Secuestrada por un vampiro

41. Qué es que

-Señor, tenemos que irnos.- habló una voz cortante y seria.

Noté como asentía mientras dejaba de apretarme entre sus brazos y se levantaba despacio, dándome tiempo a situarme de pie . Teniéndolo cara a cara era mucho más alto que Leonard o Canelio, mi vista si no la alzaba daba contra su pecho, pero tampoco me atreví a mirarlo a los ojos así que no supe cómo era hasta que habló.

-Mírame, por favor.- con una timidez extraña le di el gusto de mirarlo. Sus ojos azules como los míos resplandecían bajo los rayos del sol, tenían un aire antiguo pero su rostro era todo lo contrario. Su pelo de color castaño anaranjado había crecido con respecto a como lo tenía en la foto. Su boca se ensanchó en una sonrisa confortable y cuando lo hizo dos pequeños hoyuelos aparecieron en sus mejillas.- No puedo creer que te tengo aquí.- me extendió ambas manos invitándome a formar una unión. Sin poder evitarlo retrocedí varios pasos por la incredulidad de ver a mi padre biológico enfrente de mi cuando se suponía que estaba muerto.

-Yo...quiero explicaciones.-quise mostrarme fuerte, pero el tono de mi voz acabó por delatarme.

-Lo sé, pero aquí y ahora no. Tenemos que irnos.- volvió a extenderme su mano con la súplica reluciendo en cualquier gesto suyo.

Me giré en busca de los demás al darme cuenta de que me hallaba sola en aquella situación, Alejandra se encontraba varios pasos por detrás en un estado que no pude reconocer y Graciela a su lado de la misma manera, sin dejar de apartar sus ojos rojizos del hombre que tenía delante. Canelio ayudaba a Dack con Leonard inconscientes de lo que sucedía, pero a la vez sabiendo que no debían dejar de estar alerta en ningún momento. Busqué ayuda en las dos mujeres que parecieron estar atentas a la conversación que mantuve con él y mientras una no dejaba de estar sorprendida otra se encogió de hombros dándome a entender que era cosa mía el aceptar o no.

-¿Dónde?- pregunté sin saber muy bien qué debía hacer.

-En un lugar seguro.- sonrió imperceptiblemente.- Ahí nadie te molestará.

-No puedo dejar a mis amigos y mucho menos en la condición en la que se encuentran.- dije negando de la cabeza y dejándole claro que pasase lo que pasase jamás me separaría de ellos y menos de Leonard.

-Lo sé, y ellos también son bienvenidos. En ningún momento se me había cruzado por la cabeza abandonarlos a su suerte.- dirigió su mirada hacia atrás, observando a Graciela y a mi prima y luego a Leonard.- Además, ese muchacho necesita mi ayuda.- supuse que se refería a Leonard.- Que mayor estás...- volví a prestarle atención cuando noté nostalgia en su voz.- Tu madre estaría orgullosa.- un nudo inesperado se había formado en mi garganta impidiendo que emitiera sonido.

-Señor.-volvió a llamarlo la misma chica de antes. Esta era de piel clara, ojos oscuros y labios gruesos. Su pelo azabache y ondulado caía en cascada sobre sus hombros y el final de este se movía libremente con el viento.- Hay que darnos prisa, el consejo supremo pronto llegará.- inquieta se montó sobre su caballo blanco y miró a, bueno, a mi padre desde arriba.

-Atad al chico y vámonos.-dio órdenes sin dejarme opción de elegir, aunque creo que eligiese lo que eligiese de todos modos me llevaría con él.

-¿Atarlo, porqué?-pregunté asustada viendo como dos hombres se acercaron hacia Leonard y le ataron las manos con cadenas que nunca antes había visto.

-Para que no haga ninguna estupidez, pero tranquila que cuando lleguemos se las quitaremos. Es por su bien.-terminó de decir despistadamente ya que se centraba en colocarse en la posición correcta para subirse encima de un caballo realmente majestuoso.- Ahora, coged cualquier cosa que vayáis a necesitar y a vuestra montura, Clara os esperará y os guiará.- dejó de hablar para sonreírme.- Os esperaré ahí, tengo que irme cuanto antes. Nos vemos pronto, Denna.- inclinó levemente la cabeza para luego salir trotando del lugar seguido por los suyos, menos la que supuse que era Clara.