SOREN EST BRUM'A

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Soren miraba por la ventana de su habitación, era una mañana gris y fría, pero por suerte había dejado de nevar. No había dormido nada aquella noche, ya de por sí había estado intranquilo, pero luego del intento de asesinato a Terrik se había mantenido despierto en búsqueda de aquella figura que había escapado.

Alani dormía aún en la cama, había optado por no despertarla. No tenía ningún sentido que le transmitiera sus inseguridades. Estos meses entre ellos habían sido geniales. Se amaban con locura, y podían expresarlo libremente. La guerra había traído muchísimas problemáticas y desilusiones a sus vidas pero, si bien esto no lo compensaba, el estar juntos había probado ser reconfortante para ambos. Habían encontrado no solo un hombro donde llorar, sino un bastón sobre el cual apoyarse en los momentos difíciles. Se amaban, aunque a ambos les preocupaba que la sensación de locura que sentían el uno por el otro desapareciera. Habían sellado su relación en el fragor de un conflicto que involucraba a todas las razas ¿Qué pasaría cuando el conflicto terminara? ¿Se seguirían amando entonces como ahora? Esas interrogantes acechaban la mente de Soren en sus momentos de tranquilidad, pero no quería transmitírselos a ella.

Además de su situación de pareja, las cosas habían mejorado para el reino de Rhondia. Terrik había demostrado ser un gran líder, al que todos respetaban y obedecían. Era carismático e inteligente, al igual que un buen guerrero. Había prometido a Soren, que en cuanto expulsaran a orcos y Fe-Gun de sus tierras, le ayudaría a recuperar sus tierras, incluso si debía entrar en guerra con Valandi. Si bien Soren no tenía ningún tipo de simpatía por ese reino humano, aquellos que asesinaron a mujeres y niños de su pueblo, no ansiaba participar en otra guerra. Tenía la esperanza de que Korguen, una vez hubiera recuperado el bosque, se rindiera ante él, y no tuviera que entrar en conflicto con su propio pueblo.

A pesar de eso, la victoria de Rhondia sobre el Reino del Poniente (como se hacían llamar ahora los orcos), gracias al liderazgo de Soren luego de la muerte de Rikko III, había generado un efecto inesperado: unos dos mil quinientos Ar-Gun de Korguen habían llegado a Taria jurándole fidelidad. Sin duda, eso era obra de Volik y Kirri, aún infiltrados en Tarianti.

En cuanto a la guerra en Rhondia, tanto él como Thoriq se habían convertido en héroes para el pueblo. Los grandes campeones de Rhondia no eran nacionales, ni siquiera eran humanos. Si bien éste era un reino tolerante e inclusivo, muchos no veían con buenos ojos depender de ejércitos extranjeros para defenderse, pero la verdad es que Rhondia carecía, de momento, de un ejército numeroso, por lo que dependía de las fuerzas de los Ar-Gun y los enanos. Pero los recientes triunfos en el campo de batalla habían sido una gran manera de acallar las voces disidentes. Habían pasado ya seis meses desde la victoria sobre los orcos en el asedio de Taria, y hubo luego algunas batallas en las nuevas tentativas de Ulog de tomar la ciudad, que fueron nuevamente repelidos gracias al liderazgo de Soren y Thoriq. Las batallas no habían sido grandes, parecían más bien escaramuzas, con pocas bajas de un lado y del otro, pero en todas ellas fueron los orcos los que retrocedieron. En el último mes no habían tenido batallas, pues tanto unos como otros estaban intentando rellenar sus filas.

A pedido de Terrik VIII, tanto Soren como Thoriq habían dedicado su tiempo a entrenar tropas de enfrentamiento cuerpo a cuerpo para la batalla contra los orcos. El enano había sido encargado de entrenar a un gran número de Emer (medianos, mestizos o semi-enanos) en el arte de la guerra según su pueblo. Éstos se habían presentado como grandes luchadores, menos fuertes que los enanos pero sí más ágiles. Utilizaban las mismas armas que éstos, pero con armaduras más ligeras. Soren, por su parte, se repartía junto con Kirtan el entrenamiento de las tropas humanas y élficas, las cuales comenzaron a entrenar juntas, mejorando ambas sus cualidades guerreras. Alani, excelente tiradora, se encargó de entrenar a los arqueros humanos; ella también se encargo de diseñar una nueva serie de arcos compuestos para que éstos pudieran disparar a mayor distancia y con mayor precisión. Los humanos no habían visto con buenos ojos que una mujer (fuera de la especie que fuera) los entrenara, pero Alani se había puesto firme, y alguna que otra golpiza a los cabecillas les había puesto en su lugar. Además, ninguno podía discutir las habilidades de arquería de aquella joven y hermosa Ar-Gun. Carión, que había perdido su puesto como líder de la guardia personal del rey, respondía ahora a las órdenes de Kirtan. Según órdenes de Terrik, "las bestias del rey" fueron desbandadas y se incorporaron al ejército regular, ya que el rey aseguraba no tener necesidad de una guardia personal. Kirtan había ordenado que, si bien no existían como unidad, todos los semi-orcos con capacidades para el combate fueran re-enlistados, y Carión sería su líder, estando también a cargo de su entrenamiento.

Ariantes: Un rey para dos reinosWhere stories live. Discover now