VOLIK EST BRUM'A

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Era de noche y el humo bajo oscurecía la visión en el bosque. Volik, estaba inquieto, desde hacía días el humo se sentía cada vez más fuerte dificultando la respiración, el bosque intentaba protegerse a sí mismo incluso había llovido en un par de ocasiones, pero no lograban con eso detener el avance del fuego.

Del terreno de lo que alguna vez fuera el bosque de Farda, ahora solo quedaba la mitad, y las llamas eran cada vez más grandes, cada día que pasaba, gran parte del bosque sucumbía ante el calor abrasador y en constante apoyo por los soldados valanos.

La falta de oxígeno había llevado a los Ar-Gun a un estado de pocas horas de sueño, mucho cansancio y baja en la moral. Todos estaban de acuerdo en que si lograban salir del cerco morirían lentamente, ya fuera por el cansancio, o por el ahogamiento, si alguno quedaba, los soldados acabarían el trabajo.

El plan que había propuesto era bueno y, sobre todo, viable. De tener éxito, lograrían asestar un golpe muy duro a sus oponentes, y en caso de perder, al menos se llevarían a varios enemigos con ellos.

A pesar de ello y de todas las personas que podría salvar, Volik no podía parar de pensar en que estaba traicionando a Soren, su líder y, según consideraba, amigo. Esto le daría fuerzas a Korguen, algo que no deseaba hacer bajo ninguna situación. No tenía tampoco ningunas ganas de morir, pero sabía que era difícil salir de esta misión vivo.

De todos modos, el plan que había ideado ya estaba poniéndose en marcha, asique se ajustó la armadura y comprobó el estado de su espada, luego tomó el arco y lo tensó. Cuando todo estuvo listo, salió de la pequeña tienda que le habían dado como alojamiento.

Afuera, entre el calor y el humo, los soldados de Ari le aguardaban, entre temerosos y esperanzados el paso de quien lideraría el ataque. Habían pasado ya unos diez días desde que habían comenzado a cavar el túnel y ya estaba listo. Volik respiró hondo y se dirigió hasta donde estaba el líder de los Ar-Gun.

Ari Est Si're estaba de pié bajo la copa de un gran árbol, ambos inmóviles, como si fueran un mismo cuerpo. Volik incluso pensó que tal vez el viejo había muerto, pero un leve movimiento en la zona del pecho le indicó que todavía respiraba. Lentamente levantó la cabeza y comenzó a dar órdenes con un tono muy bajo, apenas audible. Mientras él hablaba para sus cercanos, Volik veía como toda la gente de la comunidad se iba acercando. Al ver sus caras de desesperación y terror, en especial en los más jóvenes, comprendió que lo que estaba haciendo era lo correcto, ninguno de los presentes debía morir, sin importar la causa. El había tenido un plan para salvarlos, y eso era lo que importaba, que todos los presentes (o la mayor cantidad posible) salieran de aquél bosque en llamas con su vida.

El viejo Ari se acercó hasta el centro de los congregados y comenzó a quitarse la capa que le cubría todo el cuerpo. Cuando algunos se acercaron para ayudarle les despachó de una manera nada cortés, necesitaba parecer joven y vital para llevar a cabo esta hazaña. Cuando la pesada capa cayó al piso quedó descubierta una reluciente armadura de tipo élfica construida con unos ribetes rojos y dorados sobre planchas de acero. Volik quedó sorprendido de ver al viejo de pie con una armadura que pesaría tres veces más que los que ellos llevaban puesto. Ari se enderezó y tomando aire elevó la voz en un tono que nadie nunca había oído salir de su boca, era fuerte y juvenil, osado y combativo, pareciera que alguien había despertado al guerrero que aquél Ar-Gun tenía en su interior.

- Hermanos, hoy es el día en que nos definimos como especie. Hoy, triunfamos o morimos. Durante siglos hemos estado bajo la sombra de los reyes de Valandi, aquellos a los que habíamos decidido obedecer en un principio, para que luego se convirtiera en una tradición. Pero en los últimos años hemos sido maltratados, humillados, azotados y castigados por cuestiones que no eran nuestras. Así como ellos cambiaron su trato con nosotros, es nuestro deber hacer lo mismo, somos de una estirpe de guerreros, está en nuestro ser, en nuestra historia, en nuestras leyendas. Todos sabemos que está ahí, y es hora de que lo dejemos salir. – los elfos le aclamaban, gritaban y sus rostros ya no mostraban esa inseguridad – Si los valanos nos querían dóciles, han perdido su oportunidad. Hoy es el día en que marcamos nuestro propio destino una vez más. Las posibilidades de salir con vida son escasas, no voy a mentirles. Tienen un gran ejército, entrenado de toda la vida; tienen refuerzos de los otros reinos humanos; tienen sed de sangre, de humillarnos una vez más. Pero nosotros tenemos el amor por nuestro hogar, este hermoso bosque que ya no volverá a ser lo que era por su culpa, nuestras casas, nuestros dioses, nuestra vida arde bajo las llamas de los malnacidos que se encuentran a orillas del fuego. Hoy, nosotros nos convertimos en las lenguas de fuego que los engulliremos, si hoy morimos, les daremos una historia que perdure por siempre, una historia de cómo los Ar-Gun del bosque de Farda, los Ar-Gun del Est Si're presentaron batalla hasta que ya nada quedó. ¡Adelante! ¡Victoria o muerte!

Los presentes comenzaron a gritar y hacer sonar sus armas en símbolo de aprobación. Los distintos líderes de escuadrón tomaron sus posiciones y comenzaron a dividir las tareas entre sus soldados. Volik, como ideólogo del plan, se quedó al lado de Ari. Desde hacía unos días, los Ar-Gun habían comenzado a atacar el frente oeste del fuego, tratando de contener las llamas y lanzando golpes relámpago contra los atacantes. Eso había generado que la mayor parte de las fuerzas valanas se congregaran allí. Seguramente sospechaban que intentarían escapar por otra de las partes del bosque, pero los ataques habían sido cada vez más frecuentes y numerosos. Todo parecía indicar que los elfos los invitaban a una última y gran batalla. Algo que los humanos parecieron entender y aceptar. Desde hacía dos días habían levantado una nueva fortificación a unos tres kilómetros del fuego y, a su alrededor, cada vez más carpas donde la mayoría de los soldados dormía.

Hoy era el día que los Ar-Gun tenían pensado para el combate, asique lentamente, los elfos comenzaron a introducirse en un túnel cercano a las llamas y, muy silenciosamente, salieron del otro lado del fuego. Era de noche y se arrastraban por el suelo para evitar que las sombras se proyectaran antes de tiempo. Aquellos que se encontraban ya del otro lado, se ocultaron bajo unas lonas cubiertas de ramas quemadas, tierra y ceniza como parte del paisaje. El calor bajo ellas era muy fuerte, pero se mantuvieron firmes en sus posiciones.

A la señal de Volik, otro grupo cruzó el túnel, pero a diferencia de los primeros, estos se alejaron unos doscientos metros hacia el este. Cuando estuvieron todos en posición, un tercer grupo ingresó al túnel pero no salió. Fue recién entonces que Ari tomó un cuerno e hizo sonar la orden de atacar. El segundo grupo de soldados se puso de pie, prendieron fuego sus flechas y arrojaron una primera tanda de proyectiles hacia las carpas que pronto ardieron. Y así comenzaron una tras otra las oleadas de proyectiles ardientes. Los humanos, un poco sorprendidos, pero siempre preparados, tardaron poco tiempo en tomar sus posiciones de batalla. Eran muchos, casi duplicaban el número de soldados élficos. Eran ordenados y disciplinados, algo que Volik había tomado en cuenta a la hora de idear el plan. Se pusieron en formación de protección y comenzaron a avanzar con un muro de escudos. Igualmente, los arqueros élficos y su gran precisión les permitía herir a varios de ellos mientras se acercaban.

Sin que se dieran cuenta, tapada su visión por los escudos que les mantenían con vida, avanzaron hasta llegar a donde el otro grupo de elfos se encontraba escondido. Cuando estaban a solo unos pasos, salieron de debajo de sus mantas y se pusieron en formación defensiva, con un muro de escudos que formaba una larga línea, aunque de poca profundidad.

Ambos ejércitos chocaron y la batalla comenzó, la superioridad numérica se hacía notar, y los elfos comenzaron a ceder terreno, de manera ordenada y con muy pocas bajas. Los humanos veían una victoria segura, asique siguieron presionando y presionando, pero lo que sucedió a continuación fue algo que no esperaron nunca.

En ese avanzar, no todos el ejército élfico perdía terreno de la misma manera, el sector central lo hacía más rápidamente que los otros. Tanto fue así que luego de un rato, los Ar-Gun estaban divididos a la mitad, uno en el norte y otro en el sur, mientras que los humanos peleaban por los dos frentes.

Mientras el ejercito valano peleaba, el tercer grupo de elfos salió del túnel y se dirigieron a reforzar ambos grupos de soldados. El último en salir prendió una antorcha y prendió fuego uno de los pilares del túnel, que rápidamente ardió en llamas ayudado por un aceite altamente inflamable. El fuego se esparció por el túnel quemando todas y cada una de las vigas, haciendo que por el peso de los soldados humanos que estaban parados en la superficie, cediera.

Gran parte de los soldados valanos cayeron a la zanja que tenía unos dos metros de altura, dándole la oportunidad al ejército Ar-Gun para que presionaran causando gran cantidad de bajas. Mientras tanto, los arqueros comenzaron a disparar a la zanja, donde los soldados caían como moscas. La última parte del plan era que el resto de los que se encontraban dentro del bosque comenzaran a presionar desde el derrumbado túnel que, como se encontraba más bajo que las llamas, permitía el paso tanto de soldados como de niños, mujeres y ancianos. Los guerreros marchaban delante terminando con la vida de los heridos y aquellos que intentaban huir.

Todo venía saliendo a laperfección, aunque había algo que preocupaba a Volik, no sabía lo que era, peroseguro estaba de que algo estaba por suceder; ese algo se había tomado forma,la de una sombra oscura que sigilosamente se acercaba.    

Ariantes: Un rey para dos reinosWhere stories live. Discover now