Capitulo 24: Un nuevo Rey

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El rey Draco fue atendido por los mejores médicos. Las horas transcurrían lentamente, mientras la situación física del Rey se deterioraba sin remedio. Entonces dándose cuenta de su muerte inminente, el monarca de Ehazur se apresuró a llamar a Gare a su cámara, haciendo salir a todos los presentes.
-¿Me ha llamado, majestad?- Preguntó el Capitán Gare.
- Sí, pasa, por favor. Tengo que decirte algo. Mira, yo no soy tonto, y a pesar de los ánimos que me dan los médicos y otros miembros de la corte, sé que voy a morir muy pronto. Así que he de nombrar a un sucesor. Acércate por favor. Te contaré un secreto. Levántame la camisa de dormir. - Le dijo el Rey sin fuerzas apenas para moverse a un perplejo Gare.
A pesar de no entender bien el requerimiento del Soberano ni lo que le quería enseñar, procedió a obedecer al Rey. Al levantar la ropa, vio algo parecido a un tatuaje con forma de cabeza de Dragón en su pecho. La marca, se iluminaba por momentos volviéndose de un dorado brillante, a un apagado ceniza. Al ver esa marca sobrenatural rápidamente dejó caer nuevamente la ropa sobre el pecho desnudo del Rey, y retrocedió varios pasos atrás, mostrando entre miedo y asombro.
- ¿Qué es esa marca? - Preguntó atónito el Capitán.
- Es una larga historia. Se remonta a cuando era un joven e intrépido luchador con ansias de conquistar el mundo.
Mi ambición no tenía límites, destacaba por encima de mis compañeros.
El general que dirigía la legión a la que pertenecía pronto se fijó en mi y me ascendió rápidamente. De hecho me convertí en su mano derecha.
Pero no me conformé con ese puesto. Cómo te he dicho mi ambición no tenía límite. Una vez en una batalla, nos quedamos aislados peleando solos él y yo contra un nutrido grupo de soldados enemigos. Fue un duro combate, del que salimos airosos, matando a todos nuestros enemigos.
Allí en aquel lugar solitario, nadie se enteraría de mi traición, así que cuando nos disponíamos a regresar junto
al resto de la tropa, y caminando él delante mío, no vio ni oyó como me acerque sigilosamente desde atrás para lograr atravesarlo con mi espada, causándole una muerte certera.
Cuando llegue al resto de los soldados con el cadáver del general en mis brazos, les convencí de que había muerto en la batalla. Como segundo en el mando después de él, logré el ansiado puesto de general.
Unos días después al anochecer mientras estaba solo en mi tienda de acampada ocurrió algo sobrenatural. Allí delante mío se plantó un impresionante Dragón negro, que se me fue acercando. Por algún motivo percibí que su intención no era atacarme. De pronto soltó una bocanada de aire tremendamente caliente que me hizo perder el conocimiento.
Cuando desperté, estaba solo, el dragón ya no estaba allí, pero note un fuerte dolor en mi pecho, algo me quemaba, entonces al levantar la ropa me vi la marca que tú acabas de ver.
A partir de aquel suceso singular en mi vida, me fue concedido el don de poderme comunicar con los dragones negros. De hecho me eligieron a mi como su líder humano. Nos unimos en la conquista de Tierras y Reinos. Nosotros procuramos alimento para ellos. Rebaños enteros de ovejas, cabras, ciervos incluso caballos. Ellos a cambio nos protegen de ejércitos enemigos. Unidos somos casi invencibles. Pero nuestro avance, muchas veces es frenado por los dragones blancos. Aunque cada vez vamos ganando terreno sobre ellos, la resistencia que presentan va menguando y nuestro poder aumentando.
Por desgracia no he tenido un heredero varón al trono. Por eso me veo en la obligación de elegir un sucesor que los dragones aprueben.
Alguien ambicioso, carismático, un líder al que no le tiemble el pulso.
No parecerías el más idóneo, porque al principio fuiste enemigo nuestro. Pero supiste elegir bien el bando ganador. Has sabido mantener a raya hasta ahora a la resistencia, a los traidores. Pero aún queda mucho camino que hacer. El retorno de Aidan les ha dado esperanzas. El hecho de que haya alguien vivo de la realeza de Ehazur, una niña heredera legítima al trono de Ehazur, complica aún más las cosas. Los dragones blancos van a protegerla. Pero tú has de procurar su muerte sin falta. Has de hacer regresar a nuestros ejércitos que están lejos inmersos en múltiples batallas para defender primero nuestro bastión, Ehazur. Si somos derrotados aquí, difícilmente podremos prosperar en Reinos lejanos. Si aquí en casa somos débiles, sufrimos derrotas, será el principio de nuestro fin.
Ah, y otro consejo. Procura tener descendencia. Un hijo varón que te suceda en el trono. El linaje debe preservarse.
Ahora tienes esposa. Fecúndala.
Haz del Reino de Ehazur, una fortaleza poderosa, invencible.
Ordenaré tu nombramiento como Rey lo más pronto posible, antes de morir. Si no hay un ungimiento claro de mi parte, puede haber luchas intestinas, de parte de los diferentes Capitanes, y otros mandos importantes del Reino. Eso dividiría y debilitaría aún más nuestro poder. Estamos en una situación delicada. Debemos de actuar con presteza.- Tras esas palabras el moribundo Rey, hizo que se retirará Gare, y mandó a llamar a sus colaboradores más cercanos, para que se fuera preparando la ceremonia de la coronación que tendría lugar en los próximos días.
El eufórico Capitán ahora regresaba a su hogar, para ver a su nueva esposa, que había sido trasladada desde el castillo a su casa.
- Te traigo las mejores noticias que podría darte. - Dijo un exultante Gare. - Pronto te convertirás en Reina, o al menos en la esposa del nuevo Rey de Ehazur. Cómo sabes el Rey Draco fue alcanzado por una flecha enemiga, y se encuentra gravemente herido. De hecho esta a punto de fallecer. Por eso ha de nombrar a un sucesor al Reino lo antes posible. Y ninguno de sus inútiles Generales o miembros importantes de su corte es merecedor de ese honroso puesto. Solo confía en mí. En mi liderazgo, mi valentía y buen hacer. Mañana se hará el anuncio de mi nombramiento. Has de estar espléndida, imponente, radiante. Seguro que nunca imaginaste tener semejante privilegio. Has pasado de ser la novia de un miserable fugitivo, a ser la futura Reina de Ehazur.- Dijo de forma altanera Gare, mientras se miraba desde todos ángulos en el espejo de metal de cuerpo entero que había en la habitación.
- Prefiero morir como una prisionera, como una mendiga, que vivir a tu lado como una Reina - Le respondió Arianne con un notable desprecio en su tono de voz.
- No sé, como llegué a enamorarme de ti, una proscrita. Protectora de los enemigos de Ehazur. Refugiando a la hija de los antiguos Reyes de Ehazur. Pero no te preocupes, que pronto ni ella ni Aidan serán un estorbo. Tengo encargada la misión de acabar con ambos.- Dijo Gare contrariado.
Tras eso se dirigió hacia Arianne con la intención de besarla, un beso lleno de desprecio y humillación. Ella se resistió y le dió una fuerte bofetada, hiriendo con sus uñas el rostro de Gare. Ahora el respondió con mayor fiereza y loco de ira y al mismo tiempo de pasión por la joven le agarró por la parte de arriba el vestido y le rasgo de arriba abajo.
Ella intentó taparse su cuerpo nuevamente como pudo, tratando a la vez de escaparse de Gare, pero el rápidamente se puso en frente de la puerta de salida.
Con su manga al mismo tiempo intentaba limpiarse la sangre del arañazo.
- No vas a salir de esta habitación hasta que hayas cumplido como esposa. No habrá quien te rescate de mis manos. - Le amenazó él.
Ella ahora se puso a gritar con todas sus fuerzas, pero nadie acudió en su ayuda. Fue en vano.
Ahora Gare acorraló y agarró por el cuello a Arianne. Ella penosamente podía respirar, mientras susurraba el nombre de Aidan y aunque trató de zafarse de su mayor enemigo en esos momentos, acabo perdíendo el sentido. Tras eso él dejo de presionarle el cuello, y ahora ya sin que le ofreciera resistencia la joven en estado de inconsciencia, paso a dar rienda suelta a sus pasiones.
Tras el vil acto, se levantó de sobre el cuerpo de Arianne, como si no hubiese ocurrido nada, y se dirigió al mejor sastre del lugar para conseguir un atuendo apropiado para el anuncio del día siguiente.
Una dolorida y humillada mujer, se incorporaba con su vestido rasgado, tapándose la cara entre sus manos y derrumbándose en un mar de lágrimas.

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Ajeno a todo ello, Aidan y Neakail lograban llegar a Angus para tratar de organizar el rescate de Arianne. Varios de los hombres de Ehazur huyeron con ellos y se unieron a Marcus el padre de Catrin y los demás hombres valientes del lugar.
- Aidan estás bien.- Rhiannon, la jovencita futura Reina de Ehazur se abalanzó sobre el cuello de Aidan.
- Si, estoy bien, gracias a Dios. - Le respondió el joven correspondiendo al abrazo de la chiquilla.
- ¿ Y mamá ?- Preguntó la niña, a Aidan, (porque ella consideraba a Arianne como su madre a pesar de saber su procedencia).
- No lo sé mi pequeña, pero te prometo que pronto lograremos rescatarla. - Le contestó cariñosamente el joven guerrero.
- ¿Tienes un momento, Aidan? Tengo algo importante que decirte- Apareció Catrin interrumpiendo el encuentro de Aidan con la niña.
- ¿Nos perdonas un momento? Pronto vuelvo para hablar contigo - Se disculpó él, ante la niña.
Tras eso Catrin le informó a Aidan que al día siguiente iban a venir los dragones blancos, para llevarse lejos a la niña, a fin de entrenarla, a donde ella misma había estado con la pareja de ancianos.
- Va a ser duro para ella. Tengo que informarla, hablar con ella, pero me falta el valor para hacerlo. No sé cómo se lo va a tomar, y más aún ahora, estando su madre prisionera.- Le contó Catrin muy angustiada a Aidan.
- Quizás será mejor que hablemos los dos con ella, si te parece. - Se ofreció su amigo, a fin de hacerle más fácil el difícil trago a ella.
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- Amanecía un nuevo día en Ehazur. Soplaba un fuerte viento frío, procedente de las montañas cercanas. Parecía un presagio de los tiempos aún más sombríos que se avecinaban bajo el reinado del futuro Rey. Los pregones habían hecho reunir a la gente en la plaza frente al castillo.
El Rey Draco, hizo acto de presencia acompañado por dos sirvientes que le servían de apoyo, uno a cada lado.
- Buenos días mis súbditos. Tengo una noticia importante que daros - Decía el Rey con voz débil y quebrada.- Voy a tener que dejaros. La cruel muerte, me viene a buscar. No voy a vivir mucho más, me están abandonando las fuerzas.
Por eso, me veo en la necesidad, bueno, mejor dicho en la obligación de dejaros a un digno sucesor en el trono, que me reemplace. Alguien que hará volver a hacer brillar el Reino de Ehazur. Necesitáis un Rey fuerte, que acabe con todos los enemigos y traidores. - Tras esas palabras, hubo un gran silencio. Draco se fatigaba al hablar y empezó a toser, por el esfuerzo que estaba haciendo.
Gare mientras esperaba impaciente el anuncio del Rey, detrás del balcón.
Ahora Draco, con las fuerzas muy justas hizo un ademán indicándole a Gare, que saliera junto a él a su lado.
- Este es vuestro nuevo Rey, ¡Gare! - Pudo acabar de decir Draco, antes de que lo retiraran apresuradamente sus siervos, en vista de su inminente muerte.
Era evidente que Draco no sería el que coronaria al nuevo Rey, cómo sería de esperar, pero al menos había dejado clara su voluntad al respecto.
- Se decidió aplazar toda la ceremonia y celebración, hasta que hubiese fallecido el monarca, y guardar al menos tres días de luto.
Gradualmente Draco se iba apagando como una vela a medida que transcurrían las horas. Finalmente al anochecer, se certificó la muerte del Rey, empezando a contar los tres días de luto tras su fallecimiento, en espera de la coronación del nuevo Rey de Ehazur.

Espero que os haya gustado el capítulo. Un poco duro, lo sé, pero es la base para el resto de la historia.
No olvidéis vuestros votos y comentarios.
Un dragoniano saludo.



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