16.Esclava mía.

13K 811 48
                                    

Solté una vez más el aire que llevaba conteniendo desde hacía unos minutos...casi era la hora.

Mientras con una mano me aferraba desesperadamente al frasco con la otra verificaba que llevaba todo lo necesario para sobrevivir una noche deambulando por el bosque.

En una pequeña mochila guardé dos mantas, agua y una pieza de fruta. A la vez que pensaba si necesitaba algo más observaba las manillas del reloj avanzando sin escrúpulos, sin importarle nada más que el poder avanzar.

Una vez que marcaron las 2:00 de la madrugada tomé ansiosa el líquido, intentando hacer desaparecer las dudas que albergaban en mi corazón desde hacía un rato.

Con el objetivo claro de lo que tenía que hacer aquella noche salí por la puerta no sin antes colocarme la mochila y asegurarme de que no hubiese nadie. Los pasillos se encontraban vacíos y silenciosos, igual que toda la casa.

Cerré cuidadosamente la puerta de mi habitación y luego me encaminé hacia la salida. Bajé las escaleras con lentitud ya que al estar todo oscuro mis capacidades de rapidez se veían limitadas. Involuntariamente giré el rostro para ver por última vez el lúgubre cuadro de la misteriosa mujer de mis sueños. Recordé el último que tuve, en el que me decía cosas incoherentes.

Mentalmente me despedí de ella y de todos los de la casa, de Lira y Claus, y muy en el fondo de Leonard. Seguí avanzando por el largo tramo de las escaleras y cada vez que me encontraba más cerca de la salida mi cuerpo se llenaba de nerviosismo.

Una vez que estuve ahí, me bloqueé delante de la puerta. Un sentimiento doloroso se instaló en mi pecho, quizás un presentimiento de que no era buena idea y que lo mejor que pudiese hacer era dar media vuelta y olvidarme del asunto, pero ya que estábamos debía intentarlo.

Mi mano tomó insegura el pomo de la puerta, que cedió una vez que lo hice girar. Con el alma en un puño abrí lo suficiente para sentir al viento colarse por la pequeña ranura y crear una corriente a mi alrededor.

Con una sonrisa temblorosa sobre los labios abrí un poco más, lo justo para que mi cuerpo pudiera pasar, y de un momento a otro me encontraba corriendo hacia el lugar de donde provenía la llamada del caballo. El plan de Graciela se estaba elaborando justo al pie de la letra.Ya era libre, ya era la hora de retomar mi vida de nuevo y olvidarme del asunto de los vampiros.

Mis instintos dieron con el precioso caballo azabache, quien se encontraba listo para ser montado. Me acerqué con movimientos sigilosos para que el animal entrara en confianza, al principio se veía recio pero cuando vio que mis intenciones eran buenas me permitió cortar la pequeña distancia entre nosotros y poder acariciar su suave crin.

-Buena chica.-le susurré para que se familiarizase con mi voz. -¿Qué te parece si te llamo fevgaléa?

De su parte recibí un bufido y tomé eso como un si.

-Muy bien, Fevgaléa, ahora me subiré encima.¿Si?.- seguí acariciando su torso a la vez que me situaba en la posición correcta para poder subirme en su lomo. Si fuesen otras circunstancias habría demorado más antes de subirme, ya que si un caballo no te tenía la confianza suficiente podrías acabar mal, pero tiempo es lo que me faltaba.

Agradecí por primera vez al universo cuando pude situarme encima suyo sin ningún inconveniente.

-Eso es.-le di dos golpes suaves en su trabajado cuello.

Recordé las explicaciones de mi madre para poder montar en caballo y enseguida me vi cabalgando el bosque como una estrella fugaz surcando los cielos.

Solté una risa al sentir el viento chocar contra mi rostro, la tierra ceder bajo mis pies, la recuperación de mi vida, la rapidez de Fevgaléa que por cierto significaba Fugaz.

La adrenalina recorría cada partícula de mi piel. Me encontraba bien y feliz por haber logrado lo que tanto anhelaba, pero a sabiendas de eso, muy en el fondo tenía marcado el recuerdo de Leonard y el mundo de los vampiros. Y una parte de mi corazón, una muy pequeña, guardaba el recuerdo de sus labios sobre los míos.

Bajé el ritmo al darme cuenta de que nuestra velocidad era exagerada para esas horas de la noche, no quería que por algún error mío se me privara de mi logro. Miré a mis espaldas, la mansión ya no se podía distinguir y eso solo significaba que ya estaba demasiado lejos para ser atrapada de nuevo. El cielo ya comenzaba a aclarar y los párpados no tardaron en pesarme, en ese momento deseé poseer un reloj para orientar el tiempo que había estado corriendo sin parar en ningún momento.

También deseé tener una brújula para encontrar mi norte, ya que solo podía distinguir el infinito del bosque. Mi sonrisa se borró al darme cuenta de que me hallaba perdida y que me tomaría un buen rato encontrar la salida.

Quise bajar y descansar un rato pero temía que si paraba ellos darían con mi paradero. Así que lo único que pude hacer para calmar un poco el hormigueo de mis piernas fue bajarme de Fevgaléa y continuar andando. La pobre yegua se encontraba jadeando y seguro muerta de sed.

Recordé haber cogido provisiones.

Tomé la botella de agua para mi y le di la manzana a mi yegua, quien se la comió agradecida. Después de saciar mi sed hice cuenco con las manos depositando de alguna manera agua en ellas para que Fevgaléa pudiese beber. Necesitaba que ella recuperase las fuerzas antes que yo, por que un caballo débil no me iba a llevar a ninguna parte, además de que no soportaría que un ser tan precioso hubiese muerto a mi tutela.

Ambas seguimos nuestro camino tranquilas hasta que Fevgaléa paró de repente, con los ojos bien abiertos y todo el cuerpo puesto en tensión.

Su actitud me dio mala espina, sobretodo por que comenzó a exasperarse.

-Shhh...-mi intento de calmarla daba pena,yo estaba igual o más asustada que ella y si yo no lograba tranquilizarme la yegua peor.- Tranquila, no pasa nada.-tomé su hocico y junté su cabeza con mi frente.

Permanecimos un buen rato en esa pose, escuchando minuciosamente cualquier ruido, rezando de que Fevgaléa se hubiese asustado de un pájaro o algo y de ningún ser sobrenatural.

Cuando todo pareció tranquilizarse mi yegua volvió a alterarse por algo que desconocía, pero esta vez fue mucho más fuerte su temor. No paraba de agitarse entre mis brazos de modo que acabé tirada en el piso, protegiendo mi rostro de una posible agresión.

-Fevgaléa, para.-intenté levantarme pero no lo conseguía y el peligro para mi aumentaba.

Fue tal la intranquilidad de la yegua que acabó por darme con su fuerte pezuña en la frente. Mi intento de protegerme con las manos no sirvió para nada.

Noté un hilo fino recorrer mi frente hasta el costado de mi mejilla derecha, y como mi visión comenzaba a nublarse hasta que ya no pude distinguir los colores y la luz.

Con el terror en la sangre me levanté con la ayuda de un árbol y desesperada por no poder ver nada comencé a llorar en silencio.

-Justo así te quería tener.-lloré más fuerte al oír una gruesa voz cerca.-Por fin te tengo, Denna. No sabes cuánto tiempo llevo buscándote.

Fue lo último que escuché antes de que la negrura de mis ojos me rodeara por completo, manteniéndome a la vez dormida y consciente de la realidad .

¿En qué me había metido?¿Por qué no me quedé tranquila en la mansión?

¿POR QUÉ ME SUCEDÍA TODO A Mi?



———————————————————————————

Ig: a.staancuu

Secuestrada por un vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora