Capítulo 12 I Por favor.

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¿Dónde demonios se había metido? La pregunta no paraba de resonar en la cabeza de Gai mientras ayudaba a los civiles a evacuar la Aldea. Aún cuando el ataque era a las afueras, corrían el riesgo de que se propagará a Konoha por lo que su prioridad eran los civiles pero, ¿dónde demonios estaba Kakashi? Él era el Hokage y no lo había visto por ninguna parte.

—¡Gai'sensei! ¡Tengo noticias sobre Kakashi'sama! —gritó Lee desde la lejanía.

Los civiles seguían moviéndose, tratando de ponerse a salvo; los shinobis y kunoicihis aparecían de todos lados tratando de saber qué era lo que pasaba y dónde estaba su Hokage.

—¿Qué es lo que conseguiste, Lee? —gritó mientras una pareja pasaba a su lado.

—¡Esta en la entrada de la Aldea! —respondió el azabache, Gai iba a decir algo más cuando una explosión se hizo presente en las puertas de la Aldea.

El de las mallas tuvo un mal presentimiento.

—¡¿Aún hay civiles cerca?!

—No, pero hay amenaza de una segunda explosión. —mascullo su alumno que se acercaba— ¿Qué hay que hacer?

—Buscar a Kakashi o en cuyo caso a Tsunade, ¡no dejáremos que el poder de la juventud se apague!

—¡Si!

¿Cuánto llevaba ahí? ¿Una hora, dos? ¿Hace cuánto que contemplaba el lugar vacío en el librero, donde debía estar el libro de Kakashi? Dios, había olvidado ese horrible sentimiento que convivía con él desde hace doce años y le horrorizaba aún más lo fácil que dejó ir el único pedazo de su mejor amigo; aquel libro era el único consuelo que no sabía que tenía, cada vez que pasaba por ahí y lo veía, cada aniversario que lo habría para recordar los buenos tiempos, cada vez que en su mente se repetía la imagen del Hatake escribiendo ese libro, las veces que lo obligó a tomarse una foto con él. Todo se fue con Sakumo.

Soltó un suspiro y se tocó el pecho, tenía un agujero allí.

—Kakashi... —susurró sin darse cuenta, las lágrimas comenzaron a descender por su rostro— yo... lo siento... ¡Lo siento mucho!

Los sollozos eran lo único que se escuchaba en la menuda casa, a un lado del lugar vacío en el librero estaba una foto de Kakashi y él cuando se convirtió en Hokage que guardaba una de las últimas veces que vio a su amigo.

—¡Lamento que tu juventud se apagará! —el dolor le desgarraba el alma, los sollozos salían de su garganta con agonía— ¡Dejé que mi eterno rival muriera! ¡Dejé que... deje... te falle! ¡Te fallé amigo!

Su voz se fue apagando, le dolía la cabeza y sentía que en cualquier momento se iba a desmayar. ¿Había hecho lo correcto al prestarle el libro a Sakumo? No pensaba que fuera a afectarle tanto, no pensaba que su sobrino fuera hacerle tanto daño, tan diferente a sus padres.

—He estado luchando para que la juventud arda en mi a pesar de todo, —le susurró a la fotografía cuando recuperó su voz— pero me falta voluntad, irónico ¿cierto?

Una risita amarga se le escapó de la garganta.

—La he estado buscando, sin éxito. Me pregunto si volveré a obtenerla, sin embargo, creo que Sakumo la tiene, tal vez no de la forma en que nos gustaría, —¿hace cuánto no sonreía como en la foto? ¿Hace cuánto que no entrenaba?— y creo que esa juventud lo hará llegar tan lejos, me gustaría ver que dirías ante todo esto.

Fantasmas.Where stories live. Discover now