89. Alexander Khoury.

Começar do início
                                    

Los oficiales se acercaron a asegurar las cadenas a argollas en el suelo. Y salieron de ahí. Cuando salieron Alexander sonrió, quitándose las cadenas con tanta facilidad, que puso nervioso a Wyatt porque no quería que le hiciera daño a Lili.

— ¿Si sabes quién soy? — Preguntó Lili sin inquietarse.

— No hay que ser un genio para saberlo. — Sonrió burlón. — Ya que estás aquí, ¿Cómo está Maggie? — Pregunto por Margaret. Ya sabía más o menos de su paradero, simplemente no le había prestado atención, además solo quería saber la opinión de su hija. Ambos se estaban evaluando con esa mirada que a cualquiera le daría miedo.

— Mal. — Se limitó a decir Lili.

— Supongo que si estás aquí es por algo. Pequeña Lilith.— Sonrió cruzándose de brazos muy relajado.

Había esperado mucho por ese día, y aunque no quisiera admitirlo, su hija se había atrevido a hacer algo que él no había podido en casi 19 años: buscarlo, cosa que él no había hecho, no porque no pudiera, simplemente su miedo más grande estaba frente a él, tenía nombre y apellido, así como unos ojos hermosos de un marrón claro.

— Anderson solo Anderson, no me gusta mi nombre.— Dijo sincera.

— ¿Por ser de un demonio? — Ella lo vio asombrada, normalmente la gente no sabía ese mínimo detalle.

— ¿Cómo lo sabes? —

— Yo lo escogí. — Dijo intentando sonreír, cosa que a Lili le quitó el aliento. — Solo lo hice como una broma a la familia paterna, se horrorizaron al saber que tenías el nombre de un demonio. — Eso hizo que Lili atará los cabos en su cabeza, la familia por parte de su padre, era israelí. Entendía que su nombre era de mal augurio para algunos judíos cristianos escépticos.

— Solo quiero saber de qué estás enfermo. —

— Los psicólogos aún no deciden si ponerse a suplicar, o simplemente orinarse en la silla mientras hablan conmigo. Así que abiertamente no sé. — Se quejó, Alexander. — Dime... ¿Como esta tú madre, según tú? — Lili estaba perdiendo su poca paciencia.

— Está internada. — Se quejó Lili sin más. Alexander ya lo sabía, pero aún así ignoró el tono frío que usaba Lili. Ella se levantó con intención de irse, pero su curiosidad fue más fuerte así que volvió a sentarse al lado de su novio.

— ¿Por qué nos abandonaste? — Alexander hizo una mueca, y cuando echó la cabeza hacía atrás, Wyatt y Lilith notaron el rostro de Margaret de joven tatuada en la piel de su cuello.

— Hasta un enfermo como yo sabe que le hace mal Lilith. El sexo era bueno, pero eso no bastaba para mantener a una mocosa que vendría al mundo a jodernos la vida. — Alexander desde su perspectiva solo estaba siendo sincero, Wyatt tenía la intención de irse, porque aquello solo empeoraría el daño psicológico de Lili.

— Así que ¿Si la abandonaste por mí? — Había escuchado a su madre repetirle aquello desde que era pequeña, y esa herida se estaba abriendo y mucho. Cuando su intención al visitar a su padre fue solo cicatrizar ese par de heridas.

— Él la abandonó por imbécil. — Dijo Wyatt viendo mal a Alexander, y a su padre le agradó el chico, tenía la oportunidad de matarlo con las cadenas sueltas si quisiera, pero no iba a matarlo frente a su hija. Y al menos su visita lo había puesto de tan buen humor que evitaría por ahora no perder los estribos, aunque poco le importaba, con solo ver los ojos de su hija, sabía que heredo su locura.

— Amó a tu madre Lili. Y digamos que Maggie sigue siendo tan tonta como siempre. — Hizo una mueca. — Digamos que intente por un tiempo, pensar en ti, pero tus horribles llantos no ayudaban, y menos esa vieja religiosa. —

El Demonio es un Ángel © ✔Onde histórias criam vida. Descubra agora