Capítulo 40 - Una pequeña aventura

13.6K 1K 191
                                    

El aire rozaba mi pelo con sutileza levantándolo al viento mientras continuábamos nuestro camino a toda velocidad por la carretera

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El aire rozaba mi pelo con sutileza levantándolo al viento mientras continuábamos nuestro camino a toda velocidad por la carretera. Hacía horas que habíamos dejado Nueva Orleans atrás, y durante un buen rato solo veíamos desierto y ni un solo coche a nuestro alrededor.

Sin rumbo aparente, ni ropa, ni comida, cualquiera diría que era una locura, yo prefería llamarlo una pequeña aventura.

Llevé mi mirada a Violet por unos segundos; se encontraba tirada en el asiento de co-piloto, su pelo rubio al aire destacaba con la tapicería color crema de mi Cadillac. Tenía una mano en el techo descapotable mientras observaba pensativa la desierta carretera.

Había descubierto una nueva forma de libertad, una que nunca había experimentado, y solo se manifestaba cuando Violet estaba a mi lado.

—¿A dónde vamos? —preguntó sacándome de mi trance.

—¿A dónde quieres ir?

—A cualquier lado o a ninguno, me da igual —se recolocó en su asiento y con su mano acarició mi hombro. —Sólo quiero estar contigo.

—Deseo concedido —con una mano agarré la suya mientras que con la otra dirigía el volante del coche.

—Otro deseo —llamó mi atención al cabo de unos minutos. —Tengo hambre.

—No tardaremos en parar.

Seguimos nuestro camino por unos minutos, cuando pude ver el cartel de una gasolinera en unos pocos kilómetros.

Tal y como el cartel prometía, encontramos la gasolinera.

La pasé de largo por unos cuantos metros recibiendo unas quejas por parte de Violet, y acabé frenando fuera de la misma.

—¿Qué diablos haces? —preguntó confusa.

Suspirando llevé mi mano bajo mi asiento, sacando un pasamontañas y una pistola.

—No queremos que vean nuestro coche, ¿Verdad? —Sus ojos verdes brillaron con malicia por unos segundos a medida que una media sonrisa se colocaba en sus labios. Cogió su pasamontañas y su pistola y ambos nos equipamos. —Hora de hacer la compra.

Nos bajamos del coche y anduvimos con paso decidido hacia la gasolinera agarrados de la mano.

Una vez abrir la puerta de una patada, nos separamos.

Mientras Violet cogía una cesta de la compra yo me dirigí con paso rápido hacia la caja, dónde un chico de unos 18 años miraba su teléfono despreocupado.

Llegué hasta en frente de la caja sin que el chico ni siquiera se diera cuenta de mi presencia.

Después de observarlo por unos segundos, por fin alzó la mirada.

Su rostro se descompuso al instante tiró el teléfono al suelo del susto y se apresuró a llevar sus manos bajo la caja registradora. Antes de que pudiera pulsar la alarma alcé la pistola apuntándole a la cabeza.

RUN©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora