Capítulo 43 - Vendetta

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Todo había cambiado, para siempre

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Todo había cambiado, para siempre.

Era como si la realidad se hubiera distorsionado para siempre, desafiando los límites de lo que es real y lo que no. Mi mente aún no podía procesar todo lo que estaba pasando, y tampoco la de Seth.

Decidí pasar aquella fatídica noche en el hotel, limpiando las lágrimas que caían del rostro de Seth sin cesar, y a primera hora de la mañana habíamos cogido un tren hacia la ciudad, ya que él no se encontraba en posición de conducir.

Y ahí íbamos, sentados en nuestro reservado, esperando llegar a la ciudad y enfrentarnos a la realidad, pero mientras tanto, disfrutaríamos de la tranquilidad.

Observé su cuerpo, estirado sobre su asiento del tren y su cabeza en mis piernas. Acaricié con delicadeza su pelo y no pude evitar suspirar al imaginarme el dolor por el que estaba pasando. Jamás había visto a nadie tan roto, ni siquiera podía imaginarme que un dolor tan desgarrador pudiera apoderarse de nadie, mucho menos de Seth. Detrás de toda esa fachada de chico duro, de Rey de la ciudad, se encontraba un niño; sólo, asustado y perdido.

No había dicho ni una palabra desde que me dijo lo de Frank, simplemente se limitaba a negar o asentir. Me incliné con delicadeza hacia adelante, observando sus ojos cerrados y su rostro aparentemente tranquilo. Aunque sabía muy bien que no dormía, me alegraba verlo relajado.

El teléfono sonó a mi lado, lo cogí, observando el nombre de ''Mamá'' en la pantalla.

Maldije en voz baja, se me había olvidado por completo. Acepté la llamada y llevé el teléfono a mi oreja.

—Hola mamá —dije en voz baja.

—Buenos días cariño —contestó animada. —¿A que hora vais a venir?

Me mantuve en silencio por unos segundos, sin saber muy bien como responder.

—Mamá .. no vamos a poder ir.

—¿Por qué? —su voz sonó desilusionada.

—Hemos tenido ... una urgencia. Vamos de camino a Nueva Orleans.

—¿Una urgencia? ¿Qué ha pasado? ¿Estáis bien? —preguntó preocupada.

—Estamos bien. —La calmé. Dirigí la mirada hacia Seth. —Después te cuento.

—Como quieras cariño —sonó más calmada. —Después hablamos.

Colgué y suspiré guardando de nuevo el teléfono. Me apoyé contra el cristal de la ventana y cerré los ojos, dejando pasar el tiempo.

Demasiados pensamientos asaltaban mi cabeza, así que después de un rato, encendí la televisión que venía en nuestro asiento y me puse los auriculares conectados al mismo. Ventajas de viajar en primera clase.

Mientras seguía acariciando el pelo de Seth cambié de canal varias veces, sin encontrar nada que me interesase, hasta que las noticias llamaron mi atención.

RUN©Where stories live. Discover now