33.No hay peligro si no quieres

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-Venga, date vida.-gritó eufórica Graciela con una sonrisa burlona y en pose de defensa.-¿No decías que sabes defenderte?.-su modo de reírse y de hacerme enfadar me cabreó mucho más que antes.

Llevábamos dos horas, si no me equivocaba, entrenando mis capacidades de lucha sin armas con la pelirroja. Y ya estaba exhausta, tanto física como psicológicamente.

Canelio y Alejandra me despertaron a las 6 de la mañana nada menos y nada más que para correr..¡Sí, para correr!

Odiaba correr, con toda mi vida, por eso suspendía educación física, por que nunca hacía nada. Mi truco era correr cuando mirase la profesora y cuando voltease parar o hacer que me ataba los cordones para tomar un poco de aire.

Después de una hora y media corriendo por todo el valle y maldiciendo con palabras poco apropiadas, me llevaron hacia el patio sin dejarme descansar nada para ponerme a luchar. Lo más molesto es que mientras yo respiraba como un búfalo e intentaba golpear a la leona, la cazadora y el vampiro se quedaron a un lado divirtiéndose con el espectáculo.

-¡Vamos Denna!-dio un salto animado mi prima, la miré de reojo imaginando cómo sería ahogarla.-¡Dame una D!

-¡D!-respondió Canelio aguantando la risa.

-¡Dame una e!-volvió a vociferar la morena.

-¡e!-y volvió a responder su compañero.

-!Callaros ya!- grité con toda la ira contenida. Estos, supongo al ver mi cara de satanás, se echaron a reír exageradamente.

-Bueno, paremos aquí.-sonrió Graciela llevándose las manos a la cadera.-Ya hemos visto que luchar no es tu fuerte.

-Ni correr.-añadió rápidamente el de ojos azules que levantó las manos en rendición al lanzarle una mirada asesina.

-Así que mañana te enseñaremos técnicas y te entrenaremos para que cojas fuerza.-volteó mirando a los demás como si planeasen algo. Los tres asintieron con un movimiento de cabeza. Me sorprendí al ver a Dack ya que momentos antes no estaba y ni siquiera me había percatado de su presencia.

Rodé los ojos a la vez que me tiraba sobre el suelo sintiendo como el frío se colaba por cada partícula de mi cuerpo y calmaba el dolor que este sufría.

-Por favor, tened piedad.-alcé la mano amenazantemente.- No soy inmortal.

-No exageres.-me tendió la mano Dack para que me incorporase.- Mañana va a ser un día mejor.

-Lo dudo.-bufé una vez que me encontraba delante de él. Su sonrisa se ensanchó dejando ver sus blancos y perfectos dientes.-¿De qué te ríes?.-arqueé una ceja a la defensiva.

-Estás horrible.-rió bajando la mirada y volviendo a levantarla con un brillo extraño.

-¿Gracias?.-pregunté sin llegar a molestarme, quizás al habérmelo dicho con una sonrisa pegada en su rostro me había dolido menos. Que buen truco para ofender a alguien de manera indirecta.-Me voy a la ducha.

Una vez que me despedí de todos, que se quedaron planeando mi próximo entrenamiento y un plan alimenticio adecuado, fui directa a mi habitación con el objetivo de darme una larga ducha para relajar los músculos de mi cuerpo. Me sentía como un experimento, al que debían transformar y poner en forma para lograr su propósito. En fin, no importaba, era necesario para que yo aprendiese a luchar por mi misma.

Después de estar media hora en la ducha pensando en cosas sin importancia, tomé del armario una blusa holgada color rosa palo y unos leggins que se veían cómodos. Por cada movimiento que hacía los músculos me dolían tanto, que había veces en las que me debía sentar y esperar a que se pasara la tensión.

Secuestrada por un vampiroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora