THIARI VOL-GUIN

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Thiari Vol-Guin era un joven Fe-Gun de baja estatura que no se parecía en nada al resto de los de su especie. Medía aproximadamente un metro sesenta y cinco, por lo cuál siempre había sufrido las burlas directas o indirectas de sus conocidos. Muchos aún le guardaban respeto por ser el hijo de Kineth Vol-Guin, el anterior Alergus, pero siempre había estado a su sombra.

Para compensar esas "falencias", Thiari había dedicado gran parte de su corta vida (tenía solo noventa y ocho años) al estudio de las artes marciales. Era un gran luchador con un corpulento físico, algo que también le diferenciaba de su padre, mucho más delgado y ágil. Sus dotes para el combate eran impresionantes, de eso no había dudas, aunque nadie podía asegurar que se convertiría en un gran líder.

Su ascenso al trono había sido bastante tumultuoso y lleno de situaciones turbias. Los últimos seis meses habían conmocionado el mundo de los elfos oscuros, tanto en Rhondia, tras la muerte del Alergus, como en Illiew Wir-Dhin, la hermosa capital del bosque de Colra. Thiari era el menor de cinco hermanos, por lo que, si bien el régimen de los Fe-Gun no era hereditario sino electivo, era la última opción dentro de la familia. De manera muy sospechosa, sus hermanos mayores fueron asesinados en una misma noche, quedando él como único superviviente. Asesinó al supuesto asesino, aunque no sufrió ningún rasguño. Mucha gente sospechaba de Thiari, pero nadie podía comprobar nada.

El problema lo suponían las dificultades de Thiari para mantener un diálogo y consensuar un modo de actuar, él se consideraba a sí mismo como el amo y señor de todos los Fe-Gun. Algunos pensaron que esa postura cambiaría cuando conociera al dios Drakón en su iniciación, pero cuando volvió, lo hizo aún más eufórico.

Como muchos suponían, el deseo de seguir la guerra a la que su padre se había sumado no había tardado en manifestarse, y no tardó en emprender viaje hacia Rhondia, con un grupo de refuerzos, aproximadamente unos cinco mil elfos oscuros, a los que había bautizado con el nombre de "La legión de las sombras", en un intento de dar un estatus de superioridad que no tenían, eran soldados más experiencia que la mayoría, pero con el mismo equipamiento y entrenamiento que el resto.

Decidió tomar un camino diferente que el de su padre y marchó hacia Yielandia, donde obtuvo el permiso para cruzar el reino por una ruta pautada, llegando de la manera más rápida posible hacia territorio orco. Desde allí, partieron rumbo al norte, pasando por las distintas fortificaciones y ciudades, que ya contaban con las órdenes de dejarlos pasar. Demoró aproximadamente un mes en llegar hasta los dominios compartidos entre los Fe-Gun y los orcos, donde conocería a Ulog Gro-Bash, el aliado de su padre.

Primero, decidió viajar hacia el este, donde sabía que sus tropas estaban acampadas. Los Fe-Gun habían decidido no participar en futuras batallas hasta que no hubiera sido elegido un nuevo Alergus. Cuando Thiari llegó hasta el gigantesco campamento Fe-Gun, quedó complacido al ver que su ejército aún era numeroso. A pesar de las dos derrotas en las que un número considerable de sus soldados había perecido, entre el intercambio de prisioneros y sus cinco mil refuerzos, contaba con más de veinte mil soldados, tal vez hasta unos veinticinco mil. Sus tropas lo ovacionaron al verlo llegar, algo que elevó aún más su ego.

Se quedó unos días con ellos tratando de ponerse al día con lo que había sucedido desde la muerte de su padre. Se enteró del intento de Ulog de tomar el control de ellos hasta que hubiera un nuevo Alergus, a lo que sus generales se opusieron. Desde allí, las tensiones habían quedado tensas con los orcos, con los cuales no se habían cruzado desde entonces. Habían creado un fuerte con piedra y madera, a la espera de nuevas órdenes y no habían salido de allí.

A pesar de que no quería que las relaciones con sus aliados estuvieran tensas, Thiari estaba complacido de que los soldados no respondieran al mando de otra persona que no fuera él. Aprovechó la estadía para observar los entrenamientos de sus tropas, cosa que lo sorprendió gratamente. Según creían los Fe-Gun, la memoria de los antepasados vivía dentro de cada uno y, aparentemente, la guerra había traído al presente las cualidades guerreras, herencia de los Ar-Gun. Los soldados combatían ahora con una gran fiereza, incluso en los entrenamientos, con movimientos más arriesgados pero más fuertes, tanto con la espada como con el arco. Algunos habían incluso combinado piezas de armaduras humanas con sus clásicas armaduras ligeras, dándoles un poco más protección.

Ariantes: Un rey para dos reinosWhere stories live. Discover now