11.Atrapada

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Solté por milésima vez un bufido de aburrimiento, sentada de manera pésima sobre la silla, delante de la mesa en la que se encontraban los dulces. Los vampiros que se acercaban con la intención de coger un pastel me lanzaban una mirada inquisitiva y disimuladamente  susurraban al que tenían al lado seguro algo ofensivo sobre mi persona.

Pero me daba igual lo que pensaran. Llevaba más de una hora de esa forma, viendo como Leonard y Graciela se divertían y de vez en cuando esta me lanzaba una mirada que no sabría explicar su significado.

Tomé de nuevo un pastel y con rabia me lo metí en la boca.

-Qué irrespetuoso es ver a una dama como usted tan sola.-exclamó una dulce voz a mi lado. Me tragué el resto del pastel para prestarle atención a mi interlocutor.

Sus potentes ojos casi me dejan ciega. Canelio se encontraba recostado contra el respaldo de la silla sonriendo de una manera que me hizo perder el razonamiento.

-Permíteme presentarme de manera adecuada.- me tomó de la mano levantándome al mismo tiempo que él.- Canelio Virtanen.- se inclinó en una reverencia. No me equivocaba en pensar que era Finlandés, su acento lo delataba.

-Denna Gail.- me presenté educadamente. Al darme cuenta en dónde me encontraba aparté mi mano en un acto reflejo de la suya. Él también es un vampiro.

Me dedicó una sonrisa misteriosa que no me transmitió para nada confianza. Sus azules ojos ocultaban algo.

-¿Me concede este baile?- extendió de nuevo su mano, invitándome a aceptar la oferta de no quedarme sentada el resto de la noche y engullendo todos los dulces.

Por intuición busqué a Leonard y sorprendentemente se encontraba vigilándome a la vez que hablaba animadamente con conocidos. Apartó sus ojos al darse cuenta de que lo pillé desprevenido pero no tardó en volver a dirigirlos hacia a mi. Negando con la cabeza. Di por hecho que estuvo escuchando nuestra conversación.

¿Por qué estaba tan pendiente de mi?. Me fastidiaba tenerlo pegado todo el rato,pero por un lado eso me hacia sentir segura.

La verdad no me apetecía para nada bailar con un desconocido pero el hecho de que Leonard me lo prohibiera me incitó a hacerlo, de manera que con una sonrisa forzada tomé la mano de Canelio. Me sorprendió lo suave que era su tacto, como si nunca hubiera trabajado. Y seguro que nunca lo hizo. Todo él gritaba riqueza, con una simple mirada podías adivinar perfectamente que vivía en lujos.

-Acepto, pero soy torpe en cuanto se trata de bailar.-se me ocurrió una idea.-¿Y si me llevas a pasear?.- dije con voz dulce que tiraba a seductora.

Canelio sonrió ante mi propuesta y después de lanzarme una mirada prometedora me tendió el brazo. Juntos salimos hacia los jardines, bajo la atenta mirada de Leonard.

Su rostro reflejaba molestia y sobretodo ira. Me daba miedo ver el enojo que había en sus ojos, pero sobretodo me daba miedo lo que me esperaba en cuanto llegásemos a la mansión.

Mi intención era salir fuera con Canelio para que cuando este se cansara de mi me dejara sola y así pudiera escapar. Era un buen plan...¿verdad?. Solo rezaba que Leonard siguiera distraído con Graciela( que por cierto ya no la había visto) para que me dejara la vía libre.

Era mi gran oportunidad, aunque ni siquiera supiese en dónde me encontraba, pero seguro que si me echaba a correr encontraría una carretera o algún camino que me llevase a determinado lugar. Como dice el dicho , todos los caminos llevan a Roma.

-¿Leonard es su acompañante?.-habló este sacándome de mis pensamientos.

Nos encontrábamos andando por un caminito rodeado de rosas rojas. Miré hacia atrás, dándome cuenta de que nos habíamos apartado de la mansión, es más, hemos salido de ella encontrándonos por los alrededores del lugar. Nuestros pies seguían el pequeño camino cuesta arriba, solos en la noche.

Secuestrada por un vampiroWhere stories live. Discover now