24.Ciegos

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Una vez plantada delante de la puerta del despacho de Leonard, no sabía si llamar o entrar de repente.

Pegué el oído en la fría textura de la puerta intentando descifrar por algún ruido o movimiento si se encontraba dentro. A parte de mi baja respiración no se escuchaba nada más.
Además de que por la tensa pose en la que me encontraba un dolor insoportable recorrió mi abdomen.

Decidida a entrar de repente, por que Leonard no se merecía mi educación, tomé la manilla helada al tacto dispuesta a todo y una vez que me atreví a abrir me llevé una gran desilusión al encontrar vacío el lugar.

-Señorita, si busca al señor está en sus aposentos.- me sobresaltó Claus. No pude evitar lanzarle una mirada asesina por el susto que me dio. Pero al ver su cariñosa sonrisa no tardé en abrazarlo y él en recibirme paternalmente.- No vuelva a darme esos disgustos.

-No era mi intención dártelos.-me separé de él para verle a los ojos, los cuales eran calculadores y demasiado sabios.-¿ Podría llevarme a la habitación del señor?.- pregunté algo tímida. Me parecía extraño pedir que me llevaran a su habitación así como si nada.

-Por supuesto.-me tendió el brazo para que lo tomara. Lo acepté con gusto y juntos nos dispusimos a recorrer largos pasillos mientras hablábamos de cualquier cosa sin importancia.

-¿Crees que lo molestará?.-pregunté bajando la cabeza. Sentí como Claus se sacudió bajo mi tacto y como su risa vibró por cada partícula de su ser.

-No, claro que no.-me dio dos toques en la mano para llamar mi atención.- Tú nunca lo molestarás.

-Yo creo que ya lo hago.-reí irónicamente. De su parte recibí una mirada de "no me lleves la contraria o te mato".

-Bueno.-suspiró a la vez que nos parábamos enfrente de una puerta alejada del resto, oculta por las sombras que la rodeaban. Miré a mi espalda con la idea de dar media vuelta e irme corriendo de allí. Ya no me parecía buena idea hablar con él en su lugar privado.- Aquí estamos.- frunció el ceño al ver mi cara.- No palidezca, que tampoco la va a comer.- rió dándome un pequeño empujón. Negué con la cabeza diciéndole que ya no necesitaba hablar con él, pero entonces Claus abrió la puerta y salió corriendo como alma que lleva el diablo.

Me quedé sin habla. Mirando molesta el pasillo por el cual había desaparecido ese maldito tramposo.

Ahora si que ya no había vuelta atrás.

Poco a poco me giré para encontrarme con la puerta medio abierta, a través de la pequeña apertura pude ver que la habitación estaba iluminada por la luz que procedía de la noche, llena de misterio y soledad. Con curiosidad la abrí un poco más hasta que pude ver todo lo que ocultaba detrás. La habitación era como una cualquiera, con su cama, un sofá, baño propio...misma estructura que la mía solo que más espaciosa y con la diferencia de que la mía no se sentía tan fría y terrorífica.

Busqué con la mirada a Leonard hasta que por fin lo divisé apoyado sobre la barandilla del balcón mirando la media luna pensativo. La noche y él hacían un contraste demasiado hermoso para los ojos humanos.

Con paso silencioso me encaminé hasta él y con temor me situé a su lado sin mediar palabra.

-Sabía que ibas a venir.-habló bajo, como si intentara no romper el aura que se formó a nuestro alrededor.

Paseé la mirada por su rostro para luego posarla sobre una foto que sostenía con pereza en sus manos.

-¿Te molesta que haya venido?.-pregunté de la misma manera.

-Creo que ya sabes la respuesta.-me miró de una manera extraña. Sin esa seriedad característica de él, me miró como si fuese lo más bonito que jamás hubiera visto.

Secuestrada por un vampiroTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang