33. Ella es Anderson.

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En ese momento a la hora de gimnasia Christoffer tenía un dolor de cabeza al ver a Wyatt con su novia. Wyatt ayudaba a Anderson a estirar y tenía sus manos sobre ella, quería arrancárselas.

— Wyatt vas a botarme. — Le decía Anderson a Wyatt quién sostenía su pierna demasiado alto. El reía al verla un poco indefensa, no le haría daño en realidad, pero Anderson golpeó a Wyatt con el otro pie ocasionando que ambos cayeran. Ambos carcajearon adoloridos.

— Ouch. ¿Eres estúpida? — Le pregunto Wyatt levantándose junto a ella riendo.

— Un poco, pero tú eres un idiota, un poco más y me arrancabas la pierna. — Dijo levantándose con ayuda de Wyatt.

— No exageres solo quería ver que tan flexible eras. —

— Pues has eso con las chicas que duermes, yo no soy buena abriendo las piernas. — Dijo ella riendo y tomando la pierna de Wyatt que aún no había estirado.

— Yo podría hacer que abras las piernas. — Dijo Wyatt coquetamente Anderson se sonrojo y rio de manera nerviosa causando carcajadas en Wyatt. — No te ofendas Anderson, pero ni en otra vida intentaría algo contigo. — Pero todos sabemos que el chico malo puede mentir muy bien. Anderson rio.

— Oye yo no me refería a eso pervertido. Solo te imaginaba obligándome a hacer el Split o el Spagat. — Ella se rio y él también por lo ingenua que era. — Además sé que yo no le parecería atractiva a nadie de esa manera. — Rió ella. Wyatt volvió a reír. ¿Acaso no se fijaba que todos los perros del instituto y del bar querían olfatear su trasero?

La clase de gimnasia termino y Anderson fue a cambiarse. Fue a traer su ropa a su casillero y luego salió, no supo cómo ni cuándo, pero al pasar por el cuarto del conserje alguien la empujó. Anderson vio con pánico a la persona, pero se relajó al saber que se trataba de Chris.

— Oh Dios acabas de darme un susto de muerte. — Se rio Anderson.

— Lo siento hermosa. — Y Anderson sonrió extrañada.

— ¿Y por qué estamos aquí? — Preguntó viendo el oscuro lugar en donde se guardaban los enseres del conserje.

— Porque quería tenerte para mí solo. — Sonrió Chris mostrando todos sus dientes. Atrapó los labios de Anderson antes que ella incluso negara y los beso con devoción.

— Yo creo que la gente va a pensar...—

— Déjalos que piensen lo que quieran. — Dijo Chris sonriente.

— Pero vengo de la clase de gimnasia. — Dijo Anderson avergonzada.

— Siempre hueles a fruta. — Christoffer la apretó entre sus brazos. — Sé que no te gusta que te bese en público. Y me declaro adicto a tus labios y a tus besos preciosa. Así solo déjame disfrutar de esto que siento por ti un poco más. Sin que nadie nos vea o juzgue. — Le pidió Chris por primera vez en su vida sabía que tenía paciencia. Su novia lo traía loco.

— Esta bien, pero no me muerdas. — Le pidió Anderson avergonzada. Chris sonrió mientras se fundió en muchos besos con Anderson, ella no abría la boca como para besar su lengua, pero esos besos mojados lo tenían con una erección en el pantalón.

Anderson no lo pasó desapercibida avergonzada, pero su novio la tenía sujeta contra la pared y sus manos envolvían esa estrecha cintura. Christoffer dejaba pequeños besos en el rostro de Anderson y luego buscaba su boca, esos labios sabían a cielo. Quería hacérselo ahí mismo, pero ni él era tan tonto. Pegó su frente con la de su novia.

El Demonio es un Ángel © ✔Where stories live. Discover now