Capitulo 20: El encuentro.

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Aidan volvió a cruzar la mirada con Gare. Esta vez recordaba con claridad la huida por el bosque y cómo se precipitó en la cascada hasta caer al río que lo llevó a alguna parte, pues entonces perdió la consciencia.
Eran recuerdos entrecortados, imágenes incompletas, pero al menos había un hilo en su memoria del que intentar tirar de él, en vez de una laguna enorme.
— Oye, ¿Qué te pasa?, reacciona — Notó que un brazo zarandeaba su hombro, y se percató que era Catrin.
— Perdona. — Contestó Aidan, aún perplejo por sus recuerdos incipientes.
— Te has quedado inmóvil, como una estatua. ¿Qué no piensas ayudar?— Dijo Catrin que sin perder tiempo disparó una de sus flechas certeras derribando a un enemigo, y sacando con celeridad otra de su aljaba que llevaba en la espalda, preparándose para el próximo disparo.
— Luego te lo cuento — Le contestó Aidan sin mucho tiempo como para perderlo en dar explicaciones de su comportamiento.
Volvió a mirar desde su posición, para tratar de localizar a Gare otra vez, pero esta vez ya no lo encontró. Estaba seguro que Gare también lo había reconocido cuando desde lejos entrecruzaron sus miradas.
Ahora sabía quién había sido el responsable de su perdida de memoria. Así que como si tuviese un resorte, con fuerzas renovadas, se levantó Aidan de su escondite y empezó a derribar a los soldados enemigos que habían podido acceder dentro de la muralla, al escalarla desde abajo.
La batalla era cada vez más intensa, un ruido  ensordecedor de espadas chocando entre ellas, mezclado con gritos de dolor, junto con el silbido de flechas surcando el cielo en ambas direcciones impregnaba todo el ambiente.
De vez en cuando retumbaban hasta los cimientos, cuando una gran roca caía desde el cielo, lanzada desde las catapultas enemigas.
El olor a humo se empezó a extender, causado por el fuego prendido por las muchas  flechas ardientes que hacían impacto en numerosos objetivos de madera o tela, que había en el lugar. Las mujeres que no participaban guerreando, lo hacían apagando los numerosos fuegos que se prendían. Así como suministrando agua a los guerreros.

Las fuerzas empezaban a flaquear, cada vez era más difícil resistir.
Catrin alternaba el uso de su arco y flechas, con el de los proyectiles verdes que lanzaba de entre sus manos.
Por su parte Aidan, luchaba contra tres o cuatro enemigos a la vez, protegiéndose y atacando con la espada.

Cuando la batalla se estaba decantando a favor de los hombres de Gare, hicieron acto de presencia los Dragones Blancos provenientes de las Tierras de Ehazur. Habían venido a luchar junto a Catrin y Aidan. Estos humanos les eran muy valiosos para ellos, eran la única esperanza, para frenar a los enemigos y proteger a Rhiannon, la pequeña Reina.

Pronto oleadas de fuego, fueron lanzadas por ellos, inutilizando las catapultas que en ese momento eran las armas más mortíferas.

De repente, un gran dragón blanco, se plantó delante de Catrin. Ella oyó una voz dentro de su cabeza que le invitaba a subir a su lomo. No era la primera vez que la muchacha se montaba encima de una de esas criaturas. De hecho era experta en ello. Así, ante la mirada atónita de Aidan, la joven con gran agilidad se agarró fuertemente del dragón, acomodándose sobre este, y ya dispuesta para el vuelo. Ahora rápidamente tras alzarse unos metros, el imponente animal voló en picado hacia los enemigos. El fuego salía en llamaradas de su boca, mientras que la chica, lanzaba bolas incandescentes de fuego verde en dirección a los soldados, causando numerosas bajas entre las filas enemigas.
Aidan junto con el resto de los guerreros de Angus, procedieron ahora a bajar de las murallas que protegían el pueblo y a pelear a campo abierto, para continuar la  lucha contra los soldados de Gare.
Finalmente éste, tras verse desbordado en la batalla ordenó la retirada de sus hombres.

Al anochecer, los hombres de la aldea se reunieron en la taberna más popular del lugar, para celebrar la victoria.
— Vamos, ven a beber con nosotros, es noche de fiesta, invita el tabernero — Le propuso el padre de Catrin a Aidan.
— No gracias, he empezado a recordar algunas cosas, como mi nombre, me llamo Aidan, además de otras cosas de mi pasado y quiero tener la mente lúcida, necesito pensar, reflexionar, además también necesito descansar. — Declinó Aidan la oferta del buen hombre.

— ¡Chis!¡Chis! Aquí— Oyó Aidan una voz que le llamaba, de alguien tras uno de los árboles del camino.
Al girarse, vio a Catrin abalanzarse hacia él para darle un fuerte abrazo y un beso en los labios.
— ¡Felicidades, por la victoria! Uff, perdona si fui demasiado efusiva. — Dijo la chica al notar el rechazo de forma casi automática de parte de Aidan.
— No tienes por qué disculparte, fue culpa mia, no debí apartarte. — Le respondió él, al notar a la muchacha bastante avergonzada.— Catrin debo decirte algo, — Prosiguió después de una breve pausa,— he de regresar a Ehazur, sé que alguien me espera allí. Necesito volver, recuerdo cuando vivía alli. También he recordado mi nombre, Aidan, ya no tendrás que volver a  llamarme "I blaidd". En mi mente hay un caos de rostros e imágenes, que deben de acabar de encajar en mi cabeza.
Sé que solo volviendo, podré poner en orden ese rompecabezas...
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Gare, estaba muy dolido y humillado por la derrota. Pero lo que más le inquietaba, era el volver haber visto a Aidan. No sabía si había muerto, pero lo supuso por mucho tiempo al no volver a verlo después de haber caído tras la cascada.

Pero ahora, tras haber visto a su enemigo, sabía que había un asunto que merecía su atención.

— Rey Draco, ya descubrí la razón de la fortaleza de Angus. Aidan el guerrero, que nos causo tantos problemas aquí en Ehazur hace ya algunos años, está allí, liderandolos junto con una joven de poderes extraños. Una joven bruja.
Deben de morir los dos. Pero antes hay una solicitud que quiero hacerle. Debo de casarme lo antes posible con mi amada, con Arianne, incluso si ella se opone. Ella fue la prometida de Aidan. La boda ha de anunciarse por todo lo grande, hemos de anunciarlo mediante pregones. Así atraeremos a Aidan a nuestro terreno, y no podrá escapar.

— Está bien, Gare. Que así sea, pero acabemos de una vez con Aidan y sus hombres. No estoy dispuesto a sufrir otra humillación. Estamos logrando grandes conquistas lejanas, nuestros ejércitos y los dragones negros están haciendo caer ciudad tras ciudad
No podemos permitir que nuestros vecinos cercanos de Angus nos hagan sonrojar, nos hagan parecer débiles ante los otros Reinos.
Ordenaré los preparativos para tu boda.

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Aidan había entrado en Ehazur, disfrazado de mercader. Una gran capucha, y una barba de varios días, tapaban y disimulaban su rostro. Estaba caminando por las calles, cuando una voz llamó su atención.

— Rhiannon, no seas caprichosa, sabes que no tenemos dinero para comprar mas cosas.— Le regaño su madre adoptiva.

— ¡Pero mamá! Es mi fruta preferida. — Le rogó la pequeña.

Aidan se giró y tras dar unos pocos pasos, se dirigió a la niña, y después de  coger la pieza de fruta puso una rodilla en el suelo, para estar a la altura de la jovencita.

— Toma, puedes comerla yo la pago, — dijo a la pequeña —y tras eso, de su bolsa de monedas sacó una para dársela al hombre del puesto de frutas en el mercado.

— No, caballero, muchas gracias, pero no podemos aceptar eso. La niña ha de saber cuándo No, es que No. Además no necesitamos limosnas de desconocidos. — Respondió Arianne algo brusca.

— ¿De desconocidos?, ¿Esta usted segura? — Dijo Aidan, bajando por unos instantes la capucha que le cubria, a fin de  que Arianne le reconociera...

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Espero que os haya gustado el capítulo, no olvidéis de poner vuestros comentarios dejando vuestras opiniones.
Nos leemos pronto.

 

Dragones Blancos (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora