ULOG GRO-BASH

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El líder orco miraba el ocaso con un rostro preocupado, la toma del fuerte Virianti había supuesto un nuevo revés para su campaña, y eso lo ponía en una situación delicada. Además, luego de que levantaran el cerco marítimo a Taria. En conclusión, sus fieles seguidores ya no eran tan fieles. Había conseguido pocas victorias luego de la derrota durante el sitio de la capital rhonda.

Había podido controlar esa situación, pero por muy poco, ahora debería pensar en un nuevo movimiento para mantener el control de sus tropas o pronto se convertiría en otro más de los líderes orcos que habían decidido coronarse como rey de todas las tribus. El título de Gorlak era tan nuevo como volátil, en cualquier momento podría desaparecer.

Pero también sabía que ahora tenía alguna oportunidad por delante, el asesinato de Terrik había sido un golpe de suerte para los invasores. Aunque eso le generaba dudas, pues sabía que no habían sido los elfos de Thiari los que habían llevado a cabo esa hazaña. Sabía que el engreído líder Fe-Gun lo haría pasar como su obra, pero Ulog sabía que no era cierto. Incluso estaba furioso porque no había seguido su orden de no atacar.

La noche caía con pesadez sobre el sur rhondo, y el movimiento del campamento y la ciudad se concentraban en las tabernas y zonas de descanso. Orcos y elfos oscuros habían comenzado a realizar una vida en conjunto en esos espacios comunes. Todo estaba demasiado tranquilo. O por lo menos era así hasta ese momento.

Thiari Vol-Guin había vuelto, con tono arrogante y un rostro triunfal hacía su entrada en la ciudad ante la ovación de los Fe-Gun y la mirada de desprecio de los orcos. Ulog lo observaba desde el alto de una colina y no podía sentir nada más que desprecio. Ese maldito elfo se hacía el gran vencedor, pero no había logrado en realidad hacer nada bien.

- Querido Ulog – comenzó jocoso Thiari cuando se encontró con el orco en la colina – ¿Me aguardabas ansioso?

- En realidad, no – respondió de manera despectiva – No esperaba verte. ¿No deberías estar en tu barco manteniendo un bloqueo?

- Después de la batalla me pareció que merecía un descanso – respondió de manera burlona.

- ¿Y por eso volviste con todas tus tropas? Ah, no, es verdad, perdiste la batalla y tuviste que volver a lamerte las heridas.

- ¿Cómo te atreves a hablarme así? He matado al rey de Rhondia, ahora se encuentran debilitados gracias a mí – respondió furibundo

- ¿Debilitados? Incluso con su rey muerto siguieron luchando por su ciudad. Esa muerta habrá sido un golpe anímico, pero su moral sigue alta, la conquista del fuerte Virianti y de nuestro proyecto unos kilómetros más al sur, y ahora el bloqueo levantado. No están débiles, están con sed de venganza.

- No tienes idea de lo que hablas – respondió de manera irónica – Tu no estabas allí.

- Ni tú tan poco – dijo Ulog desafiante

- ¿Cómo te atrevés? Yo soy Thari Vol-Guin, hijo de... - pero no pudo continuar luego del puñetazo que le gran orco le dio en la cara.

- Tu no eres nadie – dijo Ulog mientras desenfundaba su kopesh – Denle un arma a este imbécil, es hora de que pongamos en claro algunas cosas.

- Maldito pedazo de mierda, todo esto fracasa porque tus ideas son las mismas que las que podría tener un burro desvalido – respondió Thiari poniéndose de pie – No eres más que un abono de caballo que se cree importante, no eres nadie, no eres nada.

Ulog no emitió sonido, aguardaba que su oponente tomara un arma y se dispusiera a combatir. Algo que sabía que con el temperamento de aquél Fe-Gun era una apuesta segura. Algunos de los soldados élficos se dispusieron para prestar ayuda a su rey, pero los orcos formaron un círculo alrededor de los combatientes; para ellos este era otro combate singular más, una tradición.

