Capítulo 31 - Siguiendo al corazón

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—Al menos podrías esperar a que no estuviera presente —su voz no sonó fuerte ni llena de ironía como solía hacerlo, más bien todo lo contrario

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—Al menos podrías esperar a que no estuviera presente —su voz no sonó fuerte ni llena de ironía como solía hacerlo, más bien todo lo contrario. La frase salió en un hilo de voz casi inaudible, una voz rota y herida.

Sin decir ni una palabra más y sin dejarme tiempo a disculparme, se apresuró a salir de la cocina, golpeando mi hombro por el camino.

—¡Violet! —la llamó Chad por el camino, pero fue inútil. Un fuerte portazo resonó en el salón principal.

Suspiré e imité sus pasos, salí de la cocina directo al salón, me eché una botella de whiskey bajo la atenta mirada de Chad.

—Enhorabuena, te has superado —dijo Chad resentido.

—No es el lugar ni momento para uno de tus reproches Chad —lo avisé.

—¿Puedes dejar de ser tan gilipollas por unos minutos? —Bebí de mi whiskey tratando de ignorarlo. —¿Como puedes tratarla así y quedarte tan tranquilo?

—Nada de esto hubiera pasado si supieras callarte la boca, te he dicho mil veces que no la quiero cerca.

—¡Deja de ser tan egoísta e inmaduro! —exclamó, lo observé con determinación. —Obviamente no eres el único que tiene sentimientos hacia el otro, cada vez que te intentas alejar por alguna estúpida e inmadura razón o la tratas como si fuera una de tus putas del club le haces daño.

—No me des lecciones de moralidad.

—Claramente las necesitas —dijo con un tono desilusionado. —No sé que me hizo pensar que Violet podía hacerte cambiar. Necesita algo mejor después de todo por lo que ha pasado.

—¡Por qué ha pasado! —grité levantándome del sofá. —¡Estoy harto de vuestros secretos! —El moreno desvió la mirada. —Nunca antes me habías ocultado algo Chad.

—Si tanto quisieras saberlo ya lo hubieras descubierto —soltó. —No la pierdas, hermano. Es una buena chica, quizás demasiado buena para ti.

Sin decir ni una palabra más, dio media vuelta y desapareció escaleras arriba, dejándome con la palabra en la boca.

Suspiré cansado de la situación.

Todo era mucho más fácil cuando no la conocía.

Volví a sentarme en el sofá y le di otro trago a la botella de whiskey.

Estas dos semanas sin Violet habían sido terribles, pero necesitaba alejarme de ella por un tiempo, evaluar las opciones, pensar. Me había dado cuenta que de alguna manera disfrutaba su compañía, estar a su lado me hacía sentir vivo a la misma vez que me mataba de miedo. Miedo de que su presencia se hiciera una necesidad que no pudiera controlar. Por primera vez en muchos años sentía miedo, y aún no sabía si eso me gustaba o no.

Cada año preparábamos un pequeño viaje navideño, y coincidiendo que Frank estaba en Grecia por negocios, lo habíamos elegido como destino.

Por supuesto, en lo primero que pensó mi mente fue en Violet, en que nos acompañara en ese viaje. Cogí el sobre de encima de la mesa y observé el billete de avión y la reserva de hotel en el mismo.

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