alguna forma eso parecía relajarlo o por lo menos lo mantenía ocupado en algo que no fuese el matar personas, y que a pesar de haberlo estarlo haciendo desde el piso 12, su interés en asesinar no había disminuido en lo más minino, lo que parecía difícil de entender, puesto que una persona normal se aburriría de hacer siempre lo mismo en algún momento, por lo que solo se podía reafirmar la idea de que Elías no era alguien normal.

– Joder. Este lugar no tiene fin – se queja mientras guarda el arma de regreso en la funda de su pierna.

– Es como caminar en wallmart – responde la joven mirando a su alrededor – creo que esta es la primera vez que soy consciente del tamaño de los pisos.

– De haber sabido que tendría que caminar tanto me hubiese quedado en mi piso.

– Lo más probable es que te hubiesen matado.

– Cállate, eso ya lo sé.

La joven rueda los ojos.

– Para ser alguien con tan buena condición física eres muy holgazán.

– ¡¿A quién llamas holgazán?! ¡Maldita mocosa! – le gruñe – ¡Y ya deja de mirarme, pervertida!  

– También eres narcisista y con un carácter horrible – balbucea.

Elías la queda mirando por un instante.

– ¡Deja de tomarte tanta libertad conmigo, mocosa! ¡Voy a matarte!

– Vale, como quieras – murmura casi indiferente.

– Sinceramente no era la reacción que esperaba – le responde cruzándose los dedos por detrás de la nuca – eres aburrida.

– Me has dicho que me mataras antas veces que ya lo veo como algo normal, no puedes esperar a que alguien siga reaccionando de la misma manera después de lo mismo.

– Eres muy rara ¿segura de que eres humana?

– ¿Qué otra cosa podría ser?

– Si lo supiera no te lo estaría preguntando, idiota.

– Supongo que tienes razón en eso.

Charlotte baja la mirada y continúa caminado, mientras que Elías la observa de reojo, recordando el momento en el que la joven había salido corriendo de la nada, eso lo había tomado por sorpresa pero no tanto como la reacción que había tenido luego, aquella mirada vacía, como un profundo y quieto lago olvidado, en ese momento Charlotte lo había mirado con unos ojos totalmente muertos en donde no existía ningún tipo de emoción ni brillo, algo totalmente desagradable pero que de cierta forma se le hacían familiares, y no por el hecho de que la conociera de algún lado, más bien, sucedía que fue testigo de unos ojos similares en algún momento de su vida, pero no lograba recordar cuando o donde exactamente. Suspira de forma pesada. Aquello comenzaba a molestarle más de lo normal, casi al mismo nivel de tener que estar matando por obligación, como algo que estuviese escrito en un contrato y debiese cumplirlo sin importar que, como el juguete de pelea de alguien más y pensar en eso le hacía hervir la sangre, ya que era como revivir su pasado junto a Hannsel. Su ceño se frunce ligeramente y voltea la mirada hacia otro lado mientras gurda las manos en los bolsillos de su pantalón. Nuevamente se molestó por una tontería que ya estaba enterrada hace varios años y que no se había asomado hasta ahora.

13 PisosWhere stories live. Discover now