-Lo dices por Nicolás - más que preguntar se lo afirmé.

-Alexandra, es enserio lo que digo. No confíes en nadie y mucho menos en los hombres que vengan.

No queremos una masacre por los celos y el temperamento incontrolable del monstro James - comenzó a reír, no pude evitar hacerle segunda - Bueno, deja reviso esta última bolsa.

Vete a bañar, ¡ahora! - me sacó a empujones llevándome al baño y cerrándome la puerta. Tal parece encontró lo que buscaba.

Me duche rápidamente y salí envuelta en una toalla, ya no había rastro de Liz en la habitación. Sobre la cama estaba una nota escrita.

"En la bolsa pequeña encontrarás la lencería, caja mediana tus zapatos y en la caja grande está tu vestido, póntelo. Sofí te avisará cuando lleguen las estilistas.

Liz"

La lencería eran unas bragas negras sin sujetador, supongo el vestido no lo necesita. Deshice el nudo de la toalla dejándola caer al suelo y justo en ese momento alguien entró y cerró la puerta.

Me giré alarmada, pero quedé paralizada al ver de quién se trataba. James estaba estático, parecía un felino a punto de lanzarse hacia su presa. Su mirada recorría y analizaba cada rasgo de mi cuerpo desnudo, pronunció algo en otro idioma que deduje como una maldición por la manera de decirlo; cerró los ojos pasando saliva pesadamente y recobrando la compostura caminó hasta el armario.

Sacó uno de sus trajes, tomó algunas cosas y salió corriendo de la habitación sin volver a mirarme.

-¡Maldición! - quedé como tonta sin hacer nada, ¿qué pensará ahora?

A velocidad de un rayo me puse las bragas y me enrede en una bata.

-Niña - golpearon suavemente la puerta - Ya llegaron las chicas.

-Gracias Sofí, que pasen.

Dos chicas entraron enseguida e inmediatamente me hicieron sentarme para comenzar su trabajo. Ambas chicas me arreglaron en poco tiempo y admito que me encantaba el resultado.

Un peinado sencillo y maquillaje no tan exagerado.

-Gracias chicas, se pueden retirar.

Asintieron con una sonrisa y salieron.

Me coloqué las zapatillas y finalmente abrí la caja del vestido.

-Vaya que es preciosa - musité admirando el vestido de color negro con brillos, sin manga, escote corazón y abertura en la pierna derecha.

Con sumo cuidado deslice el vestido sobre mi cuerpo, tenía temor de arruinar el maquillaje o el peinado, los nervios me estaban consumiendo. Al verme en el espejo quede estupefacta, ¿realmente aquella chica soy yo?

-Te vez jodidamente hermosa - pronunciaron a mis espaldas.

Por el reflejo del espejo le sonreí a James, me gire a encararlo y el volteo el rostro evitándome.

-Perdón si te incomode - dijo mirándome de reojo.

-Perdóname tú a mí - sentía las mejillas arder - Esta también es tu habitación, debí ser más prudente y vestirme en el baño. Lamento molestar.

-¿Molestar? - me encaro con esa mirada felina - Lo que menos estaba era molesto, créeme - sonrió pícaro acortando la distancia, me jaló pegándome a él y atrapó mis labios en un candente beso.

-Sei una dea. (Eres una diosa)

Pronunció sobre mis labios pegando su frente con la mía.

-Tenemos que bajar o dudo que pueda contenerme.

-¿Y si nos quedamos aquí? - provoqué dejando un casto beso en su mandíbula.

-Alex - gruñó por lo bajo - No pises terreno peligroso.

Me separé de él caminando hacia la puerta.

-Tenemos una cena mi rey - le sonreí inocente.

-Algún día me las pagaras Coleman - sonrió malicioso.

Bajamos al salón de la mansión tomados de las manos, en el lugar ya se encontraban varias personas, entre ellos mi familia.

-Hija, te vez preciosa - me abrazó mi padre.

-Gracias papá, tú te vez muy guapo.

-Princesa - se cruzó de brazos Steve - ¿Te puedes ir a cambiar?

-Hazlo, te miran mucho - se le sumó Kyle.

-Concuerdo con los chicos - llegó Evan con Liz.

-Si te miran demás tendré que matarlos - por supuesto no podía faltar su amenaza de James.

-No la molesten, ella se ve perfecta - me defendió Liz - Déjenla.

-Fuiste tú - afirmó James mirándola molesto.

-No sé de qué hablas - se encogió de hombros - Mejor da inicio al banquete, tengo hambre.

Nos dirigimos a la mesa donde estaríamos nosotros como anfitriones, pero era realmente incómodo. Los hombres me devoraban con la mirada, es asqueroso ver sus miradas llenas de lujuria y ni hablar de las mujeres, ellas me ven con repulsión, odio y envidia.

Reprimí las ganas de soltarles unas cuantas cosas a esta gente, solo basta ver mi cara para notar mi desagrado.

-No te dejare sola mi reina - su cálido aliento choco contra mi odio erizándome la piel.

Lo miré con una sonrisa. Este hombre logra ponerme feliz con cosas tan mínimas, aunque sea inconscientemente de su parte. ¿Acaso esto es enamorarse?, si es así yo estoy perdida.

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El reyWhere stories live. Discover now