El niño roto

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—Hey, Ian, qué putada lo del video, ¿eh? he visto que te dejan comentarios horribles en tus redes, deberías desactivarlos.

Todo lo que sabía sobre ese chico, era que se llamaba Iván. Creía haber visto alguno de sus videos cuando él todavía era novato y buscaba aprender más sobre los youtubers; era de esos que hacían bromas pesadas, retos extraños y ese tipo de cosas. Hasta ese momento, no habían cruzado palabra más que los saludos por cortesía, ya que compartieron escenario en casi todas las ocasiones.
Ian levantó la cabeza y se encontró con el par de ojos marrones que lo escudriñaban desde arriba. El muchacho le dedicó una sonrisa y se sentó frente a él, en la estrecha mesa cuadrada del restaurante del hotel.

—Ya se cansarán, supongo —contestó a secas, mordiendo un pedazo de la tostada que acababa de untar con mantequilla y mermelada de frutillas.

—Ya sabes cómo es esto, ellos nunca se cansan. Deberías hacer un video o algo aclarando que solo fue cosa de una noche. Digo… supongo que no consumes pastillitas alucinógenas muy seguido, ¿verdad?

El tono que utilizaba para decir las cosas estaba comenzando a crisparle los nervios. Dejó la tostada sobre el platillo y tomó la taza blanca, bebiendo un sorbo de café con leche.

—Si fuera un drogata, no sería tan estúpido como para bajarlas con alcohol. ¿Nunca has ido a las fiestas de electrónica? No ves una gota de alcohol circulando por esos sitios. La gente bailotea con su botellita de agua mineral sin gas en una mano y los cartones de LCD en la otra.

—Bueno, igual sabes mucho del tema —concluyó el muchacho.

—Sé del tema porque tengo amigos que lo hacen, pero no quiere decir que yo también lo haga, ¿sabes? De todas maneras, me da igual lo que piensen. Llevo casi dos años en esto y este es el primer escándalo que consiguen de mí. No va a durar demasiado. Quiero creer que les va a importar más el contenido de mi canal que verme vomitando en una fiesta.

La sonrisa cínica de su acompañante encendió un clic en su cabeza. Había visto tantas veces el video en busca de alguna pista, que quizás pasó por alto lo más importante: quienes aparecían en el video. Ninguno de los chicos le supo decir quién había sido el autor, porque no vieron a nadie grabando, o quizás, estaban tan preocupados por el estado de salud de Ian, que no prestaron atención al resto de los presentes. Ian confiaba en la mayoría de sus compañeros porque varios de ellos habían empezado con él, habían crecido juntos en youtube. Pero ese muchacho, Iván, a pesar de llevar ya varios años en la industria, era nuevo en el grupo.

—Deberías preocuparte más por lo que la gente piensa de ti, eres influencer, te debes a tus fans. Si estás aquí ahora mismo es gracias a ellos. Estás demasiado confiado porque crees que todo el mundo pasará por alto lo que pasó, ¿no crees que es un poco presuntuoso?

—Lo que creo es que si me pongo a leer toda la mierda que dicen ahora mismo sobre mí, tendría que acabar cerrando mi canal, y no les voy a dar el gusto. Que yo me deba a mis fans no significa que tenga que permitir que me usen como un trapeador. Podrías decirle eso al hijo de puta que me grabó y colgó el video en internet, porque está claro que debe sentirse opacado por mí.

La reacción de su acompañante no hizo más que dejar en claro sus sospechas. Lo vio tragar saliva y apretar la mandíbula, estaba notablemente molesto.

—Si conocieran esta parte de ti seguramente no te seguirían tan ciegamente. Es que eres un chiquillo mimado e insoportable, que se cree que por tener una cara bonita ya lo puede conseguir todo —escupió con desdén—. Quizás el video refleja tu verdadera personalidad, si al fin y al cabo parece que no te importara nada.

Ian ladeó el rostro, torciendo la boca en una media sonrisa.

—Dime una cosa, Iván, ¿por qué tú no apareces en el video? ¿No será que lo habrás grabado tú? Si es así, me gustaría que tuvieras las pelotas para decírmelo en la cara, ya que eres tan valiente y justo.

El show de IanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora