Capítulo 23: Sed de sangre

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Tras unos segundos finalmente toma una decisión.

–Derecha – murmura casi para sí misma.

No hubo preguntas al respecto ni cuestionamiento, por lo general Elías siempre dudaba de las decisiones, pero ahora simplemente comino sin decir palabra, cosa que no paso desapercibido por la rubia quien lo miraba con cierta curiosidad mientras caminaban.

– ¿No dirás nada? – pregunta con cuidado.

–No – hace una pausa – deja de mirarme así, es raro – se queja al notar que la chica no le quitaba los ojos de encima.

–Lo siento, solo pensé que… – hace una pausa para pensar en sus palabras, pero se las guarda – olvídalo, no es nada.

Las molestas luces rojas de las cámaras, seguía con cautela cada uno de sus pasos, Charlotte de vez en cuando las observaba de reojo y continuaba con lo suyo. A pesar de que no debería de ser algo demasiado importante, el saber que un montón de extraños la observaba le causaba inquietud, de cierta forma le recordaba a las charlas de su escuela sobre los peligros de las redes sociales, de cómo personas se hacían pasar por otros adolecentes para aprovecharse de los más ingenuos, de cómo los convencían para entregar datos personales o fotografías intimas, para luego subirlas al internet. Un montón de cosas que habían hecho que la joven se alejara de esas cosas, no le gustaban los problemas y ahora, estaba metida en el peor problema de todos, sentía que el destino era un jugador cruel, que le gustaba ver sufrir a todo el mundo, un pensamiento que era verdaderamente deprimente y hacia que su moral descendiera aún más.

Charlotte se abrazó a si misma hasta que sintió como algo rodeo su cuello y la inmovilizo desde atrás, aquello fue tan repentino que ni siquiera tuvo tiempo de decir alguna palabra, menos aun cuando sentía que el aire no llegaba a su cuerpo. El brazo de aquel hombre aplastaba su delgado cuello hasta un punto en que parecía que lo rompería.

El sonido de una bala atravesando el aire  llega hasta lo más profundo de Charlotte, que casi de inmediato cae de rodillas al piso en donde lucha por recuperar el aire, tosía casi de forma inconsciente con un ardor en su garganta que le lastimaba.

El hombre de traje oscuro, cuya frente había sido atravesada por el proyectil, se encontraba tendido de espaldas en el piso, mientras que el líquido de brillante carmesí fluía por debajo de su cabeza. El extraño, que era uno de los guardias había salido de la nada junto a otros dos individuos que se habían concentrado en emboscar a Elías, en primera instancia utilizando pistolas que fueron inútiles a distancia tan corta, por lo que habían recurrido a los puños y parecían ser extremadamente hábiles en ello. Los dos hombres de traje se coordinaban de una forma perfecta poniendo en apuros al chico de cabello oscuro, que en un punto se vio acorralado contra la pared donde esquivar o bloquear los golpes se hacía más complicado. De haber podido dispararles lo hubiese hecho, el dilema era que la pistola había caído en los contantes intercambios de golpes entre los tres sujetos, tampoco le era posible encontrar el momento de tomar uno de sus cuchillos, no tenía ni un segundo para descuidarse, si es que no quería recibir uno de los golpes con manoplas de acero de sus atacantes, quienes no se medían en ningún momento.

Un golpe en seco de derecha hace escupir sangre a Elías, quien resiste el dolor sin hacer la más mínima mueca, al contrario, aquello le provoca una sonrisa en su rostro la cual no desaparece ni al recibir el segundo, tercer y cuarto golpe, impactos brutales que por lógica ya deberían de haberle derribado, pero continuaba de pie con la espalda contra la pared. Los mechones de cabello cubrían sus ojos y solo se podían ver como los hilos de sangre corrían por la comisura de su boca y goteaban al piso desde su barbilla. Uno de los hombres volvió a tomar la pistola mientras Charlotte veía como el cañón era directamente apuntado a la frente de Elías quien permanecía inmóvil e indiferente a la situación, sus piernas temblorosas intentaron ponerla de pie, pero antes de que fuese capaz de hacerlo, oyó como la bala era disparada, sus ojos se cerraron de forma automática para evitar la escena sin ser consciente de lo que realmente pasaba.

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