✪Más cerca de mi objetivo✪

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Respiraciones irregulares y pesadas que dejaban ver el vaho salir de su boca mostrando lo caliente que se encontraban sus seres. Pulsaciones aceleradas y descontroladas que les mantenían mareados, cuerpos cubiertos con una sutil capa de sudor que los hacía sentir más pegajosos y mejillas sonrojadas por el cansancio y todo lo que acababa de suceder. Sus ropas estaban desarregladas por sus acciones que habían parecido incontrolables y ambos apoyados en una pared, intentando recuperar el aliento que habían perdido.

—¿Te encuentras bien? —preguntó el demonio mirando con aquella tóxica, y ahora, afilada mirada a la morena, quien se encontraba con una mano en su pecho, tratando de mantener constante su pulso, pues su respiración no estaba tan regulada como la del azabache.

La de cabello marrón jadeaba exhausta por lo que acababan de hacer, sintiendo el latido de su corazón en sus oídos mientras este corría desenfrenado. Por suerte, poco a poco se le iba pasando, y con lentitud, llevó su mirada -que por unos instantes se había perdido- hacia él. El hombre pudo apreciar como las pupilas de la mujer estaban dilatadas por la exigencia que le había pedido ante aquel acto, y pronto la chica suspiró mientras tosía levemente, poniendo una mano en su garganta, estaba completamente deshidratada.

—¿Tú que crees? —le dijo la mujer con una voz carrasposa, sintiendo como su boca, junto a su garganta escocían sutilmente al estar secos, y por ello intentó tragar algo de saliva -en vano, pues no le quedaba nada, o al menos, así lo sentía ella-.

—Después de lo que acabamos de hacer, me parece que sí~ —dijo con aquel tono burlón y coqueto el hombre, para después soltar una ronca carcajada, echando sus rebeldes cabellos hacia atrás, y ella gruñó viéndolo, ¿cómo podía verse mejor después de lo que habían hecho?

—Sí, la verdad es que sí. Pero no lo digas... Ah... con ese tono. —la más baja afiló su mirada en dirección al azabache quien simplemente tenía una ladina sonrisa en su rostro mientras tenía su mirada fija en ella— Y no ha pasado nada para que tengas esa estúpida sonrisa en tu inmaculada cara.

—Pero lo has imaginado —dijo él haciendo que las mejillas de la morena obtuviesen un pronunciado tono carmesí -como muchas otras veces había ocurrido en presencia de aquel diabólico ser- — Y tu sonrojo solo lo confirma querida~.

—Cállate —dijo Caeli de forma cortante para levantarse y arreglar su ropa— ¿Todavía nos sigue? —el hombre suspiró y se giró superficialmente en la esquina donde se encontraban, observando como ya no había nadie siguiéndoles. Solamente estaban los tranquilos transeúntes hablando de todo y de nada, como cualquier mortal haría. Aún después de haber visto a una pareja corriendo y tomada de la mano.

En cierto sentido, los humanos eran realmente despistados, y eso para él era realmente beneficioso a veces—. "Idiotas~" —pensó el demonio con una ladina sonrisa para después mirar a la de ojos azules— Ya no nos sigue nadie angioletto. Estás a salvo conmigo a tu lado.

La chica suspiró aliviada, puso una mano en su pecho una vez más, sintiendo como su corazón latía desbocado ante tremenda carrera que había hecho con el demonio. Claro que no era solo por el hecho de que sus pies no habían querido detenerse en los diez minutos seguidos que llevaba corriendo. Era más por el hecho de haber tenido que escapar de su expareja, Orfeo.

Y nadie podría culparla tampoco. No cualquiera podría tener un corazón de acero y hielo para superar esas situaciones. Y teniendo en cuenta como era la joven italiana, no solo su corazón no soportaba todo el remolino de sensaciones, sino también su cuerpo.

"Me siento mareada..." —pensó la morena al momento de poner una mano en su pecho, sintiendo como aquel músculo bombeaba su sangre con fuerza y sin descanso, su respiración irregular hacía que el oxígeno se acumulase en aquel líquido carmesí, haciendo que los temblores llegasen a su cuerpo, y cuando vio un poco borroso se estremeció esperando recibir un fuerte impacto.

My Demon ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora