El éxito y carisma de un influencer puede encandilar a los fans, lo que no saben es que no todo lo que se ve en la pantalla es tal como aparenta ser. Una vez alcanzado el éxito, llegan los problemas: La obsesión, la idealización, la persecución cons...
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"Latam Youtube" reunía a más de doscientos influencers de todo el mundo. El festival se realizaba una vez al año; ofrecía una gira por lationamérica, meet and greets, y contenido exclusivo de los influencers que participaban en las presentaciones. Manuel había soñado durante mucho tiempo con asistir, pero su economía nunca se lo había permitido. Ahora estaba allí, a unos pocos metros de su ídolo, viviendo todo de cerca, desde sus inicios. Jamás pensó que algo así podría pasarle a él, y no podía estar más emocionado.
—¡Buenas noches, Ianers de México!
La voz de Ian se escuchó por los autoparlantes y retumbó en su pecho. El grito enloquecido de sus fans no se hizo esperar: Llevaban más de media hora coreando el nombre de Ian, pidiendo que saliera de una vez al escenario.
Mientras el equipo de producción lo preparaba, Manuel pudo notar el nerviosismo haciendo temblar sus pupilas, sin embargo, cuando subió al escenario su semblante cambió completamente, y aquel que se adueñó del show era más parecido al Ian que él había conocido.
. . .
El espectáculo terminó cerca de las dos de la mañana. La camioneta negra los esperaba en la puerta trasera del establecimiento, donde nuevamente tuvieron que enfrentarse a un montón de fans enloquecidos. Para Manuel, llegar al hotel sin al menos dos o tres rasguños a esa altura ya era toda una hazaña. Llevaban tres días hospedados en el hotel y ni siquiera podían acercarse demasiado a las puertas; los seguidores de Ian pasaban la noche en la calle con tal de obtener aunque fuera una foto o un autógrafo suyo.
Manuel se había tumbado en su cama, con el teléfono en la mano. Mientras cargaba el video del espectáculo en el chat de su amiga, le envió un audio:
—Contenido inédito, disfrútalo. Espero que se escuche más o menos bien, estaba muy cerca de los parlantes y a veces se satura un poco el sonido.
Dejó el teléfono sobre la cama y se metió al baño; su idea era adecentarse e invitar a Ian al restaurante del hotel, a ver si por lo menos podía sostener una charla con él sin los gritos de las fans, o la voz de su mánager de fondo.
Ensayó un par de veces lo que iba a decirle antes de salir de su habitación, y cuando estuvo parado frente a la puerta de Ian, a punto de tocar, lo escuchó teniendo una acalorada conversación:
—Te ríes de mí, pero bien que cuando necesitas dinero ya no soy la vergüenza de la familia, ¿verdad? Puta borracha... —Manuel se quedó estático, escuchando la voz quebrada y ronca de Ian—. Yo no pienso trabajar para pagar tus malditos vicios, así que sal a la calle y haz lo que mejor sabes hacer, y cuando estés sobria y dejes de insultarme, ahí quizás tenga ganas de hablar contigo.
Todo lo que se le vino a la cabeza en ese momento, fue regresar sobre sus pasos y encerrarse nuevamente en la habitación, y justo cuando estaba a punto de hacerlo, Ian abrió la puerta y lo descubrió. Estaba sin camiseta, con unos pantalones deportivos negros y descalzo. Llevaba el pelo húmedo y una toalla alrededor del cuello.