Thiari se puso de pie, tomó una espada y un hacha corta, y se abalanzó a toda velocidad hacia el orco. Era un diestro guerrero, eso nadie lo iba a negar, incluso el mismísimo Ulog lo sabía, no pensaba infravalorar las aptitudes del joven guerrero. Había esperado la reacción del elfo, pero no había sospechado de la velocidad que tendrían sus golpes.

El orco comenzó a esquivar los golpes, y se vio obligado a detener algunos con la espada, algo que no tenía previsto. Había decidido no ponerse su armadura, debía mantener su movilidad y agilidad, pues era ahí donde Thiari le llevaba ventaja.

De vez en cuando, entre espadazos y hachazos, una patada le impactaba en alguna parte del cuerpo. Thiari había mostrado ser más fuerte y hábil de lo esperado. Seguía pensando que le vencería, pero tal vez fuera más difícil de lo esperado. Un corte del hacha le hizo volver a la realidad.

Ulog gritó de furia y se acercó lo suficiente a Thiari para que éste no pudiera atacarle, movimiento que le tomó por sorpresa. A pesar de eso, esquivó el golpe con la empuñadura del kopesh, pero no pudo hacer lo propio con el rodillazo, que hizo que el Fe-Gun tuviera que retroceder para recobrar el aliento. Ulog sonrió a la par que apresuraba la situación, comenzando a atacarle repetidamente; él era rápido, y aunque Thiari lo fuera aún más, un solo golpe y podría terminar con este combate.

Thiari logró esquivar todos y cada uno de los golpes, sabía que si intentaba bloquear alguno de los golpes quedaría debilitado y expuesto, su velocidad era su mejor arma, al igual que su tamaño (ser más pequeño que el resto de los Fe-Gun tenía sus ventajas), y sabía como aprovecharla.

En uno de los golpes laterales de Ulog, el elfo se agachó y logró realizarle un corte profundo a la altura del muslo izquierdo, haciéndole doblar su pierna y caer sobre su rodilla. Girando hacia la izquierda hizo otro corte en el gemelo derecho y Ulog quedó inmovilizado. Luego se puso de pié rápidamente e hizo un corte ascendente en la espalda y el orco gritó de dolor.

Thiari se quedó de pie saboreando el momento, y se dispuso para asestarle una estocada a la altura del corazón. Sonrió, pero no pudo hacer más que eso.

El Fe-Gun lanzó el golpe, pero Ulog se giró desde el suelo y le agarró la muñeca con una fuerza tan brutal que se escuchó el ruido de los huesos romperse, se puso de pié con lentitud ante el rostro lagrimeante de su oponente. Tomó su otra mano y le obligó a soltar el arma. Thiari intentó soltarse, comenzó a darle de patadas en los cortes, pero no logró generar más que muecas de molestia.

- ¿Quieres sonreír para mí? – preguntó Ulog con un tono sarcástico – Pues veamos como queda esa sonrisa sin tus dientes.

Y le asestó un cabezazo devastador que hizo volar los dientes con un gran salpicón de sangre y un grito de dolor.

- Yo soy Ulog Gro-Bash, Ulog Gro-Orshi, El Dragón, Gorlak del reino orco del Poniente y tu... Tu solo eres mi sirviente – y acercó su rostro al de un derrotado Thiari - ¿No es así? Ahora, suplica por tu vida, júrame lealtad y tal vez te deje vivir.

Todos se quedaron atónitos esperando ver la decisión de Thiari Vol-Guin. El ambiente era de una gran tensión, y el único que parecía sonreír era Ulog, Una sonrisa de oreja a oreja que mostraba un rostro de satisfacción. El Fe-Gun gimoteaba, aturdido y desorientado.

Nadie entendía la sonrisa de Ulog, nadie entendía que la victoria sobre el líder los elfos oscuros le daba prestigio y, sobre todo, mano de obra y soldados, todo sin la necesidad de lidiar con otro engreído. Nadie, solo él, estaba viendo el panorama más amplio.

Ariantes: Un rey para dos reinosWhere stories live. Discover now