ULOG GRO-BASH

11 3 0
                                    

Ulog golpeaba la mesa con fuerza mientras todos los presentes le miraban. Estaba furioso porque los elfos oscuros de Thiari se habían retrasado. Si hubieran llegado a tiempo, podrían haber defendido el puente y mantener contacto con el fuerte Virianti. En cambio, las tropas se encontraban ahora aisladas y desabastecidas. Tenían provisiones para algunos meses, para más si se percataban de racionarlas. Dentro había solo mil orcos y cinco mil goblins, suficientes para aguantar durante un asedio y defenderse incluso ante una fuerza mayor.

Ulog había mandado a levantar torreones con balistas, para así poder defenderse ante un ataque desde el norte. Lo que nunca se hubiera imaginado, era esa ofensiva al puente, incomunicando el paso. Ya no importaba demasiado si lograban mantener el fuerte, pues de cualquier manera deberían armar nuevamente un puente para poder cruzar. Los rhondos se les habían adelantado, y eso le molestaba más de lo que quería reconocer.

Todos lo miraban con temor a sufrir un castigo, que bien sabían podía llevar a la muerte.

– De acuerdo – dijo sentándose ya más tranquilo – Ya veremos como solucionamos este desorden. En otro orden de cosas, ¿Cómo estamos con el abastecimiento?

– Las compras de esclavos desde Yielandia han probado ser una gran inversión. Tenemos ahora un gran grupo de trabajo que nos abastece, tanto en el norte como en el sur – respondió Kurra.

– De acuerdo ¿Cómo están las tropas que recuperamos en el intercambio?

– Ya están entrenando con normalidad, Gorlak – respondió nuevamente Kurra – Los humanos los han tratado como al resto de los prisioneros, no les obligaron a trabajar y los alimentaron.

– Idiotas – dijo y comenzó a reír

Todos los presentes rieron, imitando lo que Ulog hacía, aunque ninguno entendía el por qué. Las risas no duraron mucho tiempo, pues fueron interrumpidas por la sorpresa que generó la puerta al abrirse durante la sesión. Con la luz de fondo ingresó Thiari Vol-Guin, con un porte sobrador y orgulloso que molestaba a los orcos, inclusive a Ulog. Ninguno se puso de pie, ni siquiera Ulog.

– Parece que nunca han enseñado a los orcos modales – dijo con tono despectivo – Deberían de ponerse de pie cuando un superior entra en la habitación. Deberías entrenarlos mejor, Ulog.

– Alergus Thiari – respondió Ulog intentando contener su ira – Te esperaba hace unos días. Estoy en una reunión con mi concejo, por lo que debo pedirte que te retires.

– No importa – respondió sentándose y tomando una copa de vino – Aguardaré a que terminen.

– Lárguense – dijo Ulog y todos sus concejeros se retiraron.

– Que carácter – respondió Thiari cuando estuvieron solos – No pensaba que tenías tan mal temperamento.

– Y yo no sabía que eras un mocoso insolente.

– ¿Cómo te atreves? Si yo soy incluso más viejo que tú.

– Pero yo he liderado desde más joven, soy más fuerte y estás en mis tierras – respondió poniéndose de pie – Si hubieras venido cuando habíamos acordado, todavía podríamos tener el paso hacia Taria en nuestro poder, pero el fuerte Virianti, el único paso hacia el norte, se encuentra incomunicado.

– No me acuses a mí de tus fracasos, Ulog. Si ustedes no pudieron mantener el paso es porque tus tropas no están bien preparadas o predispuestas para la guerra – respondió de manera igualmente enérgica.

– Como sea – dijo Ulog volviendo a sentarse – Debemos hacer algo ahora, debemos prepararnos para la guerra que se viene.

– ¿Por qué tanta prisa? – preguntó Thiari aún de pie – No es que ellos pudieran cruzar el inexistente puente cuando quisieran.

Ariantes: Un rey para dos reinosWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu