Capítulo 26: piso 6, casa de muñecas

Comenzar desde el principio
                                    

Aquel abismo lleno de monstruos del pasado parecía estar a punto de engullirla, si no hubiese sido por que Elías la tomó firmemente del brazo y la levanto del suelo.

– ¿Elías? – logra articular sin asimilar lo que sucedía.

– ¡Muévete! – ordena. 

– ¿Eh?

No hay ningún tipo de explicación, simplemente Elías toma a Charlotte como si fuese una muñeca y corre con ella en brazos hacia la puerta más cercana y abriéndola con brusquedad, justo a tiempo, ya que de algo que no había sido capaz de percatarse la joven, fue del ligero  cambio del aire, el cual se había hecho más denso y había adquirido un olor a químico. Ella estaba tan centrada en sus propios pensamientos que no pudo notar que el sistema de ventilación estaba emanado el extraño gas, que era altamente volátil, tanto así que cuando llego a la concentración mínima, este exploto con las llamas producidas por las velas. El estallido provoco una ligera vibración y un sonido estremecedor que atravesó por las paredes y llego hasta sus oídos. La puerta blindada evito que fuesen alcanzados por la onda expansiva y por el fuego que se consumió en una nube ardiente, que finalmente terminaron por incendiar todo lo combustible de la habitación. Unos segundos más y la historia de los jóvenes hubiese terminado de otra manera.

–Maldición, esa estuvo cerca – suspira Elías poyando la espalda contra la pared – en verdad detesto este lugar.

–Elías – murmura la rubia por lo bajo – me estas apretando el estómago, me duele.

–Que delicada, no aguantas nada.

Finalmente la suelta haciendo que la chica caiga de rodillas al suelo, donde deja escapar un pequeño quejido por el golpe.

–Auch – se lamenta por lo bajo y abraza su estómago, el cual dolía demasiado como para ser normal, por lo que se remanga la camiseta.

– ¿Qué haces? No te desvistas frente a mí.

–Si te incomoda entonces no mires – murmura sin dejar lo que hacía. 

–Como si hubiese algo que mirar – señala dándose la media vuela – solo apúrate.

Charlotte hace una pequeña mueca e ignora el sentimiento.

En su estómago, gusto debajo de la parte en que se unen las costillas, se encontraba una enorme mancha oscura que desentonaba con la palidez de su piel, era un circulo casi perfecto y que le provocaba un gran dolor cada vez que lo topaba, por lo que decidió dejar el moratón tranquilo y bajó su camiseta para ocultar la marca. Se le hacía difícil creer que un golpe causara ese daño, pero recordaba claramente la sensación de ese momento. Miro de reojo a Elías y decidió que era mejor no decirle nada al respecto, lo que había sucedido no había sido culpa de él, o por lo menos no era totalmente consiente de lo que hacía, o así era lo que ella quería pensar. Da un pequeño suspiro antes de ponerse de pie y observar nuevamente a su alrededor.

La nueva habitación era más oscura, decorada con muchas flores en distintos lugares y un pequeño candelabro de cristal. Podría ser un sitio normal, si no fuera porque estaba repleto de figuras humanas puestas en distintas posiciones, con ropas victorianas, vestidos de novias muy vistosos y máscaras que le cubrían el rostro.

– ¿Y esto que es? – balbucea curiosa observando las figuras.

–No me preguntes cosas sobre tu cuerpo,  eso es raro.

– ¿Qué? No. Me refería a eso – señala lo que está más al fondo.

Elías observa por encima de su hombro sin mayor interés.

13 PisosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora