✪El desafío (1)✪

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El rey de reyes de aquel mundo sin nombre se encontraba sentado en una incómoda silla, en la biblioteca real. Pasando las páginas de los antiguos manuscritos que se encontraban en aquella sala, leyendo hechos históricos que eran relatados en tinta.
Hechos históricos, que no todos los habitantes de aquel mundo conocían, o más bien, que no todos podían recordarlos...

El dios de cabellera azul suspiro suavemente mientras pasaba la página de aquel arcaico libro, y mientras lo hacía, sintió una incomodidad que le obligó a crujir sus hombros y espalda -consiguiendo sacar un jadeo de alivio de sus labios-. Estar tantísimos días de búsqueda para ayudar a su sucesor era una tarea ardua y lenta, debía ser paciente, seguro que encontraría algo.

Pero la búsqueda de Tuldirm se vio interrumpida, puesto que un temblor recorrió su cuerpo y alertó todos sus sentidos. O más bien, un escalofrío que le había estremecido de pies a cabeza, recorriendo su espina dorsal. Ante aquella sensación, su cuerpo reaccionó solo, obligándole a levantarse abruptamente.
Con rapidez, corrió hacia uno de los enormes ventanales de la estancia, apoyando sus manos en el borde de este, mientras que sus ojos se tornaban de un bello azul cian, mirando al horizonte de su reino; más allá de ese lúgubre castillo, sintiendo su pecho comprimirse al sentir aquella sensación.
Una sensación que le había traído recuerdos de miles de años atrás.

―No puede ser... ―musitó Tuldirm casi sin habla, y sin querer creer lo que había sentido.

Era una sensación que había olvidado desde hacía tanto tiempo. Una sensación que alguna vez le había hecho sentirse realmente vivo. No era posible, sabía que no podía ser ella, entonces, ¿qué había sido lo que...? ¡!

―Oh, no... ―susurro el regente y en aquel momento se imaginó lo que podía suceder.

Había estado ignorando los comentarios de Doknel, no solo por su negacionismo a que la humana fuese tan especial, sino también porque las probabilidades eran sumamente remotas.

Pero tal parecía que Doknel estaba en lo cierto―. La humana de Mir es realmente especial... ―susurró y gruñó―. Pero no puede ser ella... ―musitó para si mismo el rey mientras gruñía extrañado. Un humano no podía llegar sin más a su mundo, y su sucesor no habría sido tan imbécil como para traer a la chica.

Entonces... ¿Qué era lo que estaba ocurriendo?

Antes de que pudiese actuar o siquiera pensar, Tuldirm escuchó como las puertas de aquella estancia se abrían con decisión y fuerza.
El hombre de cabellera azul se giró de perfil desde su lugar al lado de la ventana, deseaba saber quién había osado entrar de aquella impertinente manera a la biblioteca real, y pronto, bufó al ver quien era el "intruso".

―Sabes por qué estoy aquí, ¿no es así, Tuldirm? ―dijo un hombre, de aspecto envejecido y de ojos pálidos junto a una cabellera blanca que destacaba su edad. Un hombre ciego, de frágil figura, pero de enormes y prominentes cuernos, además de unas afiladas garras, y su piel arrugada. Pero, todo lo contrario, las apariencias suelen engañar, y las numerosas cicatrices que se mostraban en su piel, lo demostraban.

El rey afiló su mirada al recién llegado, y sonrió―. ¿Honestamente? No, no sé porque tu decrépito culo está aquí, Killex ―dijo el de cabellera azul molesto.

―No me hables así niño, nadie nos está escuchando ―dijo el anciano de cabello blanco, y pronto, tras unos segundos de silencio, los dos sonrieron―. Solo he venido a avisarte, todavía no se han percatado de que estoy aquí, así que seré breve ―dijo el hombre suspirando mientras se recomponía en su lugar para no estar encorvado―. Los sempiternos están muy cabreados contigo y tu chico Tuldirm. Sé que es tan impulsivo como tú, pero hay cosas que no tolerarán. Sobre todo, si un demonio y una humana están juntos, y encima en una relación romántica ―dijo con calma cerrando la puerta tras de sí, y acercándose a Tuldirm, haciendo que el mismo se tensase por la información recién recibida.

My Demon ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora