✪El punto de vista de una periodista✪

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Esta vez nos remontamos a un poco atrás de todos los sucesos que han ocurrido hasta ahora.
Y nos dirigimos a un apartamento bastante acomodado del centro de Manhattan.
Donde cierta pelirroja de piel de porcelana abría sus ojos con una sonrisa, y con un rápido movimiento de su mano apagaba el despertador antes de levantarse. Justo en el momento exacto en el que había comenzado a sonar.
¿La hora que marcaba? Las seis de la mañana.

Con una enorme sonrisa, la chica tomaba su ropa deportiva y se la ponía para sonreír al mirarse en el espejo. Tomó su reloj con el marcapasos y se puso un poco de música en sus AirPods para empezar a bailar suavemente.
Salió de su habitación, con una sonrisa, sabiendo que su compañera de piso estaría descansando -ya que esta no era muy madrugadora-.
Y simplemente tomó el juego de llaves para salir de la casa y mirar su reloj.

―Bien, media hora para ir y otra para volver ―sonrió la japonesa para así estirarse y tras un pequeño calentamiento, empezar a correr, y mientras lo hacía, pensaba en mil y una cosas de sus trabajos― "Debo acabar el trabajo de investigación y contactar con ese hombre para poder llevar a cabo la entrevista".

Así empezaba el día una joven y prometedora periodista. Con un espíritu imparable y una enorme sonrisa, una sonrisa que contagiaba a mucha gente.
O al menos a casi toda.

Después de estar corriendo durante una hora por todo Manhattan, que incluso a aquella hora había gente por la calle, corriendo con un café en la mano, -seguramente porque empezarían muy pronto a trabajar o querían llegar con antelación-.
Normalmente le advertían que no saliese tan pronto a correr por las calles, pero la chica siempre iba preparada por si alguna vez se topaba con algún indeseable -incluso tenía conocimientos de defensas personal-.
Aun así, Akane no atendía a razones, era una persona activa, y muy cabezota.

Y justo aquella mañana, después de desayunar y de terminar de arreglar la cita con su contacto. Se arreglo y se maquilló, siempre con su sonrisa en sus labios, para dirigirse al distrito de Queens, donde una amiga estaba destrozada por una ruptura que había sucedido hacía tan solo unas semanas. Su querida amiga Caeli le necesitaba más que nunca, y ella pensaba apoyarla en todo lo que estuviese a su alcance, comenzando por el hecho que ella siempre estaba preocupada por aquella morena de mirada azul, y que su cabezonería quería conseguir que la menor saliese a almorzar al menos con ella.

Día sí, y día también la pelirroja lo intentaba. Aunque no había un solo día que consiguiese sacar a la artista más allá de su cuarto. Tras un rato intentando motivar a la morena, esta simplemente negó y se volvió a quedar en su casa.
Por su parte la japonesa tampoco era que pudiese hacer mucho en ese instante, no tenía nada para sacarla de casa o sacarle una sonrisa, de todas formas, debía encontrar una forma que la animase, por estúpida que pudiese parecer para poder animar a su amiga.

En el momento que se marchó, mientras estaba en el tren le envió un mensaje a su novio, a la espera de su respuesta, consiguió llegar a su parada, viendo la hora solo pudo suspirar y volver a su casa, aún debía atender algunos asuntos de la universidad, y prefería no tener ningún retraso con las entregas. Era demasiado maniática en ese aspecto.

Nada más llegar a casa recibió una notificación en sus mensajes, y al comprobar de quien se trataba sonrió para así marcar el número y esta esperar a que la otra persona contestase.

Me has pillado en un buen momento mi flor de cerezo ―dijo y la chica sonrió embobada, le encantaba cuando su querido escritor le hablaba de aquella forma―. ¿Has ido a ver a Caeli? ―El silencio se instaló un momento en la conversación y la mujer escuchó un suave suspiro al otro lado de la línea―. Déjame adivinar, sí, pero ella no ha querido salir de nuevo. ¿No es así?

My Demon ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora