KIRRI EST BRUM'A

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Kirri corría por la ciudad como si le persiguiera un demonio, aunque la verdad no se encontraba muy lejos de esa frase. Los Ar-Gun tenían un sistema y un código que implicaba que todos eran considerados como hermanos, por lo que las conversaciones eran guardadas siempre en secreto entre los interlocutores. De esa manera se había podido mover entre las distintas partes del campamento de Korguen y hablar libremente de lo que pensaban de él y de cómo sería mejor estar con Soren. Así habían conseguido que algunos soldados se sumaran a la causa del legítimo líder Est Brum'a.

Tanto él como Volik se habían cuidado las espaldas y realizaban un estudio de las situaciones ideales para hablar con uno o varios elfos lejos de Korguen o de aquellos a los que consideraban difíciles de convencer. Pero desde que lo habían mandado como mensajero al Est Si're se encontraba sólo y la paranoia había comenzado a afectarle.

A pesar de todo, había podido mantener las cosas como estaban, sin tener mayores inconvenientes. Al menos así fue hasta que alguien había querido asesinar al usurpador. Ese atentado fallido había generado un sentimiento de reconocimiento aún más fuerte del aclamado líder, generando un grupo de fanáticos que le seguirían hasta la muerte.

Ahora debía correr, le perseguían. Alguien había hablado con Korguen y le acusaban de traición. Cuando vinieron a apresarle golpeó a varios de ellos, aunque no los mató. Era un gran luchador, podría haberlos matado, pero él era diferente que el parricida al que todos esos fanáticos seguían.

Fuera como fuese, no había vuelta atrás, debía dejar la ciudad de la manera más rápida posible, pero sin ser visto. Escuchaba tras de sí los pasos y gritos de los soldados elfos que le cazaban. Intentaba mantenerse tranquilo, pero el miedo le recorría el cuerpo, sabía lo que pasaría si le encontraban, el mensaje que Korguen había dejado tanto en Corris como en Valran había sido de lo más claro: "O están conmigo o contra mí. Esclavitud o muerte." Aunque sabía que en su caso la primera opción estaría vedada.

Se escondió en unas sombras e intentó apaciguar su corazón, ya que parecía que iba a estallar. Cerró los ojos para agudizar los demás sentidos mientras respiraba de manera controlada para oxigenar sus músculos y su cerebro. Cuando se tranquilizó intentó trazar un plan de salida.

Midió sus opciones con detenimiento. No podría mantenerse en las calles por siempre, tarde o temprano le cercarían.

Miró luego hacia las murallas, pero estaban atestadas de soldados que las recorrían en su búsqueda. Tal vez pudiera subir por ellas, pero sin el tiempo y equipamiento suficiente como para poder descender, sería un camino sin salida.

Tenía también la opción de quedarse donde estaba o buscar un nuevo refugio, pero eventualmente debería salir, y no había planes reales ni cercanos de que las tropas de Korguen fueran a marchar rumbo al este o al norte.

Podría intentar salir por alguna de las puertas, pero seguramente estarían todas bien vigiladas, como lo estaban las murallas.

Su última opción era intentar escapar por alguno de los túneles mediante los cuales los Ar-Gun habían destruido los cimientos de la muralla. Los conocía, había trabajado en ellos. Esa era la mejor opción.

Ariantes: Un rey para dos reinosWhere stories live. Discover now