THIARI VOL-GUIN

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Thiari estaba en la cubierta del barco desde el cual dirigía el bloqueo marítimo de la capital rhonda. El fuerte viento marítimo parecía especialmente furioso aquella mañana. El joven líder Fe-Gun bostezó sin intención de disimularlo, y luego estiró sus brazos. La verdad es que se encontraba muy aburrido, siempre había pensado que las guerras eran emocionantes, y por eso se había embarcado en aquella travesía. El bloqueo se había establecido a unos tres kilómetros del pilar, a la suficiente distancia como para que los proyectiles arrojados desde la capital rhonda fallaran por el desvío del viento y la caída.

Thiari quería combatir, se había preparado para ello, pero desde que había llegado a esta región no había hecho más que entrenar y entrenar, no había tenido un combate real. Pensó que el bloqueo implicaría una oportunidad para liderar tropas y mostrarse valeroso, pero lo único que había hecho hasta el momento había sido llevar a los barcos y crear un perímetro, pero nada más había sucedido.

Sus soldados querían mostrarse ante el mundo como un gran ejército capaz de todo, para que dejaran de considerarlos una raza de cobardes. Si bien el contacto con el mundo exterior había sido muy escaso, los rumores desde los lindes del bosque de Colra es que los consideraban como una subespecie de Ar-Gun, inferiores en todo sentido. Hasta la alianza con los orcos, ningún otro Alergus había intentado revertir la situación, eso era algo que le reconocía a su fallecido padre, Kineth.

Por otro lado, para su pueblo, la guerra había significado una pérdida de varones más que importante, por lo que Thiari se había visto en la obligación de, antes de partir, fomentar la procreación bajo los medios que fueran necesarios, incluso habían llegado reportes del límite con Yielandia y Kazaria de raptos y violaciones a mujeres humanas, a las cuales mantenían en cautiverio hasta que dieran a luz a una especie mixta.

Si bien no era lo que Thiari esperaba, tampoco le molestaba, los criarían como soldados, por más que no fueran Fe-Gun, por otro lado, los humanos sabrían que los elfos oscuros eran una raza de guerreros, precisamente lo que él deseaba. Los reportes llegaban frecuentemente desde Illiew Wir Dhin a través de aves. La situación en la que había dejado a su capital no era la mejor, pero deberían apañárselas sin él. El rey estaba en guerra, y el pueblo debía ayudar de cualquier manera posible.

Su vista se centró luego en el pilar que servía de base para el palacio de Taria. Los Fe-Gun eran ágiles, tal vez pudieran escalar por sus lados escarpados. También estaba el ascensor que utilizaban para llevar los productos desde los barcos hacia el palacio o la ciudad, por él también podrían subir si lograran controlarlo. Era una monumental subida que luego se dividía en dos partes, una se dirigía hacia un costado, donde los mayordomos y siervos recuperaban los enseres de la capital, y la otra se dirigía hacia el almacén central de la ciudad, también bajo el control del rey y su aduana.

Thiari venía meditando hacía ya un tiempo sobre un plan para poder acceder al palacio. Tener esa posición sería ventajoso, pues de no matar al rey durante la batalla, el palacio, y su fortificación circundante, era fácilmente defendible. Desde allí podrían subir a todas sus tropas y realizar un ataque masivo en la ciudad. El gran problema era que se encontraban al descubierto y podrían ser atacados durante todo el asenso. Todo el frente sur y el oeste daban a la muralla de la ciudad, desde la cual los arqueros podrían matarlos fácilmente. En las caras norte y este, las murallas se extendían sobre el aire en posición horizontal, donde algunos huecos en el piso permitirían el mismo (o similar) recurso para defender el palacio.

Debía encontrar la forma de entorpecer la visión de los defensores. Por un momento se le había ocurrido utilizar la misma táctica que su padre durante el asedio de la Ciudad del Lago, pero recordó que los humanos lo habían descubierto y, en aquél momento, la táctica se volvió inútil. No podía evitar que los rhondos supieran que los atacaban, pero debería haber alguna forma de que no pudieran descubrir lo que sucedía con demasiada antelación. Necesitaría una ventana de tiempo para poder entrar en el palacio.

Ariantes: Un rey para dos reinosWo Geschichten leben. Entdecke jetzt