Capítulo 14 - Blow

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Si normalmente ya era molesta, aquella mañana la alarma taladró mis oídos con una fuerza descomunal

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Si normalmente ya era molesta, aquella mañana la alarma taladró mis oídos con una fuerza descomunal. Lo apagué de un manotazo y miré el techo por unos segundos totalmente en silencio.

La realidad abofeteó mi cara al instante; no había sido una pesadilla.

Todo había sido real, el tiroteo, la sangre, Seth y por supuesto mi ahora participación en lo que ellos llamaban ''un golpe''. Había pasado de estudiante de periodismo a futura criminal en unos pocos días.

Después de que aquel hombre me añadiera a su grupo de ladrones sin pedir mi opinión sobre el tema, Chad me acompañó a casa con la única regla de no contarle nada a nadie, al menos se ahorró las amenazas.

Chad era cálido, tranquilo y dulce, de alguna manera incluso me había caído bien. Nada que ver con Seth; testarudo, prepotente, molesto, agresivo y estúpido entre otros millones de adjetivos negativos. Jamás había conocido a alguien peor que él, y el destino se había encaprichado en que nuestros caminos se cruzasen.

Sin perder más tiempo, me levanté de la cama y me preparé para atender la maldita clase de ética que se había empeñado en joderme todos los sábados. Me acerqué al armario y cogí unos simples vaqueros y un top negro. Los coloqué sobre la cama y fui a cerrar el armario cuando algo captó mi atención. Los pantalones y la camisa de Seth se encontraban en el mismo. Dudé por un segundo que hacer con su ropa, y aunque quemarla fue lo primero que se me pasó por la cabeza, opté por una opción más pacifista. Cogí su maldita ropa y la metí en una bolsa, dispuesta a entregársela en cuanto lo viera.

Entré al baño y realicé las tareas básicas de aseo para después salir de mi habitación.

Una recién despertada y confusa North me recibió.

— ¿Violet? ¿A que hora llegaste? — Me preguntó desde la cocina.

Genial, ni siquiera me acordaba de la excusa que le había dicho.

— Sí, ya sabes, me entretuve en .. — Levanté las cejas con un gesto que gritaba ''ya me entiendes''. Sin embargo no funcionó muy bien, y parecía que ni siquiera supiera dónde había estado.

— .. ¿Casa de tus padres? — Terminó por mi.

— Sí, claro, volví tarde. — Recordé la excusa que le había dejado por teléfono antes de cometer la mayor estupidez de mi vida.

— Entiendo. — Se rindió. — Pues espero que tu pequeña visita en esa aldea rural perdida en las montañas te haya despejado la mente porque nos espera una larga hora de debates.

— Qué ganas. — Murmuré irónica.

— ¿Un sándwich? — Me ofreció con una sonrisa.

Desayunamos tranquilamente, y por suerte no decidió preguntarme nada más sobre mi supuesta estadía en Oakdale. Cogimos nuestras cosas y nos dirigimos rápidamente a la clase de ética, la cual estaba prácticamente a punto de empezar cuando llegamos.

RUN©Where stories live. Discover now