Capítulo 8 I Afrontar el futuro.

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—Estoy en casa. —susurró, el silencio fue su respuesta.

Se quitó los zapatos con lentitud y caminó por la morada hasta la cocina, ahí, se preparó un ramen instantáneo —no tenía ánimo de cocinar— y se sentó en la mesa. Llevaba toda su vida haciendo lo mismo, con las mismas paredes blancas observándolo cada vez que se paseaba por su hogar, con el mismo silencio respondiéndole cada vez que volvía a casa. Entonces, ¿por qué de repente se sentía tan pesado el no tener respuesta? ¿Por qué su hogar de pronto le parecía inmenso? ¿Por qué ahora sólo sentía el vacío de lo que perdió?

Sakumo era consciente de las circunstancias en las que sus padres habían fallecido, ser un ninja implicaba sacrificio y entrega, todo por el bien común; sin embargo, se preguntaba si a alguno de los dos le pesó dejarlo a su suerte, si tanto lo amaban ¿de verdad era necesario dejarlo?
En días como esos sentía que agonizaba. Un dolor constante se instalaba en su pecho que lo hacía sentir como si todo fuera demasiado lento.

—¿Por qué tenían que irse? —musitó con desdén.

Se levantó de la mesa y caminó hasta la fotografía de la boda de sus padres y una de las pocas que se podían ver en la casa. Tan felices, tan en paz. Tomó el marco y de el cayó un sobre blanco que tenía escrito el nombre de Kushina con la letra de Rin.

—Mamá.

La tomó con delicadeza, ¿a caso eso siempre había estado ahí? ¡¿Dónde estaba su pedazo de ellos para él?! ¡Era su hijo! Sabía que existían más libros sobre ellos y que estaban dispersos por la Aldea pero ninguno destinado para Sakumo y eso le dolía profundamente.
La abrió con violencia, aún si no eran dirigidas para él, las palabras de su madre clamarían su dolido corazón y quizás, le enseñarían el camino.

[...]

Tenten estaba de pie a las afueras de la Academia ninja donde se celebraría la primera fase de los exámenes chunnin, estaba terriblemente molesta, refunfuñando y mirando fijamente la calle donde —se suponía— aparecería su equipo en cualquier momento. Los exámenes estaban por comenzar, faltaban cinco minutos y no había rastro de Sakumo.

—¿Dónde demonios te metiste Hatake? —mascullo entre dientes, era bien sabido que no era la kunoichi más paciente de todas.

—Tenten, ¿estas bien? —preguntó una voz a sus espaldas que era muy conocida para ella— ¿No deberías estar adentro con los demás?

—Sí, debería... pero... ¡Sakumo Hatake no aparece y se hace tarde! —gritó con desesperación mientras se volteaba a ver a su acompañante.

Neji se mantuvo inexpresivo, sabia lo importante que eran los exámenes chunnin para la kunoichi —igual que la primera vez— y a su vez sabía que no podía obligar a su alumno a participar en ellos, lo que era una lástima considerando el legado del infante y lo que estaba seguro, olvidaba o ignoraba sobre sus padres.

—Sabes que no es su obligación particular, ¿cierto? —la calma del Hyuga solo disparaba más su nerviosismo.

—Sí, lo sé. —suspiró— Solo creí que podríamos enfrentar los exámenes chunnin como senseis al igual que lo hicimos como alumnos, juntos.

El castaño sonrió y le besó la coronilla.

—Siempre habrá una próxima vez.

Mirai y Neru aparecieron frente a la pareja, la joven Sarutobi parecía igual de molesta que su mentora y es que a pesar de sus esfuerzos no habían podido encontrar a su compañero por ningún lado.

—¿Hubo suerte? —preguntó la castaña a lo que el niño de cabello rojizo negó.

—Quizás yo podría ir a buscarlo, mi equipo ya esta adentro. —como maestro tenía que quedarse hasta que su equipo entrara al salón donde se presentaría el examen.

Fantasmas.Where stories live. Discover now