32. Anderson es mi mejor clienta.💉

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— Estás aburrido. — Afirmo ella.

— No quiero esta mierda. — Dijo Wyatt apuntando a los dos. Megan sonreía abrazando la espalda de su novio en el billar.

— ¿Es por esa zorra? — Apuntó a Anderson. Wyatt le dio una mirada de advertencia, parecía que había dejado de respirar. — ¿Ella es mejor en la cama que yo? —

— Me he tirado a algunas del instituto, pero a Anderson ni de lejos. — Dijo Wyatt con total asco.

— ¿Y porque...? — Wyatt estaba frustrado.

— Ya se cansó Maya entiéndelo, Wyatt ya no tiene mucha paciencia. — Mencionó Emi cerca de su novio. Y Maya la miro mal con esos labios voluptuosos fruncidos.

— Tú te lo pierdes. — Fue lo único que dijo antes de salir del bar como alma que lleva el diablo.

— Pensé que iba a ser más fácil. — Wyatt suspiró encendiendo su cigarrillo. Viendo jugar al billar a sus amigos, sacó el humo de sus pulmones con cansancio.

— La ventaja es que ya eres libre. — Dijo Marc riendo mientras sostenía la cintura de su novia, quien tenía una sonrisa triunfante.

— Empezando sin mí como siempre. — Llegó el chico que se le hacía conocido a Anderson. Él vio de reojo a Anderson y se le quedó viendo demasiado.

— Ah no amigo, tiene novio y ya está apartada por Wyatt cuando este soltera. — Rio Teo jugando su turno. Wyatt se levantó a saludarlo con un apretón de mano.

— No, es solo que se me hace conocida. — Entre algunas bromas y risas, Anderson llegó con la siguiente orden de cervezas y una soda extra por su cuenta por si Wyatt decidía no beber, aunque ese era su problema no el de ella.

— Aquí tienen. — Dijo dejándolas sobre la mesa, luego cuando vio que Charles no la veía por servir algo a algún cliente tomó un poco de la soda. Y Wyatt se la quitó por la espalda.

— Era mía. — La miro sonriente, tomando la soda.

— Creí que no te la tomarías. — Wyatt negó y siguió tomando la soda.

— ¿Cómo sabías que me gusta este sabor? — Pregunto asombrado.

— Yo observo a todo el mundo. — Susurró Anderson divertida, ella se fijaba realmente en los detalles.

— Oh. — Megan alejó a Anderson de Wyatt y la acerco a la mesa de billar. — Este es el Amigo que nos faltaba presentarte. — Dijo Apuntándole al chico fornido de piel clara y ojos grises. — Ella es... — El chico no la dejó terminar.

— Anderson. ¿Qué tal? — Todos notaron como Anderson se puso tan pálida como el papel.

— Bien y ¿Y tú Wilson? — Lo llamó como siempre por su apellido, el chico le dio un beso en la mejilla que ella correspondió, y ella se quedó de piedra.

— Llámame Walter, Wilson es mi nombre de pila. — Dijo Walter sonriendo. Todos los miraron extrañados. Y no entendían de que se conocían esos dos, pero a Megan y Wyatt no les hizo gracia, Wilson no podía ser buena influencia, en otros lugares dentro de un par de edificios lo conocían como el "Estrangulador" y no porque fuera un simple apodo.

— ¿Ya se conocían? — Interrumpió Marc.

— Si, Anderson es mi mejor clienta. —

Y a Anderson parecía que se le venía el mundo al suelo. Megan enarco una ceja totalmente asombrada, además del resto. ¿La mejor alumna del instituto con las mejores calificaciones cliente de un vendedor de drogas?

— ¿Anderson? — Preguntó Wyatt asombrado. Ella ni siquiera los volteo a ver al rostro.

— ¿Quieres que te de tu ración de la semana aquí? — Pregunto Walter curioso. Ella negó rápidamente.

— Estoy en mi trabajo y deseo cuidarlo. — Admitió. — Pero te buscaré si es que lo necesito en el lugar de siempre. — Se encogió de hombros desapareciendo de ahí.

Se alejó de ahí con la mirada gacha, no quería ver a Wyatt. Sabía que para los demás a veces era un ejemplo. ¿Cómo la dejaba eso ahora?

— ¿Desde cuándo la conoces? — Pregunto Megan a Walter. Sosteniéndolo de la camisa.

— Desde hace tres o cuatro años. — Dijo sencillo. — La chica es extraña había meses que dejaba de comprarme, pero luego regresaba, y lo más extraño y que de hecho me gusta es que sigue con esa aura de yo no consumo drogas. Hay meses que me compra dos o tres veces por semana, o sino sin falta los fines de semana. — Dijo sonriente viendo descaradamente su trasero.

Anderson se pasó tratando de evitar hablar con Wyatt o Megan toda la noche, termino su turno, y Wyatt la esperaba en su moto, como siempre en las noches que terminaba a las 12 o 1 de la madrugada cuando él no tenía que vender droga o que lo había hecho temprano.

— ¿Te llevo? — Pregunto Wyatt entregándole un casco que en realidad había comprado exclusivamente por ella.

— Claro. — Asintió, ella se ahorraría el dinero del taxi. Se puso el casco, y Wyatt se tensó cuando Anderson lo abrazó por la espalda, ella siempre se sujetaba de la parrilla o el asiento de la moto. Cuando pararon Anderson no lo dejó de abrazar. Y luego se tranquilizó.

— Lo siento. — Susurró. — Y Gracias. —

— ¿Puedo preguntar? — Dijo Wyatt con esperanza, ella asintió bajándose de la moto, en la entrada de su suburbio.

— Pregunta lo que quieras. — Dijo ella, regresándole el casco a él.

— ¿Por qué lo consumes? Es que enserio, tienes las mejores calificaciones, tus padres deben estar orgullosos, ¿Es porque tienes mucha presión o algo así? — Él no era quien, para juzgar, pero no consumía droga, no le atraía nada, sabía que, si se volvía drogadicto no podría tener ganancias. Ella negó.

— No, yo no la consumo. — Negó. — El Miércoles de la otra semana, se pone un poco vació y saldremos temprano del instituto. ¿Qué tal si vienes ese día a cenar conmigo? ¿Qué platillo te gusta? Voy a presentarte a mi abuela y a mi madre, preparare lo que quieras. — Ofreció. Y Wyatt se sintió un poco emocionado y al mismo tiempo confundido. ¿Qué tenía que ver lo uno con lo otro?

— Quiero esos que llevaste para el almuerzo el miércoles. —

— ¿Ñoquis con queso? — Él asintió. — Bueno te espero el miércoles entonces. — Se despidió ella. — Ya que iremos con tu motocicleta. — Él Asintió. — Antes el sábado ¿Quieres ir conmigo a un lugar? No queda muy lejos quizás en moto sean unos 40 minutos. — Wyatt simplemente asintió. Iría al mismo infierno con ella porque seguramente los demonios no la tocarían.

Wyatt no pudo dormir bien ese día, ¿Por qué le presentaría a él a su madre en vez de a Christoffer? Christoffer le había pedido en numerables ocasiones visitarla en su casa, y ni siquiera le mostrado directamente en la casa que vivía.

¿Cómo sería su madre? ¿Sería tan pulcra y pudorosa como su hija? ¿Tendría esos ojos de ángel que podrían ver a través de tu alma también? ¿O tendría esa sonrisa esculpida por los dioses? ¿Si ella no consumía la droga quien lo hacía? Tenía millones de preguntas y pocas respuestas. 

El Demonio es un Ángel © ✔Where stories live. Discover now