✪Simplemente es un trato✪

2K 164 53
                                    

Aquel día el demonio se encontraba solo en la casa de la artista, pues la chica se había ido a la escuela de artes y la madre de esta se había marchado a hacer recados. A él no le había hecho falta preguntarle a donde iba. Aun así, para molestarle un poco le preguntó. Aunque le hubiera gustado que la menor se hubiese ahorrado ese tono y contestación a su pregunta:

¡A ti no te importa demonio pervertido!

―Realmente... ¿No podría haberme invocado una humana más dulce y educada? ―, preguntó al aire, dejando que un suspiro de exasperación saliese de sus labios mientras tomaba varios de sus mechones para despeinarlos y así, después llevar sus tóxicos ojos hacia atrás y bufar. Chasqueó dos de sus dedos y al instante escuchó un golpe seco tras él―. Debes saber que aún te quedan más de mil años para poder sorprenderme ―, sonrió burlón y se giró para ver como un pequeño zorro estaba intentando escapar de unas oscuras enredaderas que atrapaban sus patas para que no huyese y su boca para que no hablara.

― ¿¡HMMM?! ―el zorro blanco comenzaba a moverse errático en el suelo, intentando librarse del agarre de aquella magia oscura, haciendo que el chico se riera divertido por el vano intento del animal en escapar. Y entonces, el hombre sin dar tiempo a que algo sucediese, se giró y tomó las muñecas de la albina que estaba tras él, haciendo que chasquease su lengua enfadada. Entonces, el zorro que se había quedado atrapado desapareció―. ¿Cómo te has dado cuenta de que solo era una ilusión gatito? ―Preguntó la fémina librándose del agarre del demonio y poniendo sus brazos en forma de jarra.

―Porque apestaba a mentiras ―dijo haciendo que ella arqueara una de sus cejas mientras que él simplemente sonreía ladinamente ante la frustración de la chica, la cual movía con rabia su cola y orejas de zorro―. Bien, dejando los juegos ilusionistas de lado, ¿qué demonios haces aquí? ―preguntó cambiando su amigable expresión a una de cierta frialdad. Y cuando él miró fijamente a la albina, esta sonrió ante la curiosidad del demonio de la destrucción.

Él quiere verte ―el chico ladeó la cabeza y suspiró exasperado ante lo que la zorra le había dicho, allí negó con la cabeza al mismo tiempo que se despeinaba más sus rebeldes cabellos―. Ya sabes que le encantan tus visitas ―dijo ella cambiando su forma a aquella de ese inteligente y escurridizo animal, mientras flotaba alrededor del demonio―. Quizás sea el único que lo disfruta~.

El azabache una vez más negó y cuando el zorro pasó justo por su lado lo tomó del cuello para atraparlo entre sus brazos con fuerza. Este agachó las orejas ante la escalofriante sonrisa del gato, pues no sabía qué era lo que tenía pensado hacerle―. Yo sé que tú disfrutas tanto o más de mis visitas que él querida ―, le dijo burlón estrechando con un poco más de fuerza al animal, quién, por suerte, al ser uno no mostró el sonrojo que seguramente sus mejillas habrían obtenido en su forma humana, aunque su pelaje se estufó delatándole. ¿Por qué tenía que ser tan condenadamente sensual este hombre?

―Tomaré tu silencio como un sí ―dijo soltando al animalillo de golpe, haciendo que este se diera un buen golpe contra el suelo -por la distancia de los brazos del demonio a este-, también porque al no estar en todos sus sentidos por la actuación del chico no había podido usar sus poderes para detener el choque.

El animal una vez más volvió a cambiar su forma, volviéndose aquella sensual albina de ojos ámbares, para mirar con el ceño fruncido al más alto, y antes de poder decir nada, este había creado una puerta que levitaba varios centímetros por encima del suelo. Ella le miró con una ceja arqueada sin comprender qué hacía.

―¿Te has vuelto loco?

― ¿Prefieres que vayamos por el agujero de las almas perdidas, donde cualquiera de ellas puede tocarte y hasta arrastrarte a su miseria? ¿O simplemente por una puerta elegante que nos para frente al lugar a donde debemos ir? ―. Le preguntó de forma sarcástica haciendo que la de ojos amarillos gruñese por su comportamiento, consiguiendo que él soltase un silbido burlón―. Lo suponía ―una ladina sonrisa se formó en sus labios ante la imagen que la chica le daba por hacerla rabiar, y así, abrió la puerta mostrando en esta solo simple vacío―. Adelante Zitu, las damas primero ―dijo haciendo una caballerosa reverencia señalando con su mano al interior del portal.

My Demon ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora