7. Nunca es suficiente.

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Una risa juguetona me sacó de mis fantasías para traerme de vuelta al mundo real. Con los ojos bien abiertos observé todo el perímetro buscando su ubicación pero no había nada.

Seguro fue producto de mi sueño.

Encendí la pequeña lámpara que se encontraba encima de la mesilla solo para sentirme más segura pero esta me falló cuando más la necesitaba.

Hasta las lámparas estaban en mi contra...

Dio dos parpadeos débiles antes de apagarse y no volver a reaccionar. Con el corazón en un puño me levanté sintiendo bajo mis pies descalzos el frío del suelo.

Odiaba el frío con toda mi alma y más si lo sentía en la piel así que con paso apurado fui hacia el lugar donde se situaba el interruptor, pero este también me falló, como si las dos luces se hubieran puesto de acuerdo en dejarme en las penumbras con mis inquietudes.

Escuché de nuevo una débil sonrisa juguetona, igual que la anterior.

Dejé de hacer cualquier mínimo ruido para intentar escucharla mejor pero no se volvió a oír nada. Quizás mi mente también estaba en mi contra y quería empeorar mucho más la situación.

Abrí la puerta para asegurarme mejor y así estar segura de que no estaba enloqueciendo. Nada. Solo el silencio sepulcral que rodeaba aquella mansión como manto de protección.

Cerré la puerta suavemente temiendo hacer ruido y despertar a todos los presentes. Inmediatamente me di cuenta de lo estúpido que sonaba aquello ya que seguro nadie dormía en esa casa excepto yo.

Negué de la cabeza para alejar cualquier pensamiento negativo y volví a la cama para conciliar el sueño. Notaba a mi cuerpo demasiado pesado.

Justo cuando levanté las sábanas para resguardarme en ellas las ventana se abrieron de golpe. Fuera soplaba el viento con furia, arrastrando todo a su paso.

Mi corazón comenzó a latir deprisa y si seguía de esa manera haciéndolo cada dos por tres acabaría dándome un infarto.

Extrañada por lo que acaba de ocurrir cerré todas las ventanas y me quedé pensativa en medio de la habitación. Atenta a cualquier ruido, a cualquier movimiento que no fuera mío. Tenía de nuevo aquél presentimiento de que alguien me observaba.

-¿Quién anda ahí?.-pregunté con voz temblorosa. Rezaba con todas mis fuerzas de que nadie respondiera por que si obtenía respuesta acabaría muerta del susto.

Mis pelos se pusieron de punta cuando volví a escuchar la maldita risa. Las lágrimas se acumularon en mis ojos a la espera de darles el permiso de salida. Estaba muerta de miedo.

-¿Qui-quién eres?.-dije tomando el valor suficiente.- Da la cara.

Una sombra hizo presencia en la habitación. No podía saber de qué o quién se trataba ya que se movía sobrenaturalmente de un lugar a otro tomando el aspecto de una mancha difuminada.

-Vaya, vaya.-susurró alguien contra mi oreja. Me giré aterrorizada esperando encontrarme con la mismísima muerte. No había nada.

-Déjame en paz.-grité histérica. En mi frente se podía leer claramente la palabra aterrorizada.

Recibí un golpe duro en el estómago que causo que me faltara el aire. Mis pulmones comenzaron a comprimirse hasta ahogarme por la falta de este. De nuevo las lágrimas se hicieron presentes en mis ojos mientras yo intentaba desesperada respirar.

Ni siquiera me había dado cuenta de que me encontraba tirada en el piso, casi desmayada.

Justo cuando mi visión se nublaba la sombra se situó delante de mí con una sonrisa de autosuficiencia.

Secuestrada por un vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora