✪Promesas (2)✪

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[...]

Mientras tanto, volviendo al mundo demoníaco, una joven italiana de ojos azules se hallaba en un lugar que no conocía, junto a un ser, que alguna vez creyó conocer, y con temor, la chica desde el suelo tenía su mirada fija en aquel moreno de ojos grises y ahora prominentes cuernos.

―Eres... ¿eres un demonio? ¿U-Uno de los que quieren hacerme d-daño? ―le preguntó horrorizada mientras que intentaba alejarse lo más que podía de él -teniendo poco éxito, ya que el miedo tenía paralizada sus piernas-.

Ante aquel gesto, Orfeo cambió su expresión a una consternada y ciertamente entristecida. Su pecho se comprimió y su cuerpo tembló suavemente por lo mismo, pero pronto, negó con la cabeza y con lentitud intentó acercarse a la chica, para así no asustarla y que no entrase en ningún estado de shock.

―No, no, tranquila Caeli, no quiero hacerte daño, créeme ―dijo alzando suavemente sus manos, no queriendo que la chica huyese y se hiciese daño, ya que aquel lugar era peligroso, y por lo mismo se arrodillase frente a la chica―. Soy yo Caeli, sigo siendo tu Orfeo, aquel que te mandaba cartas de amor, aquel con el que compartiste tantos secretos... Soy el mismo, y como siempre, solo busco protegerte ―dijo con calma el hombre de aspecto demoníaco.

― ¿Protegerme? ¿Protegerme de quién? ―le preguntó la morena con el ceño sutilmente fruncido― ¿Desde cuando eres un demonio? ¿¡Por qué me has secuestrado?! ¿¡Qué demonios te ha pasado!? ―dijo teniendo demasiadas preguntas para aquel hombre, y su cabeza estaba completamente saturada, y encima aquel ambiente la mareaba y le hacía estremecer de lo lúgubre que parecía.

―Te lo explicaré todo, pero, por favor Caeli ―susurró con calma extendiendo su mano― Ven conmigo ―susurró todavía con una agradable y cálida sonrisa que iba dirigida a la menor.

Ahí, la morena frunció su ceño, y antes de que el chico pudiese si quiera rozar una parte de su cuerpo, ella le dio un manotazo en su mano, para levantarse y comenzar a alejarse -cabe destacar que ya no era el miedo lo que recorría el cuerpo de la chica, era la ira-.

― ¡No! ¡No me iré a ninguna parte contigo hasta que me contestes! ―le gritó la chica histérica y nerviosa a rabiar mientras empezaba a temblar por los sentimientos arremolinados en su cuerpo―. Por una vez en tu vida Orfeo... ¡RESPÓNDEME! ―Le exigió la chica con gruesas lágrimas en sus ojos.

El susodicho había afilado suavemente su mirada por el grito que iba dirigido a su persona. Pero en el momento ambos escucharon un rugido que hizo temblar el suelo, la chica se encogió en su lugar y antes de poder hacer nada, de las entrañas de la tierra, una maquiavélica criatura surgió frente a ella, mostrándose con una figura deformada, aquel ser abrió su enorme boca, dejando que la baba cayese en finos hilos desde las dos hileras de dientes que pertenecían a su boca, y seis brazos de enormes garras comenzaron a acercarse a su persona.

Si bien la chica trató de huir, una enorme cola se enrolló en su cuerpo al salir del suelo bajo sus pies y la apretó con fuerza, haciendo que ella gritase por el dolor y viese como esa bestia acercaba su boca cada vez más y más a su cabeza. Y la menor intentó escapar, pero fue en vano, ya que no poseía la fuerza para poder huir...

¿Era así como iba a acabar su historia?

Mientras las pupilas de Caeli se contraían asustadas por la criatura que estaba a punto de devorarle, la bestia siseaba con un desagradable sonido, lista para devorar a su presa.

Pero claro que el destino no tenía un plan tan simple para aquella pobre y perdida alma. Pues el sonido, como si se tratase de un silbido, dejó la escena en silencio. Y cuando la humana de ojos azules se dio cuenta, aquel ser había perdido sus brazos -los cuales cayeron al suelo y comenzaron a convulsionar-, y pronto, una garra más pequeña, y tintado en negro atravesó la boca de dicha bestia, matándola al instante y manchando la cara de la chica con aquella oscura y apestosa sangre.

Ante aquello, la chica jadeó suavemente sin aliento, y cuando la cola que la rodeaba perdió fuerza, consiguió ser libre, cayendo de rodillas frente a la grotesca escena, y ante la imagen, y el olor nauseabundo que supuraba de la sangre del cadáver, la chica tuvo que poner sus manos sobre sus labios.

Pero aquello no era ni remotamente lo peor. Ya que lo más aterrador sucedió cuando la joven alzó su mirada y vio a su expareja, con sus manos manchadas por la sangre de aquel ser, con sus ojos brillando de manera fulgurante en un tono platino de betas azules, y al mismo tiempo, con una descabellada sonrisa que la hizo temblar en su lugar, pues vio como él había disfrutado el acabar con la vida de esa criatura, y ella vio como él había perdido toda humanidad existente en su cuerpo.

Los ojos del moreno se dirigieron a la chica en ese instante, y ella ahogó un chillido cuando él se acercó y pudo observar cómo el azul comenzaba a tintar sutilmente el pelo de su antiguo amante, y sus irises crecían, mientras que sus colmillos y garras lo hacían por igual.
Todo lo que estaba sucediendo, hizo que la respiración de la chica comenzase a volverse irregular, las figuras que habían a su alrededor empezaron a verse borrosas, y escuchaba como su corazón latía con fuerza y desbocado en sus oído.
Pronto, negó con la cabeza, todo debía ser solo un sueño, lo que estaba viviendo no podía ser real.
Con fuerza, creyendo que así conseguiría más lucidez, comenzó a apretar su cabeza, mientras negaba con las lágrimas empañando sus ojos.

Ante aquella acción, el chico se tensó, y pronto se acercó a la chica, con cuidado y delicadeza, se arrodilló frente a ella, alejando el cadáver para que ella pudiera estar más tranquila y con cariño acarició la cabeza de cabellos marrones.

Caeli en ese momento sintió como todo se había detenido, su malestar se había disipado y por un instante, el mundo ya no daba vueltas. Con lentitud, comenzó a alzar su mirada, y aunque Orfeo estaba cambiado, pudo observar aquella cálida y dulce expresión que él muchas veces le había otorgado para poder calmarla y hacerla sonreír por igual
Pero esa vez, esa expresión no evitó que la chica dejase de llorar, es más, ella se había entristecido después de todo lo que estaba pasando.

―Por favor, Orfeo... ¿Por qué me estás haciendo esto? ¿Qué es lo que está pasando? ―preguntó con voz quebrada, para así abrazarse a sí misma, tratando de ocultar su rostro de manera poco efectiva.

Orfeo se mordió suavemente su labio inferior, creándose una pequeña herida en el mismo con sus colmillos, y también al apretar por la frustración que sentía de ver a la chica en ese estado.
Y aunque también sentía cierta molestia porque la chica se comportase así en vez de mantenerse tranquila a su lado, no dudo en acercar una de sus manos y pronto tocar un punto de presión que hizo que la menor cayese desmayada, y antes de que pudiera golpearse contra el suelo, él la había tomado entre sus manos.

―Lo siento Caeli, pero vas a tener que esperar un poco más por las respuestas ―susurró con calma, y pronto, acarició el rostro de la chica con una sonrisa y con calma acercó el suyo para poder besar suavemente la frente ajena―. Tranquila, te prometo que estarás a salvo. Ya nadie te va a hacer daño nunca más... Ni tampoco podrán separarnos.

Tras aquella sentencia, el chico solamente tomó entre sus brazos a Caeli, y con calma, extendió unas alas de grandes y escalofriantes magnitudes, y sin más tomó el vuelo para encontrarse con aquel ser con el que había hecho el trato.

La primera parte del plan ya estaba terminada, ahora todo seguiría según lo habían previsto y todo volvería a ser como debía ser.
O eso era lo que pensaba Orfeo junto aquella podrida criatura que le había seducido con mentiras.

Y aunque el plan no saliese como estaba previsto... Había algo que no podía cambiar, y eso era el enfrentamiento que se avecinaba.
En la tierra y el aire pudo notarse, se acercaba una batalla que cambiaría la vida de muchos.

Quizás para bien, quizás para mal.

My Demon ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora