52. No quiero ver, ni saber de nadie.

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Gracias por su voto. 💖

— Entonces cuando te equivoques debes recoger tus pedazos, porque ellos no se quedaran a recogerlos por ti. Tú eres el que está a cargo de tu vida. Si ellos tan solo no hubieran hecho pedazos de mí, tal vez yo me encargaría de recoger todos sus pedazos y unir hasta el último de ellos. Porque los amaba, en serio que lo hacía, pero ya no puedo hacerlo sería demasiado desperdicio. —

— No tengo tiempo ahora, el tiempo vuela, el tiempo es oro y dinero, el tiempo no debe desperdiciarse, y yo perdí mucho tiempo con personas que no conocía y no debía conocer. — Muchos en la clase se quedaron extrañados. Algunos no entendieron. Y otros solo tenían curiosidad.

— Pensé que hablarías sobre el acto generoso de la amistad. — Comentó Miller, Anderson negó sonriente.

— Solo escribí lo que me salió. — Comentó con una sonrisa tierna.

— Está claro que en el texto Anderson está hablando de una amistad falsa. — Comentó Miller. Y Brittany levantó la mano queriendo opinar, sospechaba que Anderson supiera algo pero ella era Anderson tal vez ya le hubiera preguntado.

— Creo que en el texto de Anderson le faltó agregar un poco más sobre la amistad sincera. Entiendo que leyó solo un pequeño párrafo de su proyecto, pero me hubiera gustado escuchar un poco más sobre la amistad sincera. — Confesó Brittany enrulando su cabello rubio.

— ¿Qué dices Anderson? — Preguntó Miller.

— Creo que cuando Brittany termine su proyecto que eso será en miles de años luz si lo hace sola, entonces tendrá derecho a opinar de mi proyecto. —

— Ay que pesada, parece que alguien se levantó con la menstruación hoy. — Dijo con asco, haciendo reír a sus compañeros. Anderson se contuvo, extrañamente su cuerpo le pedía que le desfigurara la cara, que golpeara su cara arreglada por el bisturí a corta edad, pero decidió respirar y contenerse.

— Eso es hasta ofensivo. — Dijo Anderson en voz alta, todos dejaron de hablar, porque Anderson nunca contestaba los insultos solo los aceptaba. — Tú también tienes vagina, y aunque tomes la píldora para cuidarte eso no quita que no tengas cambios hormonales que te hagan insoportable con esa ridícula y horrible voz chillona de muñeca falsa que tienes. — Anderson soltó siendo sincera, cruzándose de brazos.

Todos se quedaron callados sin saber qué hacer y Brittany estaba roja de ira, Stacy asombrada, Megan y Edward se unieron a las carcajadas de Wyatt.

— Anderson tiene razón Brittany tu voz es horrible. — Habló Megan igual de sincera. — Y mira nuestra amiga Anderson aún te soporta. — Se rio aún más. Incluso Miller quería reír, pero debía guardar la compostura.

— Al menos no soy...—

— Cállese señorita Davies. — Le pidió Miller, si los dejaba seguir aquello se haría fiesta.

💣


Anderson salió cuando la campana del desayuno fue tocada. Y fue a guardar y sacar unas cuantas cosas de su casillero.

— Buenos Días Princesa. No te pude saludar en la mañana por Miller. — Chris llegó a intentar abrazarla e incluso besarla, Anderson golpeo su boca con un libro de suyo, viéndolo mal, y hasta con asco.

— Buenos Días. — Sonrió. Le intentó entregar una caja, estaba lleno de unas bufandas y guantes, collares que él le había comprado. — Esto no lo necesito, gracias. Tampoco necesito la farsa de noviazgo que montaste. — Lo miro mal.

— Espera. ¿Qué? — Chris no entendía el comportamiento brusco de su novia.

— Sinceramente tú dijiste que si lo nuestro no funcionaba podríamos ser amigos, resulta que no te quiero de nada, de verdad creí en ti. — Anderson dijo totalmente dolida con una sonrisa en el rostro. Chris seguía sin entender.

— ¿De que estás hablando? — Dijo más para si mismo porque su cerebro no quería entender. Anderson rio divertida.

— Parece que en serio te divertías bastante conmigo, para fingir que no sabes ni de que habló. La cosa está clara Chris. Tú y yo no somos nada más que compañeros. — Como él no quería sostener la caja.

La arrojó directamente en la basura, Brittany se quedó con la boca abierta mientras ella caminaba a la cafetería.

— No tienes derecho de hablarle así, ¿Me oíste Anderson? — Le gritó Brittany, mientras Anderson le sacaba el dedo de en medio.

Anderson llegó con tranquilidad a la cafetería pidió su desayuno y con una sonrisa fue a la parte de afuera, no quería ver a nadie, en serio no quería que le quitarán el poco apetito que aún tenía, no iba a caer, no iba a dejar de comer, aunque ciertamente no tenía ganas de hacer nada sabía que era un síntoma de la depresión. Y aunque tenía episodios de depresión de vez en cuando no quería tener uno dentro de poco.

Anderson suspiró con fuerza, llenando sus pulmones de aire fresco, no sabía cómo hacer pero debía encontrar un apartamento pronto, porque ya había prometido la casa a alguien.

— Buenos Días. — Edward llegó a sentarse a su lado un poco temeroso porque él sospechaba lo que pasaba. — ¿Estas bien? —

— Eso no te importa Evans. — Lo miró mal. Edward tragó fuerte y supo lo que había pasado.

— Creo que es necesario que hablemos en la salida o ahora mismo si quieres. —

— No quiero nada que ver contigo. — Admitió ella pegándole un gran bocado a su sándwich de desayuno.

— Pero... —

— Me estás arruinando la comida. — Entonces soltó una lagrima, haciendo sentir a Edward tan miserable, él era uno de los culpables de esas lágrimas, cuando Anderson menos lo notó más lagrimas se derramaban por sus mejillas.

— Yo lo siento en serio... Mira voy a decirte todo. — Anderson limpió sus lágrimas y suspiró.

— ¿No lo entiendes Evans? — Lo miró a los ojos con dolor. Le dolía mucho el alma. — Si tuviera que pensar nuevamente siete veces aceptar ser su amiga y sentarme con ustedes otra vez, me negaría todas las malditas siete veces. ¿Entiendes ahora lo que me han hecho? — Edward lo notó Anderson estaba temblando mientras lloraba.

— Lo entiendo voy a traer a Wyatt. — Ella rio amargamente mientras se limpiaba con tranquilidad propia de Anderson el rostro.

— No quiero verlos, no quiero ver a nadie. — Admitió con la voz rota y ronca por haber llorado recién.

— Es que... —

— Estoy bien Edward, esto no es nada... Ustedes no son nada. — Habló Anderson tragando a la fuerza y levantándose en dirección a un lugar aún más silencioso.

Ella ya había sido lastimada toda su vida, que su amigos lo hicieran era como abrir una llaga que ya estaba abierta y abrirla aún más. Dañarla más y romperla más. Así se sentía rota. Y Anderson temía que esta vez no podría repararse a sí misma. 

El Demonio es un Ángel © ✔Where stories live. Discover now