✪Un monstruo y un héroe✪

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Caeli, tirada en el suelo y asustada se estremecía ante la vista de aquella bestia. Sin poder evitarlo se encontraba temblando, esa mirada ámbar estaba fija en ella, y lo que realmente le hacía temblar era como esos ojos fríos y vacíos parecían mirar más allá de su simple cuerpo. Ese brillante color se colaba en sus huesos, en su alma. Arrancándole el aliento con simples susurros de esa voz de ultratumba.

―A-aléjate ―susurró la chica tratando de apartar a esa criatura a base de patadas -puesto que no tenía nada cerca para poder defenderse-, y el gran animal esquivaba con una soberana y nada sana facilidad aquellos golpes, que seguramente no le harían absolutamente nada.

El corazón de la fémina latía errático, tenía mucho miedo, sus pulsaciones retumbaban en sus oídos, una y otra vez, a una velocidad desquiciada.
El aire no entraba en sus pulmones, estaba teniendo un ataque de pánico. Apenas tenía algo de fuerza para poder alejar a la bestia que le acechaba como el depredador que era.

¿Y por qué me iba a alejar?~ ―Susurró burlonamente la criatura, atrapando la pierna de la chica con una de sus garras, clavando las mismas en la piel bronceada de la morena quien soltó un grito a los cuatro vientos, sin pedir ayuda, pues... no quería perjudicar a su madre, no quería que aquella bestia le atacase a ella― ¿Sabes qué es lo divertido? ―Le preguntó, pero como la menor no le había respondido, la criatura había clavado con más fuerza sus garras en la herida sangrante―. Que puedo hacerte todo el daño que quiera y nadie será capaz de oírte, ni tampoco de venir a ayudarte~.

Comenzó a reír cual macabra hiena, disfrutando de la tortura de la pobre chiquilla que estaba totalmente indefensa ante su presencia, observando como la sangre comenzaba a caer de la herida de la chica, disfrutando de su dolor.

Las sombras surgían de las huellas marcadas en el suelo de la habitación, la oscuridad, lentamente comenzaba a hacerse paso en la luz, las tinieblas comenzaban a opacarlo todo.
La criatura gorjeaba gustosa, acercándose con lentitud a la menor, quien escuchaba su corazón continuar galopando ante esa sensación de miedo que recorría cada partícula de su cuerpo.

Por su parte, aquel gran zorro, movió con gracia su cola y el negro lo ocultó todo.

La morena no era capaz de ver, no podía sentir nada más que el profundo dolor de su pierna. Solo escuchaba los suaves susurros de unas voces que estremecían el vello de su cuerpo y la hacía tragar espeso, mirando alrededor y sin ver nada para entonces su corazón detenerse abruptamente al ver aquellos ojos ámbares, brillando en la oscuridad, titilando y afilándose en su dirección.

Mira, no me gusta devorar las almas de mis víctimas como si nada, ―susurró para reír queda y guturalmente―. Me apetece que juguemos a algo~.

―N-No quiero jugar ―-susurró con voz temblorosa Caeli, mientras ponía una mano en su pecho, apretando con fuerza su ropa, arañando superficialmente su piel.

Su alrededor por un momento se quedó en silencio, ella no era capaz de escuchar nada. Todo estaba demasiado tranquilo, lo único que era posible escuchar era su irregular respiración que ahora no podía controlar.
Entonces, sintió como un bufido había despeinado su cabello y como una larga y asquerosa lengua recorría desde su espalda alta hasta su nuca, consiguiendo que ella saltase en su lugar y se girase asustada. Viendo aquella mirada y sonrisa malévola de afilados colmillos que le hicieron retroceder al ver como esa oscura y violácea sinhueso se restregaba dejando una baba semitransparente del mismo color que los ojos ajenos.

No puedes negarte~ ―ronroneó ladeando su cabeza mientras reía ante aquello―. Vamos a jugar al escondite, así, será mucho más delicioso encontrarte y devorarte~

My Demon ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora