2.Odio en tu mirada

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Los pequeños rayos de luz que entraban a regañadientes por la ventanilla se apagaban en contraste con el horrible rojo de la habitación.

Llevaba mas de dos horas despierta, con un dolor insoportable de cabeza. Intenté salir pero el muy mísero me tenía encerrada. Se suponía que podía vagar libremente por la casa.

Aburrida como estaba, aparte de aterrorizada y algo mareada por el hecho de descubrir que existían seres horripilantes como él, decidí subirme al escritorio para llegar a la ventana por la simple curiosidad de ver en que lugar me encontraba. Posiblemente tenía las esperanzas de encontrar a alguien por los alrededores y pedir ayuda.

La adrenalina recorría mi cuerpo una vez que conseguí asomar la cabeza por la pequeña ventana. Como apareció así desapareció.

Me quedé estupefacta y desilusionada al ver que no se veía nada más que árboles. Estaba perdida en un maldito bosque ¿cómo se supone qué voy a escapar?.

-¿Qué haces?.- escuché una voz a mi espalda. Por la sorpresa me di un golpe seco en la cabeza al intentar sacarla con rapidez. Me sobé la frente en un intento desesperado por calmar el dolor mientras que maldecía toda mi vida.

Una mujer de estatura pequeña me miraba fijamente desde la puerta. Su oscuro pelo estaba recogido en un moño, su mirada...era escalofriante. Ni siquiera parpadeaba, es más, ni siquiera se movía. Se podría confundir perfectamente con una estatua.

-Yo...estaba mirando por la ventana.- hablé en voz baja que pensé que no me había escuchado.

Ni siquiera daba señales de haberme oído. Se quedó pasmada en el lugar mirando un punto muerto detrás de mi. Por precaución me giré para ver si había algo o alguien que quizás me quería pillar por sorpresa pero no había nada.

-Esto...¿puedo salir?.- pregunté frunciendo el ceño.

-El señor me dio órdenes estrictas de traerte vestimenta y de llevarte a desayunar junto a él.- repitió como un robot.

-Yo no quiero desayunar junto a él.- dije rápido. Me daban escalofríos de solo pensar en comer al lado de un...monstruo.

-Entonces se quedará encerrada por días y sin comer.- soltó bruscamente un vestido sobre la cama y luego se volvió para mirarme.- cuando estes lista sal.- cerró la puerta de golpe dejándome sola en la habitación, lo cual agradecí. Su compañía no era muy agradable.

No quería bajar para verle a él, pero tampoco quería quedarme por días encerrada en una habitación enfermiza. Además necesitaba ver dónde me encontraba para poder escapar.

Así que obedecí como la buena "sumisa" que era.

Tomé el vestido de seda que la...chica, por no decir algo peor, había tirado con asco sobre la cama. Era de color morado oscuro, apretado hasta la cintura y luego caía suelto. La parte baja estaba acompañada por pequeños brillos. Sea quien sea quien lo haya elegido tenía buen gusto.

Me vestí lentamente, con un poco de incomodidad en mi cuerpo. Todo eso me hacía sentir...como si me hubieran comprado, era una sensación extraña. Pero tenía las esperanzas de salir de este lugar, solo hacía falta jugar a un juego.

Al estar lista me miré en el pequeño espejo de cuerpo que había al lado del armario. Abrí la boca sorprendida al ver lo bonito que quedaba el vestido, aunque me hubiera gustado llevarlo en otras circunstancias y no para un secuestrador. Recogí mi cabello en una cola alta. Después me quedé mirando mi reflejo por largo rato. Mi mirada se veía triste y mis ojos estaban surcados por dos grandes ojeras, mis labios estaban resecos. En resumen, tenía una pinta horrible.

Secuestrada por un vampiroWhere stories live. Discover now