El éxito y carisma de un influencer puede encandilar a los fans, lo que no saben es que no todo lo que se ve en la pantalla es tal como aparenta ser. Una vez alcanzado el éxito, llegan los problemas: La obsesión, la idealización, la persecución cons...
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Durante el trayecto hacia el aeropuerto, apenas cruzaron palabra. Ian estaba perdido en la vista que le ofrecía la ventana; se había colocado los auriculares, quizás para evitar una charla incómoda, aunque Manuel tampoco tenía ganas de tocar el tema.
Abordaron el avión con destino a Colombia y cuatro horas y media más tarde, los fans los recibieron con pancartas y gritos en el aeropuerto internacional "El Dorado".
El segundo show estaba programado para esa misma tarde. Debian llegar a tiempo para probar el vestuario y hacer el ensayo general, les quedaban apenas cinco horas para hacer todo lo que tenían pendiente. La camioneta negra los condujo desde el hotel hasta el recinto donde se llevaría a cabo el festival. El escenario era impresionante; a Manuel le temblaron las piernas de solo imaginarse estando allí, frente a miles de personas, y en ese momento, cuando recordó el show anterior, su admiración por Ian creció un poco más.
—Hoy vas a subir conmigo —dijo Ian de repente, mientras el equipo de sonido le acomodaba el micrófono detrás de la oreja.
Manuel lo miró sorprendido, casi espantado.
—¿Qué?
Una sonrisa pícara se dibujó en su rostro.
—Lo que escuchaste. Vas a sentir lo que yo siento, vas a vibrar con la música y el grito de la gente, esta noche tú vas a ser una estrella, como yo.
Manuel se había quedado tieso. Más de una vez había soñado con ser una estrella. Cada vez que miraba a Ian, detrás de toda esa admiración y ese fanatismo, también existía una pizca de envidia. Deseaba tener esa fuerza, ese poder para conseguir mover a las masas, ese ímpetu. Manuel deseaba ser como Ian, y en aquel momento, su fantasía estaba por hacerse realidad.
Cuando llegó el momento de la verdad, el corazón se le aceleró. La música y el grito de los fanáticos hacían que el suelo de madera vibrara bajo sus pies. el escenario al aire libre le permitió ver las primeras estrellas que aparecieron cuando la tarde bañó el cielo de la preciosa ciudad de Bogotá, pero aún con todo ese espectáculo, Manuel estaba petrificado. Ian tomó su mano, y con aquella sonrisa que conquistaba corazones, lo guió por el pasillo, y cuando subieron al escenario, una avalancha de emociones le sacudieron el cuerpo.
—¿Dónde están los Ianers de Colombia? —Gritó Ian, levantando los brazos, sin soltar la mano de Manuel.
El grito de los fans no se hizo esperar. Aquello era un mundo de gente. Chicos y chicas con pancartas gigantescas, algunos con camisetas con su nombre, vinchas y pulseras.
—Hoy me acompaña una persona especial. El Ianer que ganó el concurso y ahora está aquí, junto a mí, siendo parte de este increíble momento. Así que, para felicitarlo, ¡quiero un grito desesperado para Manuel!
Manuel estaba tan nervioso que ni siquiera podía reaccionar. La gente comenzó a corear su nombre y él solo se había quedado allí, con los pies pegados al suelo. Ian apretó su mano y se acercó a él, para hablarle al oído:
