Capítulo 2: La "hija" de los Dragones.

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En poco tiempo los enemigos localizaron a la niña.
- ¡Mirad! Aquí está el Rey que huyó del castillo. - Dijo uno de los hombres a su superior.
- Parece que está muerto - comprobó otro de los hombres después de zarandearlo un poco. - Y hay un bebe recién nacido junto al Rey.
- ¡Matadlo! - dijo el hombre al mando con voz enérgica - no podemos hacernos cargo de una criatura tan pequeña.
El soldado procedió a sacar su espada que hizo un destello brillante al sacarla de su funda en dirección al Sol, dispuesto a cumplir la orden que se le había dado.

De pronto como rayos caídos del cielo se abalanzaron sobre los hombres dos grandes dragones blancos, el primero de ellos agarró con sus fuertes garras al hombre que tenía la espada desenfundada y dispuesto para matar con esta a la indefensa criatura que estaba junto a sus pies. El dragón elevó por los aires al hombre tan alto como pudo y entonces lo soltó a una muerte segura, sobre las rocas.
Mientras, el otro dragón impidió con sus grandes alas el acceso a la recién nacida poniéndose entre ella y los hombres que pretendían acabar con su vida, al tiempo que del interior de sus grandes fauces salía una imponente bocanada de fuego.
Los hombres que no murieron por las llamas, salieron huyendo despavoridos del lugar.

Inmediatamente, el primer dragón volvió al lado de su compañera hembra. Allí se quedaron junto a la pequeña, sin separarse de ella ni un momento, cuidándola y protegiéndola.
La batalla ya se había trasladado lejos de aquel lugar, dejando en tranquilidad la zona donde se encontraban los dragones y la criaturita humana.
Aproximadamente un mes después los dragones vieron a una joven muchacha, que por casualidad se acercaba al lugar paseando.
Entonces salieron volando de allí, dejando la vida de la pequeña en manos de la joven, que estaba a punto de llegar al lugar donde se encontraba la niñita.
Cómo sobrevivió la niña esos días junto a los dragones, fue un misterio inexplicable para todos los que llegaron a conocer su caso en el futuro.

La joven de nombre Arianne, se fue aproximando al lugar. Pero por alguna razón decidió dar la vuelta y regresar a su hogar. Cuando había desandado solo unos cuantos pasos, giró su cabeza hacia atrás. El llanto de un bebé, la sorprendió. No se veía a ninguna persona en el lugar. Era muy extraño.
Con mucha cautela se dirigió hacia la ubicación de donde provenían los sonidos, que cada vez eran más cercanos y potentes.
Escondida detrás de una gran roca, había una hermosísima bebe, de grandes ojos azules brillantes, piel blanca cómo la nieve, lo cual contrastaba más con el tono rosado en sus mejillas, lo cual era indicación de que gozaba de buena salud.
Cuidadosamente se acercó a ella, y le acarició las mejillas, a lo que la bebé le miró fijamente y trató de agarrarle el dedo.
Arianne observó todo su entornó. No había ninguna presencia humana más. Era increíble que hubieran abandonado aquel ser tan vulnerable y hermoso.
Evidentemente, no podía dejar a la bebé abandonada, y la cogió cuidadosamente entre sus brazos. En aquellos tiempos tan oscuros, pensó que alguna madre malherida o esclavizada, quizás había abandonado a su suerte a la criaturita, por alguna razón que solo la que la abandonó podría conocer. Quizás pensó esa madre, que un alma caritativa y bondadosa la encontraría y le podría dar una mejor vida, que la que ella le pudiera ofrecer.
Independientemente de cual fuera la razón, ella la había encontrado y la iba a llevar a su casa. La cuidaría y le daría todo el amor que pensó que una niñita se merecía tener.
Arianne había quedado sola, unos pocos días atrás. Su padre murió en combate. Y su madre fue llevada prisionera. Ahora ella había quedado sola con tan solo diecisiete años, y pensó que cuidar de esa niñita posiblemente le daría las fuerzas y el motivo para querer seguir viviendo. Tendría algo por lo que luchar, por lo que tener una ilusión.

De pronto notó que algo caía al suelo, de dentro de la ropa que envolvía a la niña.
Se agachó para recogerlo, y cuando se acercó más, se quedó casi sin aliento. Era la insignia de la realeza. Esa insignia que solo llevaba el Rey, que no la podía llevar nadie más que este y el próximo heredero al trono. Aunque pareciera increíble, aquella niña debía ser la hija de los Reyes, la que le correspondería el Reino de Ehazur, cuando creciera.
Tenía que esconder esa insignia y ese secreto, pues los enemigos eran implacables con los miembros de la realeza de los Reinos que iban conquistando. Mataban públicamente a todos los que pertenecieran a las familias reales y esa niñita no iba a ser la excepción.
Por un capricho en la historia del Reino de Ehazur, la joven Arianne, una joven plebeya, le fue conferida la gran responsabilidad de preservar el linaje de los Shrewsbury, sí, de proteger a la futura Reina.

Espero que os vaya gustando la historia. Agradezco los votos, y vuestros comentarios sobre vuestro parecer. Gracias de antemano.

Dragones Blancos (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora