Capítulo 16 I Al fin te encuentro.

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¿Qué debía hacer?

La pregunta se había instalado en su mente desde que vio los cuerpos de sus alumnos inertes en el suelo, desde que Kakashi dejó de respirar y de pronto, él también perdió el aliento.

—Minato'san. —Shikamaru le posó una mano en el hombro.

—¿Qué... qué ocurre? —el rubio se sintió cansado, como si fuera a desfallecer.

—Los Kages han llegado. —anunció con pesar.

Minato dirigió la vista hacia el cuerpo de Kakashi, la sala estaba inundada de sollozos y tristeza. Tsunade estaba desplomada entre ambos cuerpos y se lamentaba la perdida de ambos. De verdad intentaba pensar con frialdad, intentaba no dejarse llevar por sus sentimientos y por ahora, no lo lograba.

—Danos un minuto más. —el Nara asintió antes de salir de la habitación.

¿Cómo iba a decirles a todos que debían abandonar a sus amigos para que los Kages se despidieran?

Minato se pasó una mano por el pelo tratando de calmarse. Sabía lo que dirían los Kages, sin Kakashi, la Alianza ninja era inestable y que tardaría mucho en seguir adelante.

Aún lo intentan.

[...]

El enorme destello se desvaneció después de un rato y al fin pudo verlos, su padre y madre de pie frente a él.

—¿Rin'chan? —susurró Kushina a su lado con lágrimas en los ojos.

—¿Kakashi'sensei? —dijo Naruto un poco más allá.

Pero Sakumo no podía hablar, sólo podía observarlos. ¿De verdad todo esto era real?

—Debido a que son muchas personas y que querrán hablar todos con ellos, deberemos hacer una especie de turno. —habló Orochimaru.

—¿Eh? ¿Un turno? —mascullo Maito Gai.

—Si, primero podrían ser el Cuarto y su esposa, luego en equipo siete, después Tsunade y así sucesivamente.

—Yo creo que el primero debería ser Sakumo, —dijo Minato y se acercó a él— haz peleado mucho por esto, así que a llegado el momento de que finalmente los conozcas.

Le sonrió con cariño y Sakumo se lanzó ha abrazarlo con fuerza, le agradecía que finalmente creyera en él y que viera lo que realmente quería: un poco de paz.

—Gracias, abuelo Minato. —entonces, entró a la luz y cerró lo  ojos, dejándose envolver.

—Sakumo, ¿eres tú? —la voz era melodiosa y algo cálido se instaló en su pecho, como si recuperará algo que hubiera perdido.

Abrió los ojos con lentitud, temiendo lo por lo que encontrará al hacerlo, sin embargo, unos ojos castaños le sonreían y su madre le sonrió con dulzura.

—¿Mamá? —alargó el brazo para tocarla— ¡De verdad eres tú! 

—Si, cielo. —el infante se lanzó a abrazarla con fuerza, tratando de recordar todo: su aroma, lo que sentía y como se veía; tratar de quedarse ahí un poco más— ¡Mira que alto estás!

Él sonrió avergonzado.

—¿Dónde esta mi padre?

—Por el momento solo estoy yo, no podemos estar juntos o recortaría nuestro tiempo con ustedes. —Sakumo la observó: lucía el cabello largo en una coleta baja, un falda lila hasta la rodilla con una camiseta beige de manga corta.

Lucía como en sus sueños.

—Te extrañé mucho, me has... —suspiró— me han hecho mucha falta.

Fantasmas.Where stories live. Discover now